XIII

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Narra Lucia:

Volvimos a mi habitación. Estaba nerviosa. Mis manos sudaban, aún así, el agarre en la camisa de Seung no cedía. No quería que se fuera de mi lado. Junto a él me sentía segura, y sabía, que él no me abandonaría.

Mi respiración fue calmandose con el paso de los minutos hasta llegar al punto de volverse regular. Las lágrimas secas en mis mejillas me incomodaban junto a mis labios resecos. El sabor salado de mi llanto seguía en mi boca junto al nudo en mi garganta.

— ¿Estás mejor?— asiento aún escondida en su pecho, el cual se ha vuelto mi lugar de consuelo. Doy un suspiro corto y roto cuando Seung se separa un poco de mí y toma mi mentón, alzando mi rostro.— no me gusta verte llorar— murmura mientras con su mano libre limpia cuidadosamente los rastros de agua salada en mis mejillas.

Había vuelto a encontrarme con el señor. Hace media hora cuando decidí alejarme de Seung y tratar de ayudar en la cocina. Fue mala idea, me lo encontre a medio camino y no pude moverme. Los nervios me ganaron.

No me había echo nada, mas que mirarme. Pero aún así, su mirada me aterrorizaba. Era sencillamente pura maldad. Le temía como a nada. Logré escapar al retomar el control de mi cuerpo y de camino a la habitación me encontré a Seung, quien sin dudar me estrecho entre sus brazos preocupado.

Abro levemente los labios y miro su tersa y pálida piel. El cabello naranja cayendo sutilmente sobre su frente y sus mejillas rosadas dandole un toque dulce. Me encontré acercando mi mano a su rostro, cuando quise evitarlo, ya era tarde. Mis dedos tocaron la piel de su mandíbula. Era suave cual bebe. Subí con cuidado y roce su mejilla ruborizada. Sus ojos se cerraron y un suspiro salió de sus labios. Alejé rápidamente mi mano haciendolo sobresaltar y soltar mi rostro. Agache la cabeza, avergonzada. Había rebasado los limites.

— No— su mano tomo la mía y la apreto levemente. Alce mi mirada con timidez— no te detengas, por favor— lleva mi mano de nuevo a su mejilla y la aprieta con suavidad sobre su piel. Trago saliva y asiento con pena. Con lentitud aleja su mano y me deja explorar su rostro.

Empiezo con tímidos roces sobre su rostro, luego tomo algo de confianza y afianzó mi toque. Mis dedos vagan por sus facciones, aquellas que tan hermosas me parecían y que deseaba tocar hacia ya un tiempo. Toco su nariz, su barbilla, sus ojos cerrados y su frente. Es ahí donde mis dedos se pierden en su cabello de inusual color. Muevo mis dedos de manera circular sobre su cuero cabelludo y tomo mechones de cabello entre mis dedos. Le oigo suspirar y una sonrisilla tonta se planta en mi rostro. Mis ojos estan clavados en su cabello brillante y sedoso, pero sé que el me observa detenidamente, siento su mirada sobre mí. Y soy incapaz de controlar las mariposas en mi estomago.

—¿Interrumpo? —me sobresalto y miro hacía la puerta, Joel está allí. Mirándonos con diversión y esa malicia suya que me pone los pelos de punta. Miro a Seung y es cuando noto la cercanía entre nuestros rostros. Me alejo con rapidez y trago saliva.— supongo que sí, de todas maneras, no importa.— posa su mirada sobre mí y frunce levemente los labios, casi como si temiera decir lo siguiente— Lucia mi hermano reclama tu presencia en su oficina.— sus ojos cafés intensos viajan hacía  Seung y le dan una mirada significcativa. Sin nada más que decir, se gira y se marcha dejando una corriente de viento trás de si.

Sin saber que hacer y más allá de apenada me levanto de la cama y camino hacía la puerta. Sin embargo no llego a dar más de dos pasos. Una mano pequeña y suave toma mi muñeca y me impide seguir mi camino.

— No puedes ir con él.—la preocupación es audible, y hace que las pequeñas mariposa revoloteen entusiasmadas. Reprimo mi tonta actitud y doy un sonoro suspiro.

