LII

42.8K 2.9K 602
                                    

Narra Stephan:

— ¡Llama a Brown ahora! — la sirvienta asintió y salió corriendo. Yo por mi parte traté de retener la sangre. — mierda— presione un poco más la tela sobre su cuello— espera sólo un poco, un poco más — le suplico. — ¿¡Dónde mierda esta el puto doctor!? — grito desesperado.

— Viene en camino Señor — la mujer de baja estatura y cabello chocolate me dice con visible pabor. Gruño y la fulmino.

— Desaperece de mi vista— escupo.

— Con su permiso Señor— sale casi corriendo de la habitación y me deja solo con Lucia.

¡Mierda, mierda, mierda!

¿Por qué no se cerraba ya la herida?

— ¡Demonios! — con prisa mordi mi muñeca y deje que la sangre cayera sobre sus labios. — tiene que funcionar, tiene que...— observo su cuello, nada parece suceder.

¿¡Por qué!?

Dejo mi cabeza sobre su pecho y escucho su corazón latir con una lentitud agonizante. Estaba muriendo, la estaba perdiendo.

Eso no podía pasar. Ella no podía morir, no podía ¡No debía!

Esto se supone que no pasara, esto no estaba en mis planes. Todo fue tan rápido, tan repentino. Nunca pensé que Seung sería capaz de dañarla, él la "amaba". O al menos eso fue lo que juro siempre. Mentiroso.

Me equivoqué al confiarme de eso. Como un imbécil de hecho.

Por mi culpa ahora ella estaba frente a mi desangrándose lentamente. Muriendo a pasos pequeños. Todo por mis errores.

No fui capaz de protegerla, no fui capaz de hacer algo tan si quiera.

Fui inservible...otra vez.

— Estarás bien — susurro con lágrimas escapando de mis ojos— todo estará bien, te lo prometo. — cierro mis ojos con fuerza y limpio mi rostro.

No estaba seguro de lo que decía. Algo no estaba bien. Algo estaba mal conmigo y con ella.

Mi pecho duele ahora. Mi cabeza palpita y mis manos tiemblan.

La misma sensación de hace años. El mismo peso en mi pecho de aquel día.

Algo en mí me dice que esto era lo último. Y me molestaba e irritaba que ese pensamiento pasara por mi cabeza.

— Estarás bien— susurro abrazandola con delicadeza.

No...ella no va a morir.

Ella vivirá a mi lado por siempre. Ella no hará lo mismo que Naara.

No se lo permitiré. No cuando tengo tantas palabras dirigidas a ella que aún no he dicho.

Tantas cosas que aún no he echo.

No puedes irte aún Lucia.

— Señor— levanto mi cabeza con rapidez y fulmino al doctor.

— Curala — le ordeno, asiente y pasa a mi lado— o mueres. — su mirada café se dirige a mí con sorpresa y terror.

— Haré todo lo posible— me asegura y giro mi cabeza un poco con una sonrisa oscura que solo deja claro una mínima parte de lo que le espera si falla.

— Harás hasta lo imposible— su cuerpo tiembla mientras asiente y se gira completamente hacia Lucia.

Sus movimientos son rápidos mientras busca cosas en su maletín y observa la herida. Yo no aparto mi mirada de Lucia. Su rostro se torna más pálido a cada segundo. Mi pecho apretandose a cada minuto que no veo mejoría.

Esclava de su palabra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora