«Capítulo 16»

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Kakarotto

Esto no significa nada.
El hecho que la mujer haya venido conmigo no significa nada. Sólo fue parte de la misión.

Nos escabullimos por terreno bajo. En poco tiempo estamos en una de las calles más transitadas de Vejîta. Parece que no han habido misiones pues la mayoría está aquí. La calle es pequeña y pasa demasiada gente. Están dentro de los bares, vendedores ambulantes de otros planetas y comerciantes, hay prostitutas intentando atraer clientes, se escucha ruido por donde sea, incluso peleas. Nunca me gustó andar por la ciudad.

De vez en cuando volteo para asegurarme de que la mujer no se me pierda de vista. Anda con la mirada hacia abajo, seguramente siguiendo mis pasos. Pero joder. Me excito con solo verla. Usando esa armadura parece una auténtica saiyajin. Nadie sospecha, los que nos miran pasan de largo, otros se le quedan mirando. El traje le moldea la cintura, el trasero y los pechos. En su cuello tanto ella como la otra se han puesto una especie de cinta, les ocultan las las mordidas, lo cual es bueno a juzgar por donde estamos.

Levanto la vista y hacia enfrente está el castillo. Seguramente ahí está mi padre, esperando para completar la misión. No hay manera en la que pude avisar que llegamos.

En un rincón de un callejón hay una pareja. Un macho sobre una hembra, ambos saiyans. Están en la primera fase para empezar a follarse. Aquí se acostumbra marcar el territorio o la pertenencia de una hembra con un acto en público. Miro a la hembra, muerde sus labios, la recuerdo saltando sobre mí. Muero por desnudarla aquí y ahora, penetrarla y proclamarla como mía una vez más.

Estúpido Vegeta.

Mientras avazamos algo toma mi muñeca derecha, es un alguien. Me jala hacia él. La mujer me mira y avanza hasta quedar más adelante, queda de espaldas.

—¿Ya ni siquiera me saludas? —Ese alguien me voltea para mirarlo.

—¿Celery?

Me rodea el cuello con sus brazos y se sienta con las piernas cruzadas en unos barriles apilados sin soltar mi mano con su cola.

—¿Ya de vuelta, Kakarotto? —Se aproxima, me besa.

Sujeto su cintura y la apego hacia mí. Celery, una hembra de cabello hasta los hombros, alta, cintura delgada, grandes pechos, y mano derecha del general del escuadrón 56, también una de las pocas prostitutas con las que me acosté más de una vez.
La segunda vez dijo que de todos sus clientes soy el que mejor sexo le ha dado, no puedo decir lo mismo. Estaba muy abierta para mi gusto, pero no estaba nada mal.

Miro de reojo a la mujer, estaba volteada observándonos, en cuanto notó mi mirada se dio la vuelta de nuevo.

—Oye querido, ¿no quieres servicio? —Pregunta al momento que rodea mi cadera con sus piernas. Hace rozar nuestros sexos. Me es inevitable gruñir.

La aparto de mi.

—Hoy no, estoy en una misión.

—Pero si acabas de venir —Hace un puchero— Además lo necesitas —Gime. Baja una de sus manos y toca mi miembro por sobre la ropa. Alejo su mano, suficiente tengo con estar andando con esta piedra como para mojarme aquí mismo.

Alza su cuello y observa por sobre mi hombro. Devuelve la vista a mi pecho. Baja las piernas soltando mi cadera.

—Mmh, entiendo —Asiente con los ojos cerrados. Se ríe. Libera también mi mano.

Sería diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora