Capítulo 2

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Stella se encontraba sorprendida por la protesta que había visto formarse en los ojos verdes de su gemelo. Y, lo que era más extraño, en los ojos grises de Aidan. Habían cerrado la boca en el instante en que ella había tomado el brazo de Cayden. ¡Sus caras no tenían precio, en verdad!

–¿Te diviertes, eh? –Cayden ladeó su rostro, curvando la comisura de sus labios levemente. Oh sí que se divertía.

–Sí, algo –Stella se encogió de hombros. No le importaba la razón del repentino interés de él... daba igual, solo había querido escapar y él había sido como enviado del cielo.

O del infierno, si hacía caso a sus instintos. Su estómago se retorcía al mirar fijamente aquellos oscuros ojos verdes... era como ver al vacío, no había nada. Se llevó una mano al estómago con indecisión, como si pudiera palpar el agujero que sentía formarse ahí.

–¿Es amiga tuya? –inquirió y Stella lo miró confusa– la joven de la fiesta.

–Mía –precisó con diversión. Debería sentirse ofendida porque él no supiera quién era su anfitriona, pero no era así– es mi prima.

–¿Es tu prima? –arqueó una ceja. Sí, había que admitirlo, era muy guapo.

–Sí, mi madre es hermana de su padre –explicó y Cayden parecía no seguirla– ¿quizás te interesa la otra rama de la familia, en realidad?

–¿Cómo dijiste? –esta vez, sus dos cejas se curvaron con elegancia. En verdad, atractivo.

–Torrenti –añadió con un toque irónico. Por un segundo, él pareció sorprendido. Solo uno.

–En realidad, cualquier rama de tu familia me parece interesante –su risa seca hizo que le recorriera un escalofrío. Debía estar pescando algún virus porque no dejaba de sentir un incómodo frío.

–Cualquier rama de mi familia... –Stella lo repitió, pues no sabía qué podía decir sobre ese comentario. ¿Qué se proponía hacer? ¿Enamorarla? No parecía eso. ¿Seducirla? Mucho menos, ese témpano de hielo no lograría seducir a nadie ni siendo el último hombre de la Tierra.

–No te ofendas pero tu conversación no es muy inteligente –apuntó Cayden mirando al suelo– ¿regresamos al salón?

Stella se encontraba tan sorprendida y furiosa que los balbuceos que provinieron de sus labios poco le ayudaron a contrarrestar aquella afrenta tan evidente. ¿Cómo se atrevía?

–Buenas noches Stella –sonrió encantadoramente. Ella no le respondió–. Entonces, ¿paso por ti mañana a las ocho?

–¿Qué? –Stella soltó una carcajada de incredulidad. ¿Acaso la estaba invitando a salir?

–Sí, te prometo que mi ánimo para charlas sin sentido estará más que dispuesto mañana.

–Pero yo no estoy interesada en salir contigo.

–Pero lo estarás.

–Pareces muy seguro.

–Lo estoy.

–Voy a pensarlo.

–Hasta mañana a las ocho, Stella –recalcó Cayden tomando su mano y llevándosela a los labios. ¡Era tan absurdo!

¡Y creía que saldría con él! ¿Qué pensaba? ¿Qué al decirle que su conversación no era inteligente la provocaría para salir con él y demostrarle que se equivocaba?

Lástima. ¡Ojalá hubiera estado equivocado! Pero él lo sabía. Un reto era difícil de resistir. Más si una era descendiente de los Torrenti – Ferraz.

Inevitable (Sforza #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora