Secuestrada → l.t PAUSADA HASTA NUEVO AVISO

Capítulo 43: Le has dado demasiado.

Tenía ganas de seguir durmiendo... pero Zayn pasaría por mí en treinta minutos y no era posible. Me sentía cansada y con mucho asco todavía, no me quería levantar y me costaba trabajo permanecer paraba o caminar sin sostenerme de algo. Me quite la ropa y me metí a la ducha para despejarme un poco y despertar un poco más. Por un momento sentí que me derrumbaría a causa de un terrible mareo, que me hizo quedar viendo puntitos. Pase el jabón líquido por mis brazos, piernas y un poco de champú en la cabeza; seque mi cuerpo con una toalla y después me cubrí con una bata de baño. Estaba a punto de salir del baño cuando sentí nuevamente la terrible sensación de falta de aire, porque había algo que lo interrumpía, rápidamente me hinque en la taza del escusado y vomite nuevamente, sentía como si me hubieran sacado el aire de un golpe. Como pude me puse de pie y me lave los dientes, fui a mi habitación y me vestí, con unos pantalones azules, unas botas cafés y una chaqueta de mezclilla. Mi teléfono empezó a vibrar y conteste al instante.

— Hola — conteste — ¿Quién habla?

— Soy Zayn, te estoy esperando aquí afuera — su voz ahora sonaba mejor que ayer, ahora era mucho más tranquila — ¿Cómo te sientes?

— Mejor — mentí, me sentía fatal — ¿Sabes?

–No, no sé dime.

— Sigo pensando que es una exageración lo de ir al doctor tan temprano, veras que un par de días estaré mejor y... — me interrumpe.

— Y nada, baja ahora mismo que tienes que sentirte mejor hoy y no otro día.

— Ahí voy — digo resignada. 

Tomo mi bolso y un par de guantes guardados en mi bolso, hecho mi teléfono allí y me dispongo a salir de mi casa, pienso en tomar las llaves de mi auto, pero sería una grosería para Zayn, creerá que me incomoda su presencia, cuando en realidad me tranquiliza. Salgo de casa y el sol ya ha terminado de salir. Esta pringando y de repente el cielo se pone nublado, alcanzo un paraguas de la entrada y lo llevo conmigo. Zayn está recargado sobre la cajuela de su auto, entre sus labios llevaba un cigarrillo, lo tiro al suelo y lo piso un par de veces con su zapato. 

— Te ves más pálida que ayer — sonríe y se frota los brazos con las manos. 

— Que exagerado — digo con la mirada baja — estoy bien.

— No — dice negando con la cabeza — no lo estas, ya vámonos.

Entramos en su auto y conduce hacia un consultorio cerca del centro de Londres, todo va tranquilo, intento no hablar sobre Louis, porque me avergonzaría mucho que no quiera responderme o no tener nada de qué hablar.

— Ten — dice y me ofrece una bolsa de papel — come un poco.

— ¿Qué es? ¿Pan? — pregunto mirando con horror la bolsa, me mira y no tengo otro remedio que aceptarlo.

— Me parece que necesitas vitaminas o... — lo piensa un poco, su cabeza esta hacia mí, pero sus ojos van hacia la carretera.

— ¿O qué? — pregunto y llevo un pedazo de pan dulce a mi boca.

— No mejor no. 

— Mejor no ¿Qué? — pregunto — no me dejes con la intriga, no lo soporto.

— Cuando te digan que estas bien te diré lo que pienso, aunque debo de estar loco.

— Si tú lo dices... 

— Solo debes de estar anémica.

— ¿Me estas mintiendo? — pregunto. 

— No — niega con la cabeza — lo digo enserio. Estudio medicina, bueno — menea la cabeza y rodea los ojos — estudiaba.