Lárgate.

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15

Niall no dijo nada. Y me sentí una estúpida por haber creído que se disculparía o algo así. ¿Qué pensaba? Este chico es más frío que el hielo mismo. No podía concebir la idea de que algún sentimiento viniera de ese hombre.

Así que sólo me quedé en silencio y bajé por las manzanas utilizando mis habilidades en gimnasia. Sabía que era algo peligroso pues estaba muy empinado el terreno, pero el coraje y la adrenalina que me había dado el llorar tanto había hecho que no me importara el riesgo de herirme. Lo cual sucedió: aterricé mal y me raspé la rodilla izquierda.

Cuando subí ya con los frutos y Niall quiso ayudarme con la rodilla, todo lo que hice fue rodearlo. Lo que había pasado había herido mi orgullo de una manera muy fuerte, y en estos momentos lo último que quería hacer era terminar el doble o el triple de humillada. Si él quería burlarse de mí, yo no le daría el gusto.

No entendía qué era lo que yo había hecho para ganarme la hostilidad de Niall desde que nos conocimos hace ya una semana cuando me salvó. Muchas veces intenté buscar esa respuesta pero, era inútil.

Y dada la situación, no quería confrontarme a él. Lo mejor sería evitarnos mutuamente hasta que ambos cumpliéramos la parte del trato que nos correspondía.

Así que durante los tres días siguientes estuve haciendo lo mismo: ignorándolo. Él cazaba y traía la comida y yo sólo lo seguía e intentaba hacer lo que pudiera lo cual se limitaba a sólo recoger frutas no venenosas.

Para mi sorpresa, fue cuestión de tiempo hasta que él me dirigió la palabra por primera vez mientras caminábamos por la zona selvática número dos.

― Dian... ―dijo con un tono difícil de interpretar. Me limité a voltear a verlo. ― Oye yo... No sé qué te hice pero, deberías considerar el ser menos grosera con la persona que está manteniendo tu vida a salvo.

Mis pies se clavaron inmediatamente en el piso y la cólera parecía subir hacia mi cabeza como el agua haciéndose vapor.

Él me miró dudoso y yo sólo me concentré en no escupirle en la cara.

― ¿Qué? ―Preguntó él al ver mi expresión y mi cólera retenida.

― Eres un maldito idiota. Estoy harta. Estoy CAN-SA-DA. ―Respiré hondo antes de continuar. ―Desde que te conocí no haces más que tratarme cómo si fuese una niña pequeña, incapaz y estúpida. Eres hostil, grosero, rudo y descortés. Yo no tengo por qué soportar tu carácter para que después llegues y sólo digas que soy yo la que está siendo grosera. ¿Sabes? Prefiero morir ahora mismo que seguir contigo. Yo me rindo. ―Dije alzando las manos en el aire. Aquí el único idiota, era él.

El rubio, que mantuvo la compostura mientras yo hablaba, la rompió cuando terminé soltando la carcajada más humillante que pude presenciar.

Sin pensarlo dos veces, mi mano voló hecha un puño hacia su mejilla derecha tomándolo por sorpresa. El golpe resonó sólo una vez y en cuanto todo a nuestro alrededor se volvió silencioso, el chico posó su mirada enfurecida en mí y yo sentí miedo.

― No vuelvas a burlarte de mí. ―Intenté decir con voz firme, pero esta salió un poco indecisa.

― Esa me la vas a pagar. ―Susurró con su mirada aún retándome.

― ¿Lo haré? ¡Adelante entonces! Lárgate. Abandóname aquí pero sólo... Sólo aléjate. ―Le grité y seguido de esto pasé por su lado.

Seguiría sola. Sabía que sería un reto hacer este viaje sin Niall. Pero mi salud emocional se ponía en juego con él. Y no sé de donde, pero sacaría las fuerzas para sobrevivir hasta llegar a la Aldea.

Marked. | fanfic. (libro ahora disponible en amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora