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Narra Stephan:

— Ugh, ¡mierda! — Lucia se detiene y se tensa sobre mí. Obligándome a soltar un bufido lleno de hastío. Lo estaba disfrutando.

— ¿Ya te levantaste? — miro sobre el hombro de Lucia a Seung con una sonrisa egocéntrica.

Su rostro se desencaja cuando se da cuenta de quién esta sobre mí.

— ¿Lu-lucia? — la femenina me suelta y gira su rostro para mirarle. La culpa y el remordimiento presentes en sus ojos ahora azules.

Vuelvo a bufar y pongo fuerza en mi agarre.

— No puede hablar por el momento — le sonrío falsamente y me lavanto sin soltarla. Dejándola a mi lado, cerca, muy cerca.

— ¿Qué le hiciste? — me encojo de hombros sin apartar mi ojos de los suyos.

— Nada— Lucia suelta un quejido y entonces me doy cuenta que la estoy tomando con más fuerza de la necesaria. La miro de reojo y suavizo mi toque.

— Ella... Ella es— tensa su mandíbula mientras sus ojos se llenan de lágrimas.— ¿Por qué? ¿¡Por qué!? — Lucia tapa sus oídos mientras suelta quejidos.

— No grites, joder— lo fulmino. Los sentidos de Lucia estaban aún sensibles. Su cuerpo no se había acostumbrado del todo, era normal. — y mis razones no son de tu incumbencia, idiota.

— Lo son, ella lo es. — empieza a caminar hacia nosotros con semblante rabioso pero ciertamente triste.

— Deberías olvidarla ya— canturreo mientras tomo una pequeña porción del cabello rubio y sedoso de Lucia. — porque nunca...más...volveras a...tocarla. — le advirto mientras le doy besos húmedos en el cuello a la ahora vampiresa.

— Eso tú no lo decides — sisea acercándose más cerrando sus puños y matandome.

— Por supuesto que sí — me acerco al oído de mi mujer sin despegar mi mirada de la de mi "hermano". — pero está vez será ella quién te lo prohíba — el cuerpo delgado entre mis brazos tiembla mientras llora mirando al licántropo. Ella sabe lo que haré, él también.

— ¡N-n..o!— semigrita la chica entre balbuceos y palabra rotas. Me sorprendo al ver que es capaz de ir en contra de una orden.

¿Aún lucha contra mí?

— Hazlo, sabes lo que quiero— susurro a su oído mientras veo cada vez más cerca a Seung. — Olvídalo — acaricio sus hombros y doy un pequeño masaje— Olvida todo acerca de Seung Cho...

— Lucia no lo escuches

— Olvida que lo amaste, olvida quién es y que fue para ti.

— Princesa no le hagas caso, amor por favor.

— Olvídalo todo...por siempre. — una chispa pasó por sus ojos y al instante su expresión cambió. Su llanto seso y una mueca confundida se implantó en su rostro.

Quise partir su rostro en dos cuando tomo las mejillas de Lucia. Estaba tocando lo que me pertenecía, pero le deje. Le deje porque sabía lo que ocurriría, sabía que sufriría y eso quería.

Que sufriera lo que sufrí yo cuando se llevo a mi pequeña muñeca.

— Cariño — susurro con voz rota el asiático mientras buscaba desesperado algo en la mirada azulada de la chica— princesa, dime algo.

Lucia se queda en silencio por unos segundos y luego toma las manos que están en sus mejillas. A simple vista parece un gesto cariñoso, pero cuando ves la mirada distante y confusa de la chica, eso solo se transforma en un claro rechazo.

Esclava de su palabra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora