«Capítulo 6»

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Kakarotto

Hace varios minutos que dejó de poner resistencia. Se rindió.
Pataleó, intentó gritar, empujó y hasta me rasguñó. Pero no pudo detenerme.

Se resignó y dejó de pelear al ver que no podía contra mí. No lo negaré, sí duelen sus golpes. Es más fuerte de lo que pensaba.

De rodillas sobre su cama, con su cabello suelto. Está hipando y no deja de llorar. Deslizo mis manos por su espalda desnuda y acerco mi rostro para oler el delicioso aroma que emana de su cuerpo.

Desde que llegué aquí no he dejado de sentirlo.

Su transpiración cuando entrena, el olor a rocío que todas las noches surge de su habitación debido a sus lágrimas, el agridulce aroma de su excitación cada que el príncipe está cerca de ella.

Y todo esto se ha incrementado por acción de la luna llena.

Lo niega, finge que no quiere, y quizá no está lista mentalmente. Pero su exquisito cuerpo pide ser tomado a gritos, está suficientemente madura para experimentar, es pura aún. Patético Vegeta por no aprovechar esta oportunidad.

Su cabello es negro, su apariencia parece una saiyan, un nivel de pelea alto. Una delicia ante mis ojos, tiene que ser mi mujer.

-Deja de temblar, hembra -Digo mientras mi cola se enrolla en su cintura y la apego a mi cuerpo. Tiembla como un conejo.

Sus manos cubren las mejores partes de su cuerpo. Sus senos y su entrepierna. He logrado desvestirla pero se niega a darme acceso.

-¿Po-por qué me haces es-esto? -Pregunta con la voz quebrada. Ahogada entre sus lágrimas y el fluido de su nariz.

Tomo su cabello y acerco su cabeza a mi cuello.

-¿Acaso no es obvio?, te deseo hembra, desde hace días que lo hago -Susurro en su oreja.

Su excitación crece, puedo sentirlo. Su mente se resiste, su cuerpo la traiciona. Caerá tarde o temprano. Y no pienso medirme esta vez, no me interesa si incluso la asesino. Un saiyan sólo libera tensión cuando destruye o cuando tiene sexo. Yo no he hecho nada de eso en treinta lunas. La necesito ahora.

-¡Suéltame!, no eres nada mío, no tienes derecho -Gruñe y sujeta mis antebrazos.

Lo que esperaba.

Al retarme deja su cuerpo expuesto.

Llevo mis manos a sus pechos.

Gime. Se enoja consigo misma por hacerlo.

-Te das mucha importancia, me rogarás que te folle cada noche después de esto -Llevo mis manos a sus piernas. Intento separarlas.

Amaso sus pechos intentando que se relaje. El placer lograra lo que yo quiero.

Saco la lengua y lamo su cuello. El sabor a miedo está presente en su piel. No es como las otras con las que he estado, todo de esta hembra me excita, y mi miembro es testigo.

Joder, ¡cuánto me estorba la ropa!

-Ah, Kakarotto... -Llama entre jadeos, incluso su voz es increíble. Dejo de lamer su cuello para escucharla- Sólo... Por favor... No quiero que mi padre se entere.

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