XLVII

43.3K 3.1K 468
                                    

Narra Lucia:

— Por suerte, ha llegado a tiempo, unos minutos más y hubiera sido imposible dar marcha atrás — aclara el doctor mientras anota algunas cosas.— ¿Quiere que contacte a algún psicólogo? Sé de unos muy buenos. Podría-

— No será necesario ¿Ya ha terminado? — suspiro con cansancio y sigo mirando a la nada.

— Sí, eso sería todo. Sólo necesita reposo y cuidados mínimos. Su sangre ha funcionado perfectamente Señor Salvatore. — el señor de cabello caramelo lleno de canas me mira con lástima y recoge sus cosas, pero mientras lo hace, susurra unas cuantas palabras— el cielo es más oscuro antes del amanecer, señorita.— me sonríe y se va por la puerta. Lo sigo con la mirada y pienso en sus palabras.

Mi noche es infinita, de eso no hay duda. Para mí nunca habrá un amanecer. No cuando estoy atrapada en una caja oscura y vacia.

— Eres realmente estúpida — suelta mirándome al pie de la cama.

— ¿Algún problema con eso? — respondo sin mirarle. Se queda en silencio por unos segundos, supongo que sorprendido; nunca le había contestado de esa manera.

— Muchos, de echo— murmuro un 'hmh' sin interes y cierro mis ojos— ¿Cuantas veces te he dicho que me mires cuando te hablo? — lo ignoro y me levanto, caminando hacia el baño. Sólo quería escapar de su presencia. — Tienes agallas para ignorarme luego de lo que hiciste— sisea apareciendo a mi lado y tomando mi cintura con firmeza— nunca te perdonaré eso.

— No necesito, ni quiero tu miserable perdón — escupo con asco y trato de soltarme.

— Eso dices ahora— acerca su rostro al mío y me siento enferma.— pero dudo que lo menciones cuando esté sobre ti, en esa cama — su tono seductor me causa náuseas y no me contengo.

Alce mi mano y la plante con fuerza en su rostro. El silencio inunda la habitación y su agarre en mi cintura aumenta. Dañandome.

— Alejate de mi infeliz— golpeo su pecho con fuerza y me remuevo.

— Nunca, jamás, me alejare de ti de nuevo. No permitiré que te marches una vez más. — aclara con voz ligeramente cargada de rabia y sin dejar de aumentar su agarre.

Mis ojos pican y maldigo mientras lo golpeo con más fuerza. No me importa que no le cause ni la más mínima cosquilla. Llevo cargando con esto hace mucho.

— ¡Pues mátame entonces! ¡Acaba conmigo de una vez por todas! ¡Acaba con este maldito sufrimiento que sólo tú causas! ¡Es lo menos que puedes hacer! — mis golpes cada vez se vuelven mas débiles y dejo de moverme. — mátame, me lo debes.

Luego de mi pequeño arranque lo único que soy capaz de escuchar son mis latidos y nuestras respiraciones. La mía exaltada y la suya lenta pero pesada.

Sólo pedía la muerte. ¿Tanto pedir era? ¿Tanto costaba? Yo no lo creía así, Seung murió con demasiada facilidad, en un abrir y cerrar de ojos. En un segundo.

Su existencia en la tierra se desvaneció con la misma rapidez de un rayo. Nada duraba para siempre, estaba claro, pero no estaba preparada para que durara tan poco.

Y por eso y por tantas cosas más quiero descansar en paz. Salir de este infierno y ser verdaderamente libre. Con todo el significado de la palabra.

Sin problemas, sin muertes, sin dolor.

Sólo paz.

— No puedo— susurra y yo lloro en silencio. Era cruel, era una bestia realmente malvada.— aunque quiera no puedo. Lo siento.

Esclava de su palabra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora