Secuestrada → l.t PAUSADA HASTA NUEVO AVISO

Capítulo 38: Zapatos rojos.

Llego a casa y me quedo despierta por bastante rato, sentada en mi cama, lo pienso por algunos segundos y tomo el teléfono. Busco en mi directorio el nombre de prima Rosie. Sé que ella puede ayudarme. Rosie, era como mi hermana mayor, ella tiene 22, la misma edad que Louis, vive al norte de Irlanda y hace meses que no hablo con ella. Es enfermera y esta guapísima, solo espero que mi noticia no le llegue tan de sorpresa ni crea que es una locura.

— Hola — contesta ella al otro lado de la línea — ¿Quién habla? — pregunta y no soy capaz de decir nada. 

— Rosie... soy yo.

— ¿Amy? — pregunta con sorpresa.

— Sí... 

— ¡Amy! Cariño, ¿Cómo has estado? supe lo que te sucedió, hace algunos meses... lo siento mucho.

— Rosie... te necesito.

— ¿Qué sucede, pequeña? ¿Está todo bien?

— No... — digo y empiezo a llorar — ¿Puedes venir por favor?

–Claro que puedo, estoy de vacaciones desde hace una semana. ¿Qué necesitas?

— Rosie, es muy largo, ¿Quieres que te cuente haga mañana?

— No tengo problema, aquí todos están dormidos — dice muy segura — ¿Qué sucede?

Estuve poco más de una hora al teléfono, hablando con mi prima. Quien casi se infarta al momento de contarle la historia y cree que estoy enferma, pues cree que siento lastima por mi secuestrador. Pero no, nada de eso.

— Ay... Amy. Veré que puedo hacer, por lo tanto — suspira y titubea un poco — diré que iré a pasar unas vacaciones contigo ¿Está bien?

—Sí, mejor no puede ser ¿Cuándo vienes?

— No lo se, no estoy segura pero quizá en dos días salgo para allá.  

— Te espero...

— Amy... mira – dice y se queda en silencio unos segundos — esto es extraño, tanto para mí como de seguro lo es para ti, pero sabes que te ayudare en lo que pueda y siempre y cuando tú te encuentres bien ¿Okey?

— Te lo agradezco. 

Colgué el teléfono y me sentía aliviada, saber que ahora podría contar con la ayuda de alguien, era bastante reconfortante. Me dio vergüenza decir que estaba enamorada y de quien, sobre todo por todo lo que no conté, por todo lo que había pasado estando con Louis.

Despué s de algunas horas de haber dormido, desperté cuando el sol todavía no había salido. Me di un baño y busque algún tipo de ropa más decente, que pareciera que no soy una mala persona y rogar a que por hoy no estuviera la misma persona a la que llame "Zorra" que bastante merecido se lo tenía.

Me puse unos jeans y una chaqueta negra. Sí, nada de lo que planee. Pero seguramente ahí seguiría esa persona. Salgo de mi casa y voy a una cafetería del centro de Londres, en donde solía ir a desayunar con mi madre, cuando papá estaba de viaje, tal como ahora.

Pido un capuchino de vainilla y un par de donas de chocolate. Pago y me retiro de aquel lugar, al salir visualizo frente a mí, aquella librería en la que nunca había tomado en cuenta algo...

Ahí fue... la primera vez en la que había visto a Louis. 

Entre a aquella librería y busco "Lo que te hace hermosa" 

— ¿Puedo ayudarla señorita? — me dice un empleado del local. Sonríe y no disimula su interés en mi escote tan discreto.

— Si es tan amable por favor — digo y señalo que libro es el que deseo.