"Sanidad"

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A/N: Los personajes y la historia original son propiedad de Hajime Isayama.

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Me lleva la madre. Pensó con amargura el capitán Levi al sentarse en la butaca de madera. Intentó reclinar su cuerpo hacia atrás y dejarlo reposar sobre la fría sensación de la pared, más el dolor proveniente de su cabeza le había hecho una mala jugada. Como alfileres punzando hasta la profundidad de su ser, pudo jurar que éstos traspasaban las diferentes capas de músculo en su interior.

En raras ocasiones, quizá hasta contadas con una de su manos había sufrido ese tipo de heridas en batalla, más una distracción bastó para que las leyes de la aerodinámica le hiciese una mala jugada durante la última expedición, horas atrás en la región prohibida de los titanes.

—Capitán, evite moverse con brusquedad—la voz de su subordinada interrumpió la quietud de la habitación. —la herida aún está fresca.

Escuchó un gruñido como respuesta y nuevamente el silencio reinó en la habitación. Levi cerró sus ojos, manteniendo su postura de forma recta en la silla y optó por enfocarse en el aroma de la mezcla de alcohol etílico y el sonido de su subordinada mover algunos objetos de la mesa que se encontraba a un costado de la butaca.

—Bien capitán, ahora le pido que se mantenga así y no se mueva. —sintió la voz de Petra escucharse un poco más cerca, eran contadas las personas que se les concedía tenerle a cierta cercanía. Sin embargo, Petra era una buena soldado y su presencia le era agradable. Al menos cuando la chica no se encontrase de mal humor o riñendo con Oluo como sucedía en la mayoría de los días, o inclusive en batalla.

—¿Tus manos están limpias? —sabía la respuesta, más no pudo evitar cuestionarle. En la vida de un soldado al verse involucrado en sangre, el riesgo de contraer alguna infección ante falta de higiene era inevitable, por lo que era necesario seguir con ciertos protocolos de limpieza.

—Claro que sí—la joven soldado sonrió—de lo contrario Hange sería mi reemplazo en este momento.

—Preferiría quedarme atorado en el baño a cuatro ojos brindándome primeros auxilios.

—No sea tan duro con Hange—respondió Petra al encontrar el nudo proveniente de la venda, muy cerca de la sien del lado izquierdo de su superior. Un simple corte con una pequeña tijera quirúrgica y la venda se desenvolvió con facilidad entre sus manos. —Esta sangre ya se ha secado, pero aún se ve la herida inflamada.

—Qué novedad. —Esta vez el capitán Levi decidió abrir sus ojos y se encontró con la fija expresión de su subordinada, sintió el contacto de una de sus manos tocar unos cuantos cabellos de su flequillo y posar una franela húmeda con aroma alcohol. Después, su mirada se enfocó en la tupidez de sus pestañas y el ambarino color de sus ojos. Es linda, tuvo que admitirlo una vez más. Para después reprocharse a sí mismo y nuevamente culpar a Hange por ser la causante de meterle ideas extrañas. — ¿Dónde aprendiste todo esto? —optó por hablar de cualquier cosa y evitar pensar en la proximidad del rostro de la joven, y que simplemente se encontraba haciendo su labor como soldado.

—¿De verdad quiere saber la historia, señor?

—Te hice una pregunta, Petra.

—Lo siento señor, usted no es una persona de muchas palabras. —Esta vez Petra lo miró con cierta confusión. Conocía lo suficiente a su superior, si bien era la definición de la excelencia y disciplina en la Legión, no era muy característico en palabras gentiles y mucho menos en entablar una conversación. Donde se encontraba Petra y los demás; el capitán Levi se mantenía alejado de ellos. Tal parecían llamarse "El Escuadrón" y "Levi", o quizá solo prefería mantenerse al margen. O quizá los accidentes le permiten abrirse un poco más a conversar. —pensó con cierta pena.

