XIV

64.2K 5K 365
                                    

Narra Lucia:

Retrocedi buscando la puerta. Debía irme de allí cuanto antes. Él sólo me observó desde la distancia. Mirando con aquellos aterradores ojos cada paso y cada movimiento que yo–torpemente– daba.

— No llegarás a ningún lado— y de pronto, estaba acorralada contra la pared y su respiración chocaba contra mi nariz.

— No, por favor, n-no. Detente— mis ojos cerrados fuertemente para evitar mirarle. Mis manos sobre su pecho empujándolo lejos, o al menos, haciendo el intento. La opción de gritar y alertar a Seung pasó de manera fugaz por mi cabeza. Pero sólo lograría que el monstruo frente a mi lo lastimara a él también.

— Eres tan patética— mis manos fueron apresadas— no sabes cuánto me he retenido para no drenarte y dejarte inerte— una lágrima se escapó— mírame— un sollozo silencioso— ¡Que me mires maldita sea! — más lágrimas— ¡Abre los ojos!— una fuerte presión en mi mentón me arrebata con jadeo— o él terminará tres metros bajo tierra, pudriéndose, muerto— susurró con malicia a mi oído. Abrí mis ojos de golpe. Una risa llena de sorna brotó de sus labios.

—No, por favor — mis voz salió rota, en un hilo, llena de desesperación.

— ¿Recibirás tú su castigo? ¿lo quieres tanto para hacer tal cosa? — y la realidad me golpeó.

Imágenes de Seung atacaron mi mente. Momentos con él, risas compartidas, las mariposas en mi estómago. De algo estaba segura: lo quería, y estaba dispuesta a ser castigada por él.

— Sí — mordí mi labio inferior y lo miré a los ojos. Eran tenebrosos, de un carmesí estremecedor, con destellos negros y plateados. Sostuve su mirada por lo más que pude, con la poca valentía que me quedaba.

— Eres realmente estúpida— mi cuello fue apresado por su mano, cortando mi respiración, sus ojos me miraban repletos de rabia y un odio que no logré entender— los humanos son tan estúpidos— me alzo de suelo y luego me lanzó al otro lado de la habitación, como si de un trapo sucio me tratase. Mi cuerpo cayó derrotado sobre el suelo. El dolor caló en todos mis huesos. Tomé una bocanada de aire e intente levantarme. No lo conseguí. El dolor en mis costillas y cadera era inmenso y me impedía moverme— ¡Todos son iguales! — mi cuerpo dejó el suelo y cayó sobre un mueble, con fuerza. Demasiada fuerza.

El impacto fue de menor intensidad gracias a la textura suave y esponjosa del sofá. Pero eso no quitaba el dolor causado. Las lágrimas desesperadas inundaban mis ojos y un sabor metálico inundo mi paladar. Me había mordido a causa del impacto. La sangre era poca, pero ahí estaba. Mis ojos buscaron con terror al monstruo que había hecho ésto. Estaba al otro lado de la habitación, mirándome con seriedad. Aún sus colmillos seguían crecidos, junto al color rojo en su iris. Sabía que era cuestión de tiempo para que acabara conmigo. Quería irme de allí, quería a mi abuela, a mi madre, mi casa, lo quería todo de vuelta. Pero más que nada lo quería a él. Deseaba caer en los brazos de Seung y allí quedarme eternamente.

— ¡Desobedeciste mis ordenes, rompiste todas las reglas de ésta casa y engatusaste a mis empleados! ¿Crees que tienes el derecho a hacer lo que se te venga en gana?— otra vez estaba frente mí.

— Detente— las lágrimas caían con sabor salado en mi boca y se mezclaban con la sangre.

— ¡¿Quién mierdas te crees para hacer lo que quieras en este lugar?! ¡En mi casa!

— ¡Ya basta! — no sabía de donde o cómo había logrado sacar voz y fuerza. Pero lo hice— yo no quise esto, mi madre tampoco, ¡Nadie quiere esta tortura! Lo perdí todo gracias a ustedes, mi familia, mi felicidad, mi futuro, todo.— agacho mi cabeza y dejo caer las lágrimas— Sólo me queda seguir adelante y disfrutar los pequeños momentos. Pensar que algún día seré libre y todo esto acabará— el llanto se intensifica y me es mas difícil continuar—¡No puedes quitarme eso también! ¡No puedes! — termino con voz rota y ronca.

El silencio reina la estancia. Sólo se oyen mis sollozos junto a mi respiración agitada. Él no ha dicho, ni echo nada. No tengo la valentía de mirarlo. Sé que lo empeore todo. Sin embargo, el nudo en mi garganta ya no está. Solté todo lo que me atormentaba, me libere de las presiones. Aun así, el miedo seguía ahí, presente y más fuerte.

— Eso es algo que tú no decides— finalmente habla. Mi corazón se detiene, junto a él mi respiración.— recuerda lo que eres— su aliento choca contra mi mejilla, pero no abro mis ojos. Mi vestido es desabotonado con brusquedad dejando la midad de mi torso al descubierto. Más lagrimas bajan por mis mejillas, todas ellas gritan por ayuda.— una simple esclava— un dolor intenso y punzante invade la curva de mi cuello. Siento sus colmillos clavados en mi carne. El liquido espeso y caliente empieza a correr sobre mi piel. Unos labios fríos tocan la zona, estremeciendome.

Gimo adolorida, me retuerzo y lloro. Él se limita a sucionar y a reprimir mis movimientos. Lo único que pasaba por mi mente era Seung. Su sonrisa y la forma en que sus ojos desaparecen al mostrarla. Dejo de forcejear, y aunque duele, no puedo permitir que este mounstro lastime a Seung. Cierro los ojos y tomo cortas respiraciones.

Después de unos largos minutos, ya no puedo moverme por mi misma. Ya no siento mis extremidades y tampoco veo claramente. Estoy mareada. Él sigue tomando. No escucho mucho, mas puedo percibir unos golpeteos lejanos. Cuando la oscuridad se apodera de mí, es ahí cuando él deja de succionar mi sangre. Mi cuerpo se mueve con brusquedad y choco contra el suelo, pero no logro ver, ni sentir demasiado.

— ¿¡Qué demonios pasa contigo Stephan!?

Mi cuerpo abandona la superficie y soy conciente de los brazos bajo mi cuerpo. Un agarre cálido y delicado bajo mi espalda. Pongo toda mis fuerzas para abrir mis ojos. Cuando lo hago, la suave y pálida piel de Seung es lo que veo. Me aferro a sus hombros con la poca fuerza restante y respiro su aroma.

— Seung— susurro con la voz decaída.

— Estoy aquí linda, descansa, todo estará bien— una leve sonrisa se forma en mis labios. Los gritos se escuchan lejanos. Dejo de pelear contra la inconciencia. Sé que estaré bién, Seung está a mi lado.

^Editado^

Esclava de su palabra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora