El experimento

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A/N: Los personajes y trama original son propiedad de Hajime Isayama.

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Para llegar a al laboratorio de Hange Zoe—también se le conocía como cuatro ojos— se debía dejar el automóvil a un costado de la última estación que el tranvía que recorría la zona de Trost. Después se buscaba una puerta de color verde militar e inspeccionar que nadie mirase alrededor. Se ingresaba una tarjeta electrónica que muy pocas personas contaban con ello y esta puerta se abría después de registrar el código de la tarjeta la cual era cambiado semanalmente por seguridad. Aquella puerta dirigía a unas escaleras subterráneas a plena oscuridad, por lo que la única forma de no caer en ellas era conociendo la cantidad de pasos por llevar—cincuenta y siete pisadas era el número particular.

Después de unos minutos de oscuridad, se adentraba rumbo a una puerta metálica. Nuevamente se debía registrar la tarjeta para finalmente ingresar a la habitación principal, conformada por unas sillas de madera, una mesa y a un lado una cocineta básica.

A simple vista, para los nuevos visitantes podría parecer un lugar insignificante. Lo cierto, era que cuatro personas en toda la región de Trost y el conglomerado de Sina, Maria y Rose estaban aprobadas para ingresar a la siguiente sección.

El hombre dirigió su huella digital en la esquina de la cocineta, dentro de un gabinete y en un instante, la habitación se transformó en una mayor con aroma a medicamento, libros viejos y paredes plisadas de color blanco.

Miró de reojo las mesas con frascos y matraces que vibraban coloridos ante el sistema de presión que eran sometidas, algunas de ellas de mayor volumen y humeantes. Dispuestas a quebrarse y estallar a nivel exponencial a causa de la cohesión de moléculas. Más eso era común de alguien como cuatro ojos y no le sorprendía en absoluto, pensó el hombre con aburrimiento.

—Oi, ¿Qué no está Moblit hoy? Tienes la entrada hecha un desmadre.

Hange no dejaba de reír ante aquella cosa que era tan importante frente a la gigante pantalla, por lo que una vez le escuchó hablar se giró con lágrimas en sus ojos, a causa de la risa.

—Leviiiiiiiii, hasta que llegas. Y si te refieres a Moblit, le dije que se tomara una siesta, que ha estado toda la semana encerrado aquí.

—Hay cámaras por todos lados, cada vez es más tardío ingresar.

—Eh, si. Eso dijo Erwin la vez pasada. —respondió Zoe con desinterés —Desde que los Reiss subieron al poder, se ha vuelto más difícil las pruebas militares. Pero vaya, al fin estás aquí.

—Vengo por que los mierderos de la policía militar ya están cuestionando tu ausencia en las juntas. Empezando por el cabezota de Dawk. Si no les llevo una respuesta, van a sospechar.

—Descuida que mañana hago mi acto de presencia a primera hora. Ahora, te mostraré en lo que he trabajado que has llegado en el momento indicado.

El hombre—Levi, se colocó la bata blanca como protocolo y los guantes negros ya que si bien conocía a Hange desde el inicio de su carrera militar, tenía sus reservas en la mayoría de sus experimentos. Lo cierto era, que en toda la región de Paradis no existía la libertad y los militares comenzaban a escasear, desde que el comandante Erwin Smith había sido sentenciado y años después permanecer sin veredicto a pesar de aún permanecer en libertad como general de la Legión.

Durante ese periodo, muchos de sus camaradas soldados habían muerto a manos de las tropas enemigas de Marley, los cuales habían formado una alianza con el gobierno de los Reiss. Por lo que la misericordia ya no era existente y la traición estaba a flote. A pesar de las pérdidas, una joven generación de muchachos había surgido con el fin de formar una flotilla a gran escala contra el enemigo, más los recursos aún eran insuficientes.

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