—Me está matando este jodido dolor, ocupo distraer mi mente. —la voz del hombre se escuchó con mayor gravedad y Petra pudo notar que sus palabras eran sinceras y deseó que su dolor se cauterizase lo más pronto posible. Ver a su superior de mal humor, lo cual era común no era una actividad muy agradable ya que cualquier palabra era dicha en vano y terminabas limpiando los establos.

—Cuando era una niña, mi madre me enseñó sobre los primeros auxilios porque era deber de una señorita adquirir esa habilidad antes del matrimonio. Me parecía aburrido aprenderlo ya que prefería subirme en el caballo que teníamos en aquel tiempo, aquel que nos llevaba al centro de Trost. —Cogió un mechón oscuro de su superior y éste se tensó por alguna razón, más Petra sintió regresar el tiempo años atrás, cuando la vida era más simple a su alrededor y apenas se escuchaban los rumores de los gigantes aparecer en los carteles del pueblo. —Entonces un día hubo un extraño suceso en casa de una familia vecina y hubo heridos.

Y Petra le contó que el doctor más cercano se encontraba kilómetros lejos del pueblo y que había un niño de cinco años con su vestimenta teñida de sangre e inconsciente, y ella le cuidó con lo poco que había aprendido. Una vez que el doctor llegó al lugar de los hechos e inspeccionó al menor, le había felicitado por la pequeña labor ya que había evitado que las heridas provenientes de un cuchillo se profundizasen y se generase una infección más grave.

—No volví a saber de ese pequeño, pero aquella primera vez sentí que había salvado una vida.

El Capitán Levi le escuchó y al igual que ella, sabía la importancia de salvar las vidas de las personas que valían la pena, de los inocentes, de los que no causan maldad, de los que buscan la esperanza. De sus compañeros, cada uno de ellos valía por su esfuerzo y dedicación a la Legión.

La última expedición si bien se había completado en base a la estrategia del comandante Smith, por poco pierde la cabeza al maniobrar con su equipo de tercera dimensión y caer metros hacia el suelo, al no alcanzar la velocidad adecuada. Era caer al vacío o ser carnada de un titán de quince metros. Las heridas físicas se regeneraban, en la muerte solo existía el fin. Sus últimos recuerdos fueron el grito desesperado de Petra a lo lejos y la sensación de incontables suturas en su frente y cabeza una vez que lo movieron hacia una zona de resguardo.

El antiséptico había cesado un poco la pesadez en su cabeza, por lo que al ver a su subordinada regresar con una venda limpia y repetir el patrón de envolver la tela alrededor de su frente, sus miradas se cruzaron.

—Eres una buena soldado, Petra. —dijo Levi con firmeza, y el rostro de Petra se tornó sorprendido por un instante, para después iluminarse con una amplia sonrisa.

—¡Gracias Capitán! —La joven quebró el extraño momento, ligeramente agitada por el comentario. En definitiva los accidentes volvían al capitán un poco más extraño de lo normal. Aunque en un mundo alrededor del Capitán Levi, las circunstancias generalmente eran anormales. —Hago mi mejor esfuerzo, espero no defraudarle.

No Petra, no me defraudas. Pensó Levi un tiempo después, cuando la noche cayó y Petra le había dejado una taza de té humeante en la mesa de su habitación y le había demandado que se retirase a descansar. La sensación caliente de la bebida le escaldó la lengua, más no importaba. Era lo suficientemente agradable y relajante, la calidez llegaba hasta la tensión de su herida en la cabeza.

De pronto, la silla donde se encontraba era muy cómoda y una vez la taza vacía regresaba a la mesa, el capitán Levi se dejó llevar en un profundo sueño.

Eran buenos soldados, era una buena soldado, era una valiente soldado, era una muy bonita soldado...

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A/N: He aquí un poco de rivetra sutil, pienso que esta pudo haber sido una faceta más real de ellos dos en el canon. Algo existía o estuvo cerca de formarse, pero no se concretó. Espero les agrade, me ha costado un poco encontrar un tema para escribir, pues no me agrada ser repetitiva en mis ideas. 

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