A/N: Escrito en el mes de mayo del 2016 aunque la idea es proveniente de un draft a inicios de enero del 2015.
Levi Ackerman nunca esperó entablar amistad con la pequeña niña de la casa vecina de color azul. Tan sólo era un chiquillo de diez años cuando se encontró con ella por primera vez una tarde de forma accidental en aquella época donde él y su tío Kenny llegaron a Shingashina por motivos familiares; aunque algunas voces que husmeaban en los rincones de la vecindad, rumoreaban un pasado criminal por parte de aquel señor que siempre portaba un sombrero de paja y una navaja en su bolsillo izquierdo.
Kenny Ackerman era un hombre de estrictas convicciones, su mirada hipnotizante y amarillentos dientes le brindaban una extraña impresión de superioridad y terror. Sus palabras eran usualmente vulgares y crueles, el hábito de fumar era uno de sus pasatiempos aunque nunca aceptaría que se había convertido en una severa adicción, y aquella regla con mantener impecable la casa donde habitaba junto a su sobrino había ocasionado que el chico de cabello oscuro y ojos sin expresión le generase un desorden compulsivo respecto a la limpieza.
En la casa de color azul habitaba el Señor Ral y su hija llamada Petra, una niña de brillantes ojos y cabello cobrizo; donde un pequeño hueco se mostraba entre sus dientes incisivos cada vez que ella sonreía, tal y como le sucedía a todas las niñas de su edad.
A pesar de la amable y sonriente personalidad que transmitía la pequeña, se podía notar un vacío en sus ojos. Después de todo, perder a una madre meses antes no había sido una carga sencilla por sobrellevar, y mucho menos para un hijo, cuando lo único que persiste en su mente son las cálidas memorias que tuvo junto a la persona que le cuidó en su vientre antes de nacer.
A causa de sus extrañas actitudes y hábitos, Kenny Ackerman insistió a Levi que se hiciese amigo de ella, ya que después de todo es lo que los mocosos de su edad hacen. Hacer amistades. Más Levi se resistió por cierto tiempo. Quizá la diferencia de edad no era mucha, sin embargo un niño de diez años no piensa igual que una niña de seis, después de todo.
—Deberías sonreír más seguido. —Fueron las primeras palabras de Petra en aquella ocasión, una tarde donde el sol caía por la ventana de la sala, y aunque no existiese malicia alguna en aquella sonrisa que le dirigió, a él no le pareció grato que le ordenasen qué hacer.
—Hm. —respondió Levi con la mirada fija en la muñeca de tela que cargaba entre sus brazos, su expresión fría y sin emoción. —Y tú estás algo grandecita para jugar con muñecas. ¿No?
Ella le dejó de hablar por el resto del día. Pero cada vez que sus caminos se cruzaban durante el transcurso de los meses, siempre le saludaba con amabilidad y una sonrisa. En ocasiones, el también respondía al saludo.
De alguna forma, se acostumbraron el uno al otro, no era necesariamente una amistad pero era extraño el hecho de que una chica tan gentil como ella permaneciese en sus ratos libres jugando a las cartas o leyendo en las escaleras del portón de su casa junto con un muchacho tan huraño como Levi. Más ambos se entendían uno al otro y eso era más que suficiente.
Levi tenía catorce años y el cumpleaños número once de Petra se avecinaba.
—Sabes Levi, mi cumpleaños es en un mes. —Ella decía en una templada mañana de Noviembre, mientras ambos caminaban rumbo a sus respectivos hogares.
—¿Y?
—¿Qué me vas a obsequiar? —Una sonrisa se formaba en sus labios, sus pequeños dedos jugueteaban con la vieja bufanda amarilla que colgaba en su cuello.
—Nada. —Fue su seca respuesta, más no era novedad.
—Quiero que me regales un beso. —La pequeña niña dejó de caminar y un tierno color le cubrió las mejillas.
—Estás tonta. —Levi espetó con firmeza, sintiendo como una extraña sensación de ansiedad corría por sus huesos. Los gestos de afecto eran foráneos para él, y no se encontraba lo suficientemente seguro como para cumplir una propuesta de esa índole.
—¿No te gusto?
—No sé de dónde sacas esa idea.
Notó como las cejas de Petra se fruncían en confusión por unos frágiles momentos, y una hermosa sonrisa apareció en su rostro. Que chica tan extraña. Con tierna gracia en su caminar, se acercó a él y golpeó su pecho de forma divertida, pero firme.
—Un día lo harás, y yo te voy a gustar mucho.
—Palabras sin sentido. —Levi se cruzó de brazos, cómo si eso llegase a suceder. No existía tiempo para pensar en chicas de esa forma, no cuando había otros problemas por enfrentar.
Petra se despidió con un adiós mientras desaparecía por el portón de su casa, y aquella conversación jamás volvió a existir.
A/N: Originalmente me inspiré en los personajes de Rudy Steiner y Liesel Meminger que aparecen en "La ladrona de libros" escrito por Markus Zusak, el cual es una de mis historias preferidas. En la versión original hay una continuación a este primer suceso, el cual es base para una historia detallada; sin embargo aún permanece como un hilo sin aguja.
ESTÁS LEYENDO
Universos
RomanceRecopilación de escritos Levi/Petra, distintos universos, mismo fin. (COMPLETO)