Treinta y seis.

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—Anda, mi diosa, chúpalo.

—No, no me va a gustar.

—Mi amor, tienes que probarlo, por favor. Abre la boquita y chúpalo—me da una mirada tan tierna a la que no puedo negarme.

—Está bien—Toma la paleta y le doy una probada.

No soy fanática de las golosinas ácidas, por eso mi reticencia para chuparla, pero no lo puedo negar, sabe muy bien. Hago un sonido de complacencia y Louis sonríe.

—¡Te dije que te iba a gustar!

—Sabe muy bien.

Nos encontramos en una tienda de golosinas. Venden todo tipo de caramelos, paletas, chocolates y gomitas que vienen de otros países. La paleta que estoy degustando es japonesa y admito que los japoneses ahora se han convertido en mis héroes. ¡Han creado la mejor paleta del mundo!

—¿Qué tal esto?—Louis me muestra un paquete de chocolate árabe.

Me gusta el chocolate así que procedo a abrirlo y darle una mordida. Mala idea. Corro rápidamente a los sanitarios para vomitar, es el chocolate más horrendo que he comido en mi vida. ¿Con qué demonios lo preparan? ¿Con caca de perro?

Salgo con mala cara del baño, Louis se acerca preocupado, le regalo una sonrisa y un guiño.

—Tranquilo, estoy bien. Pero nunca comas ese maldito chocolate, es una abominación.

—¿Te quieres ir?

—¿Sin mi algodón de azúcar?—pregunto incrédula. Yo no me voy de ninguna tienda de golosinas sin mi algodón de azúcar—. No lo creo, mi amor. Yo quiero mi algodón de azúcar.

—Eres una pequeña niña malcriada.

—Pero así me quieres.

—No puedo contradecirte en eso.

Louis toma mi mano para acercarnos al carrito de algodón de azúcar. ¿Lo más asombroso? ¡Puedes personalizarlo! Si quieres un algodón de azúcar de color verde, ellos te lo hacen. Este es el mejor lugar que he conocido. Es un paraíso.

—¿De qué color les gustaría?—pregunta el encargado.

—Yo lo quiero morado—contesta Louis—. ¿Cuál quieres tú, mi diosa?

—Definitivamente morado, por los viejos tiempos.

Minutos después obtenemos nuestros algodones de azúcar. Me encanta poder haberles colocado el color morado, es grandioso.

—Siento que me estoy comiendo a mí mismo.

—¿Cómo?—frunzo el ceño confundida.

—¿Recuerdas que soy un algodón de azúcar y que se supone que soy morado? Siento que me estoy comiendo a mí mismo, o al menos a algún hijo.

—Lou, te amo, pero esa es la cosa más rara que has dicho desde que te conozco.

—Es normal que diga cosas sin sentido. Los intocables siempre se ríen de eso—murmura con una media sonrisa—. Por cierto, tenemos una broma entre manos.

—¿Para quién?

—Se llama Marcus, molestó a Yaneth la semana pasada y queremos vengarnos por ella. Aunque según Bart, esa es solo una excusa para molestar a alguien.

—Solo no hagan algo muy malo—espeto.

—Prometo que no será tan malo, ¿vale?—se acerca a mí—. ¿Y si me das un besito?

—Si no recuerdas, vomité hace unos segundos.

—¿Y qué? Eres mi novia.

—Louis, eso es asqueroso—hago una mueca.

—Pero yo quiero mi besito—hace un puchero. Me acerco más a él y Louis automáticamente sonríe, lo que no espera es mi beso en la mejilla—. ¡Hey!

—Tu no especificaste en dónde.

—Pronto obtendré mi besito, mala Livi.

Voy a hacer todo lo posible para subir otro capítulo 7w7 más tardecita udhuwshd

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Si mis cálculos no fallan, solo faltan 8 capítulos para que #CUADA termine :( Ay, sufro.

Capítulo dedicado a OliviloYo (No sé tu nombre :c )

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Como un algodón de azúcar | Los Intocables #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora