Sería diferente

«Capítulo 10»

Kakarotto

Un último golpe y la mujer cae a un metro de distancia, y eso que no le di con fuerza.

Se levanta pesadamente y limpia la sangre que escurre de sus labios, frunce el ceño y aprieta los puños.

—Golpeas como anciana ebria —Se burla. ¿Acaba de insultarme?

—No intento herirte, sólo hacerte ver que no resistirás ni una semana con esto. Haces perder mi tiempo.

Se endereza, está enojada.

—Y yo intento hacerte ver que no es necesario que te midas. ¿No quieres matarme o qué? Solo es una pérdida de tiempo si no me entrenas como es debido —Levanta la voz.

Justo en el blanco. Sabe lo que quiere. Tiene determinación.

Llevamos dos días terrestres en esta nave según los relojes de la chica de cabello azul. Todo huele a tensión, entre ellas dos, entre la mujer y el príncipe, entre el príncipe y yo. Esto es un asco.

Y esta hembra lo sabe.
No se tomó para nada bien la idea de que Vegeta y la otra hayan venido. Parece que el hecho de que hubiéramos sido sólo nosotros dos le era más agradable.

El trato era que la ayudaría a entrenarse a cambio de follarla si lo necesitaba y de la técnica de detección de "Ki", como ellos le dicen.

Pero llevamos alejados de alguna luna todo este tiempo que ya no estoy interesado ni en ella ni en su cuerpo. Ya no le veo el caso para seguir "entrenando". Aunque no lo niego, logra excitarme cada que se enoja, el aroma de su transpiración y las rabietas que hace.

Por otra parte esta esa tal Bulma. Las tres habitaciones fueron para nosotros y ella se encierra casi todo el tiempo en la cabina de control de la nave, pero cada que la veo o ella me ve se insinúa. Ahora sé el por qué Vegeta no asesinó a alguien tan insoportable y vulgar como ella.

La primera "noche" nos encontramos cuando se dirigía a la recámara del príncipe. Portaba un camisón delgado y al hacer una reverencia frente a mi dejó a la vista sus enormes pechos. Mucho más grandes que los de Milk debo admitir.

Mientras que en Vejîta los saiyajines prácticamente teníamos que violar a las hembras porque no se dejaban, ésta vulgar casi se le ofrece a cualquiera. Hace unos meses sus caderas, sus piernas y sus senos me habrían hecho darle duro sin importarme que fuera la hembra de Vegeta.

Pero no me explico por qué no me sucede ahora. No me interesa en lo absoluto.

—Kakarotto... —La princesa toca mi hombro. Me separo de inmediato.

—Si quieres que te siga entrenando no traigas esa ropa mañana —Señalo sus prendas— Ocultan demasiado y no te permiten moverte como es debido. Sin mencionar que las faldas largas te hacen tropezar y las telas se rompen con facilidad.

Quiere poner un pero.
La dejo con la palabra en la boca y paso de largo.

Milk

¡Uy!
Maldito Kakarotto.

Mono salvaje y grosero.
Es peor que tener que tratar con Vegeta.