Veintiuno.

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Louis se ofreció a llevarme a casa, ésta vez trajo el auto de su madre al instituto, cosa que agradezco porque no quería ir a casa caminando y mucho menos sola. No por el peligro sino porque no me gusta estar en solitario cuando camino ya que se me hace el recorrido muy largo. Él toma mi mano entrelazando nuestros dedos, conduce con lentitud y en silencio, al menos su compañía es agradable y no estoy caminando.

—Creo que a tu madre no le va a gustar que llegues en mi auto—menciona él.

—Tranquilo, ella no está ahorita en casa. Ni mi madre ni mi padre.

—¿Eso es una invitación?—sonríe pícaramente.

—Eres un bobo.

—Pero así me quieres.

Me quedo en silencio por aquellas palabras, me acojonan. No sé qué responder. Louis Baker me gusta, ¿pero quererlo? Tal vez lo quiero, más de lo que debería. Me preocupa su situación, me encanta estar con él, me gusta que me regala algodones de azúcar y me enloquece que me diga diosa.

Sí, definitivamente quiero a Louis.

—Tal vez.

—Con eso me basta, mi diosa.

Luego de unos minutos estaciona el auto frente a mi casa y efectivamente mis padres no han llegado. Louis apaga el motor para después doblarse un poco en el asiento mirándome. Esos ojos marrones me fascinan, no son como los claros de George pero son especiales, al menos para mí.

Él posa su palma en mi mejilla para acercarse a besarme. Lo hace, me encanta que me bese, siempre le dejo hacerlo. Se separa de mí dejando un último beso corto en mis labios.

—Eres hermosa, mi diosa.

—Voy a empezar a creérmelo, Louis—bromeo.

—Pues debes creértelo pronto, porque enserio eres la chica más bonita que he conocido.

—Eres muy dulce.

—¿De ahí viene a que soy un algodón de azúcar, no?

—Tengo otra teoría.

—¿Te gustaría contármela?

—Uhm... hace un tiempo trataba de adivinar qué tipo de algodón de azúcar eras tú. Pude adivinar fácilmente el de los intocables y el de las chicas, pero tú eras extraño—menciono. Él frunce un poco su ceño pero aún conserva una pequeña sonrisa—. Siempre supe que estabas cubierto por una coraza y que solo te camuflajeabas con esa fachada de niño bueno. Hasta que por fin pude saber qué color de algodón de azúcar eres tú.

—¿A sí? ¿De qué color soy? ¿Rosa, azul o blanco?

—Ninguno de ellos. Eres diferente a lo demás. No eres común.

—Entonces soy el color...

—Morado—termino por él.

—¿Morado?

—El día que estuvimos en el parque para aprender a confiar me compraste un algodón de azúcar morado—le explico.

—Me llamó la atención.

—Exactamente, tanto como tú lo haces conmigo. Me llamas la atención con solo mirarte.

—¿Entonces, esto no se trata de ser un chico dulce?—inquiere él.

—Solo un poco. Un algodón de azúcar morado es dulce, adictivo, peligroso si lo ingieres mucho y extraño. Es como tú.

—Tus analogías me encantan—me sonrojo un poco.

—Gracias, es raro que digas eso considerando que siempre me dicen que es extraño que compare personas como algodones de azúcar.

—Es varadamente extraño, no te voy a mentir, pero tienes un punto en todo lo que dices y lo creo, las personas son como algodones de azúcar.

—Aprendí a confiar un poquito más—le susurro. Él agranda más su sonrisa pero sus ojos me muestran lo contrario a la felicidad.

—A la edad de cinco años veía películas con demasiada violencia. Pasaban escenas subidas de tono, asesinatos, drogas y alcohol. Mamá tenía sus propios problemas, ese era mi padre. Ella solo encendía la televisión para que tratara de distraerme de los gritos que provenían del salón—hace una pausa, después continúa—. Lo que ella no sabe es que casi nunca le prestaba atención a la televisión y bajaba a escondidas para presenciar lo que sucedía. Otras veces miraba tan fijamente la pantalla tratando de evitar los sonidos de dolor de mi madre. Aprendí cosas malas con esa pantalla, muy malas. Aquí empieza la verdadera historia, todo gracias a una maldita televisión.

—Oh, Louis.

—Este es otro pedacito de mí. Aprendí a confiar un poquito más, mi diosa.

Un pedacito más de Louis, tomen nota de todas las cosas que él diga 7w7 Esto aclara una parte del prólogo

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Un pedacito más de Louis, tomen nota de todas las cosas que él diga 7w7 Esto aclara una parte del prólogo.

Sé debo responder los comentarios del capítulo anterior pero no he podido, me voy a poner en eso xD

No tengo preguntas pero quiero opiniones y realicen sus teorías. Recuerden que no todo queda en el prólogo, hay más, muchísimo más.

Este capítulo lo tenía apartado para otra persona pero ayer leí que cierta personita estaba de cumpleaños Y NADIE ME AVISÓ xD ¡FELIZ CUMPLEAÑOS VALERIA! mis nenes pronto llegaran a tu casa a hacerte un bailecito caliente xD y capítulo dedicado a ti :)

Nos leemos mañana <3

Saludos.

Saludos

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Como un algodón de azúcar | Los Intocables #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora