Universos

Reconciliación

"—Maldita cuatro ojos, ¿Acaso has olvidado que es de muy mal gusto dejar el retrete atorado?

—Yo creo que es peor aún entrar al baño equivocado, señor.

La mesa estalló en risas ante el momento incómodo, el ruido de las copas juntarse unísonas se volvió intolerable y su primer pensamiento fue que aquella mujer de ojos miel era igual de aburrida que los demás, más tal fue su equivocación al notar que ella fue la única que permaneció interesada por el resto de la noche ante sus frases de mal gusto.

Jamás se había sentido tan fascinado en su vida."

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El abrir sus somnolientos ojos en respuesta de aquel pesado sueño que no le permitía despertar momentos anteriores, le hace recordar que la cama ya no se encuentra vacía ya; más su cuerpo no cesa de sentir escalofríos.

Siente el cuerpo de su compañero moverse entre las sábanas de algodón, girándose hasta encontrarse frente a ella; el silencio de sus miradas permanece por un largo momento, comunicándose en aquella forma tan habitual desde la primera vez que sus ojos se encontraron de manera inconsciente en las ajetreadas calles del centro de Sina, hasta reencontrarse nuevamente en una cena establecida entre amigos en común.

—¿Todo bien? —pregunta el hombre de mirada impasiva, casi invasiva para algunos; más ella le conocía perfectamente que sus ojos albergaban preocupación y el esfuerzo aprendido de interesarse en el bienestar de los demás desde tiempos atrás.

—Sólo un mal sueño.

Un par de brazos la rodean en un firme abrazo, los cuales son correspondidos con la misma efusividad y añoro de haber perdido la sensación de ser protegida sólo por él, a causa del caos que sobrevino a su vida y la desesperación de encontrar respuestas, mismas que no encontró y que llenaron de vacío su interior.

Siente sus labios presionar los suyos, hasta que ella no puede evitar sonreír ante la picardía de sentir su lengua acariciar su boca con intrusión.

—Levi...—ella esconde su rostro en su pecho, sonriendo ante el cosquilleo de efusivos besos recorrer su cuello y nuca.

—Quiero aprovechar el tiempo perdido, —responde él con torpeza, más sin deseo de ir más allá de lo habitual, apenas habían transcurrido pocas semanas desde que él se había mudado al pequeño departamento; las paredes de color tenue y lo pequeña que era la cama en la que yacía aún le hacían sentir fuera de lugar —pero por ahora debes descansar.

La joven mujer acaricia su oscura cabellera, suaves manos reposan entre los lacios cabellos y bajan hasta el corte militar de su nuca, generando un gruñido de satisfacción. De pronto, una sensación en forma de epifanía inunda su corazón y el hecho de estar junto a él es más que suficiente para ella y han transcurrido tantas estaciones que simplemente tiene que decírselo, antes que sea demasiado tarde otra vez.

—Te quiero, Levi.

—Yo también te quiero.

Y Levi planta un beso en los sudados cabellos anaranjados, emitiendo un largo suspiro ante la realidad de la situación, la coincidencia de tener nuevamente a su esposa en sus brazos, el remanente de su amor y sus besos impregnados en su ser y la mezcla de los recuerdos de su pasado; sus acciones y el precio que pagó desde aquel día que un error cambió el rumbo de sus vidas.

Ahora que estaban juntos nuevamente, ¿Era acaso en vano tener el mismo presentimiento viviente en sus mentes?

Una pieza clave recobró vida en sus pensamientos y sintió su corazón detenerse, repitiendo el pensamiento una y otra vez hasta convencerse a sí mismo que no estaba equivocado, si no más cerca de lo que pensaba, de descubrir la respuesta al misterio más terrible al que se había enfrentado en su treinta y ocho años.

—Ya sé dónde lo podemos encontrar, Petra.

Los ojos de la joven mujer se abrieron con desmesura y un quebranto de esperanza inundó la habitación.

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"El único rastro de aquel mediodía fue un pequeño zapato roto, un triciclo rojo vacío y un hombre dispuesto a asesinar con el fin de encontrar el paradero de su unigénito, porque Petra ya no le amaba más."