— Tengo qué...—digo con desgana. No quería pero temía que pasara algo malo sino lo hacía.

— Iré contigo.— mis alertas se encienden y mi cabeza responde automáticamente. Con la sola idea de que él pudiera lastimar a Seung, me ponía mal.

— No, no puedes, tú esperame aquí. Porfavor Seung, volveré— trato de sonar convincente. Él se niega y me acerca más a su cuerpo— será peor si vas conmigo, podría tomarlo mal. Si te nesecito me haré cargo de dejartelo saber, te lo prometo.— le doy una sonrisa teñida de seguridad. Él se vé indeciso pero luego de varios segundos asiente.

— Al menos dejame llevarte.— rogó.

Con resignación le dejé ir a mi lado. Al llegar a la puerta de madera oscura alce mi brazo y dí unos cuantos toques. La tensión rodeaba el ambiente y los segundos eran eternos. Seung tomaba mi mano y daba dulces caricias.

— Pasa— una voz ronca y profunda se escucho en el interior. Llevó con cautela mi mano hasta el pomo y lo giro con lentitud. La puerta cede y se abre levemente.

— Espera—Seung, aún con su mano pegada a la mía me gira hacía él. — recuerda lo que me prometiste.— su mirada preocupada recorre mi rostro y se centra en mis ojos. Mueve su boca y gesticula un inaudible "estaré cerca". Le doy un atisbo sonrisa y asiento.- cuidate.

Suelto su mano y entro a la habitación, dandole una última mirada junto a una sonrisa tranquilizadora. Al cerrar la puerta el nudo en mi garganta hace más presión. Ahora estaba sola junto a él. No quería girarme y verlo, no podía. Mi cuerpo dejo de responder y activo su modo de emergencia. Quería salir de aquel lugar cuanto antes. El perfume varonil predominaba, ese olor me perturbaba, no importaba lo bien que oliera. Mis vellos se erizaron y mi corazón empieza a palpitar con más rapidez. La temperatura parecía haber bajado considerablemente y con ella mi seguridad.

— Pensé que te había dejado las cosas claras— un escalofrío recorre mi columna— ¿Acaso no fue así?— suelto el pomo de la puerta con lentitud— te hice una pregunta, esclava.— cierro mis ojos y tomo una respiración, tratando de calmar mis nervios. Su tranquilidad me alertaba, la forma tan pasiva en la que hablaba me parecía extraña y fuera de lugar. No le conocía pero sabía de antemano era compulsivo, un hombre agresivo.

— Sí, Señor.— tragué saliva y me giré lentamente. Estaba de espaldas a mí, mirando por la ventana, la misma ventana por la que nos vio a Seung y a mí abrazados en el jardín.

— Violaste mis ordenes, saliste de la casa sin mi permiso, tienes una relación amorosa con uno de mis empleados, no te comportas como debes— enumera y hace una breve pausa— mereces un castigo— mi corazón se detiene y mis dedos se aferran a la falda del uniforme. Castigar, él quiere castigarme ¿No es suficiente con alimentarse de mí?— me sería tan fácil matarlos, pero no tengo las ganas para hacerlo— toda mi atención recae en su uso del plural. Y no quiero pensar que se refiere a Seung. — además, perdería una buena fuente de sangre y un jardinero, eso en estos momento no me conviene.— mi respiración se acelera y no controlo mis palabras.

— Él no tiene nada que ver, y-yo fuí quien lo obligó a llevarme con él y lo distraje, p-porfavor a él no le haga nada.— mis palabras salen rápidas y por accidente alzo mi mirada. Una jadeo se escapa y la sangre baja de golpe a mis pies.

— Pareces no entender, esclava— sus ojos...sus ojos son rojos y sus colmillos han crecido, tomando una forma mas puntiaguda. Mi boca se abre y se seca. El miedo arropa mi cuerpo y los escalofríos no se hacen esperar. Mi corazón golpetea fuerte y constante contra mi pecho y mi respiración me es dificulosa. Él es un monstruo.

Un verdadero monstruo.

^Editado^

Esclava de su palabra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora