LV

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Narra Stephan:

Había desaparecido. Solo le dí la espalda por unos segundos y eso fue suficiente para que la perdiera de vista.

— Esta niña, ¿Cuando dejará de huirle a los hombres? — Ana murmuraba resignada mientras se alejaba con su marido. No sin antes sonreírme como disculpa.

Miré entre la multitud desesperado. Mi ojos chocaron contra los de mis hermanos. Ellos también la habían visto. Su rostros confundidos y un tanto emocionados lo decían todo.

Pero yo sería quién la encontraría.

Me giro sobre mis talones y empiezo a caminar entre la gente, sin perder detalle de los rostros. Necesitaba encontrarla, necesitaba tenerla.

Me reconoció, lo sé. La manera en la que me miro, como si supiera algo.

— ¿Han visto a una chica rubia en un vestido blanco?— las vampiresas de aparente mediana edad se miran entre ellas.

— Yo creo que vi a una parecida... Emh... Sí, corrió hacia allá, si mal no recuerdo — miro la puerta que da al jardín.

El jardín.

— Gracias —las mujeres me sonríen complices y sueltan una risillas.

—Ve por ella muchacho— asiento sin interes y empiezo mi camino. — Lo que es el amor ¿verdad? ya recuerdo yo cuando Ryan era así conmigo. Que lindos tiempos...

No quiero oír su vida señora.

Mis pies se mueven con prisa a la vez que mi vista está enfocada en una sola cosa: la puerta corrediza de cristal.

— Ten más cuidado— mis cejas se juntan tan pronto escucho esa voz familiar.

— ¿Qué mierdas haces tú aquí?— el pelinaranja me mira sin expresión antes de girarse y darme la espalda.

— Ve a la mesa, estaré allí en un segundo — sobre su hombro veo como un chico palido y de cabello similar al Seung asiente notablemente preocupado.

— Ten cuidado— posa momentáneamente su mano sobre el brazo del híbrido y me mira con advertencia antes de dar la vuelta e irse.

— Sería mejor que te largaras, de hecho.— sus labios formaron una linea recta antes de mirarme y bufar por lo bajo.

— No estoy aquí por ti, vine por Khloe. También es mi sobrina ¿Sabes?— lo fulmino y me controlo. No debía perder el tiempo.

— Tsk— paso a su lado y camino con más prisa.

Por fin pude salir al jardín. Mi mirada barrió el lugar, mis manos picaban con necesidad y mi cabeza palpitaba llena de ansiedad. Mi pecho oprimido me exigía alivio, mi mente no dejaba de pensar en ella ni un segundo.

Pero sobretodo, tenía miedo. Miedo de que esa no fuera Lucia. Miedo a perder las ilusiones que mi cabeza creado.

Miedo a darme cuenta que todo esto era solo falsas esperanzas.

Y entonces caí. Mi pies dejaron de moverse y mi corazón dio un golpe feroz contra mi pecho. El oxígeno en el ambiente parecía haberse reducido y me costaba respirar.

‹‹ Tengo mucho miedo.››

¿Y si no es ella?

Un sonido en los arbustos llama mi atención. Miro hacia allí con rapidez, lo único que veo es una pequeña parte del rostro de Lucia. Cuando se da cuenta que la he cachado mirándome, desaparece. Mi corazón late deprisa y cierro mis puños.

Esclava de su palabra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora