Cayden se sentía ridículo. Durante dos semanas se había sentido así. En verdad, ¿cómo podría ser diferente si había estado evitando a Stella y, por consiguiente, su propia casa? ¡Era más que absurdo! Él era un adulto, se consideraba un hombre inteligente y maduro, ¿y qué hacía? Huía. Como si hubiera hecho algo malo. Como si tuviera algo de lo que huir.
Naturalmente, no era así. Aquel asfixiante peligro que había notado debió provenir de su enfermedad. Claro, estaba vulnerable. Hacía años que no se enfermaba de esa manera. ¿Por qué otra razón había permitido que Stella se ocupara de él? Sí, solo fue algo de una vez. No se repetiría.
Tampoco era como si compartir un par de momentos con Stella fuera a significar algo diferente que lo que era. Así que aquella situación, en que no pasaban más de diez minutos en la misma habitación se estaba poniendo ilógica. Y él, apreciaba la lógica ante todo. Especialmente en lo que a su comportamiento se refería.
Además, la verdad era que, Stella le agradaba. Bastante. Sorpresivo, sí pero así era. Por lo que estar en su compañía no era un sacrificio tampoco. Y no podían continuar con esa situación incómoda entre ellos. Era extraño y hacía que la convivencia fuera difícil.
Abandonó el gimnasio más temprano que de costumbre, era domingo y su rutina no variaba. La de Stella tampoco y eso significaba que no se encontrarían. Pura casualidad, por supuesto, porque ya no la estaba evitando. Estaba decidido.
Al entrar en la casa, se dirigió brevemente a su despacho. Chequeó sus mensajes antes de ir al piso de arriba para tomar una ducha. Pasó por fuera del salón y notó que se había equivocado. Stella estaba ahí.
–Hola Cayden –saludó ella pues precisamente se encontraba con la mirada dirigida hacia la entrada– ¿está todo bien?
–Hola Stella –Cayden asintió y entrecerró sus ojos– ¿y contigo?
–También.
Se quedaron mirándose por un largo rato. Cayden curvó la comisura de sus labios y Stella carraspeó.
–Pensé que estarías fuera –comentó Cayden.
–Bueno, decidí quedarme en casa. No me apetecía salir.
–Excelente.
Stella asintió y miró sus manos. Aún tenía el libro que había estado leyendo.
–¿Y tú? Has llegado más temprano que de costumbre.
–Sí –se encogió de hombros. Así que Stella también conocía su rutina– ¿estabas leyendo?
–Así es –elevó la mano que sostenía el libro– he terminado el capítulo.
–Ah... –Cayden miró fugazmente hacia las escaleras que daban al segundo piso con anhelo– ¿qué ibas a hacer después?
–Ver una película –contestó Stella ladeando el rostro para señalar a la mesa donde se encontraba el DVD– ¿y tú?
–Voy a tomar una ducha.
–Sí... ¿y luego a trabajar?
–No, no lo creo.
–Podrías venir a ver la película conmigo si quieres.
–¿De verdad? –Cayden arqueó una ceja– mmm.
–¿Qué?
–Pensé que no querías tenerme cerca.
–No seas ridículo.
–¿Estoy equivocado al pensar que nos hemos sentido incómodos estos días?
–No. Pero eso no tiene nada que ver contigo. Bueno, tiene todo que ver pero no es por tenerte cerca. ¿Crees que me desagradas?
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Inevitable (Sforza #2)
RomanceDos vidas se entrelazan por un insólito plan. Cayden cumple un papel destacado en la Corporación Sforza, a pesar de que la sombra de su hermana mayor no se lo ha dejado nada fácil. Ahora tiene la oportunidad de superarla. Ahí donde Giovanna no triun...