Cuarenta y cuatro.

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El frío ya está menguando y la primavera quiere hacer presencia en Canadá. Todo el grupo decide ir hoy al parque del condado, será un día de picnic. Termino de colocarme mis zapatos para después bajar las escaleras encontrándome con mis padres, me despido de ellos y salgo por la puerta principal. Louis no puede venir a buscarme y no quise molestar a los demás intocables, de igual manera el parque se encuentra a tan solo unas calles de mi casa y no me viene mal caminar un poco.

Mientras doy mi pequeña caminata pienso en lo que ha sido todos estos últimos meses: tuve venganza fallida, arreglé las cosas con mis padres, me hice amiga de los intocables y... ahora tengo un novio maravilloso. Mi vida está tomando su curso, aún soy demasiado joven y muchas cosas pueden pasar el día de mañana, pero uno tiene que vivir el presente; mirar hacia el pasado o al futuro muchas veces hace daño. Doy un suspiro, veo a lo lejos a las personas caminar por el parque, unas acompañadas de sus parejas y otros con sus perros, hay grupos grandes de amigos, familias y hasta abuelitos abrazados.

Unas manos cubren mi rostro haciendo que lance un grito de nerviosismo. No es Louis, no huele a él.

—¿Quién soy?—pregunta con una fingida voz aguda.

—No lo sé.

—Te daré una pista: soy miembro de los intocables—mantiene su voz aguda. Rápidamente capto quien es.

—Bart, eres algo fastidioso.

—¡Hey! Pensé que ya nos llevábamos mejor.

—Y es así Bart, pero aún me tengo que acostumbrar a tus jueguecitos de mal gusto.

Al otro lado de la calle veo a los intocables junto a las chicas, Louis aún no está aquí por lo que puedo ver. Bart toma mi mano y me arrastra hacia el grupo, saludo a todos con besos y abrazos. Éstos chicos definitivamente se han convertido en mi familia, son fantásticos y estoy algo arrepentida de haberlos juzgado sin conocerlos. Ahora sí puedo decir con seguridad que algodón de azúcar son cada uno de ellos.

Connor Pirce es el algodón de azúcar clásico, rosado y el más frondoso, lo juzgué bien así que él se queda con su color original. Bart Taylor, el algodón de azúcar arcoíris, puede hacerte sonreír en tu día más triste y tiene diferentes facetas de las que me he propuesto conocer todas. Tristan McDugents, el algodón de azúcar de color azul, lo juzgué bastante mal la primera vez, se nota que está enamorado de su novia y la respeta a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia. Gracias a Dios, su etapa de chico mujeriego ha pasado. George Adams, él también es un algodón de azúcar de color azul, sigo pensando que es diferente de sus amigos, tiene algo que lo hace especial entre ellos cinco. Louis está de más decirlo, es el algodón de azúcar morado, mi favorito.

Siento unas manos posarse en mi cintura, volteo encontrándome con la sonrisa de Louis. Me doy vuelta totalmente, coloco mis manos en sus mejillas acercando su rostro al mío para besar sus labios. Escucho los sonidos de burla de los otros cuatro intocables mientras las chicas exclaman un aww, Louis sonríe sobre mis labios, él sabe que me encanta que haga eso, ya se lo dije una vez, por eso en cada oportunidad que tiene lo hace.

—¡Joder, sepárense!

—Eres un celoso, Barti. Sabes que yo te amo a ti.

—¿Quieres que te explique de nuevo lo que opino de las demostraciones públicas?

—Amy, haz tu trabajo—dice Tristan haciendo que Amy se acerqué a Bart para besarlo. Lo peor de todo es que cuando ella intenta separarse Bart la presiona más contra él.

—Y después dice que no le gusta las demostraciones públicas—murmura Connor abrazando a Daisy.

—Vamos a movernos, ésta cesta pesa—menciona George el cual efectivamente tiene una cesta en sus manos. Supongo que son los bocadillos que comeremos.

Como un algodón de azúcar | Los Intocables #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora