Marked. | fanfic. (libro ahora disponible en amazon)

Despedidas.

3

―Hey, siéntate aquí. ―Ray le dio unas palmadas a un asiento libre a su lado.

―Gracias. ―Comencé a comer mientras ponía atención a una plática que daba Vanye.

―Sinceramente, no sé qué haré cuando Claire se vaya a Tierra en cuatro meses. Probablemente lloraré hasta morir. ―Claire me miró. Y con los labios articuló "dile".

―Yo me iré en 10 meses. Y Ray en 12. Por lo menos lo tendré a él y a Dian cuando Claire se vaya. Supongo que después de Claire sigue Dian, debido a que nacieron el mismo año.

―Sólo diles. ―Dijo en voz alta Claire. Sus ojos azules se cristalizaron.

― ¿Por qué me interrumpes, Claire? ― Preguntó Van.

― ¿Decirnos qué? ― Preguntó Ray.

― Diles. ―Recalcó Claire.

― No. ― Afirmé.

No quería que ellos sufrieran una despedida como la que yo sufrí con mi hermana mayor. Cuando fue enviada hace tres años.

Prefería guardarlo en secreto y evitarles el disgusto. Claro que todos sufriríamos eso. Desde que nacíamos marcados, era una vida de constante sufrimiento.

Desde el momento en el que cumplíamos 17 años, el gobierno mandaba a los jóvenes marcados al campo de entrenamiento. En el cual tenían que entrenarse hasta cumplir los dieciocho para llegar al planeta. Y aquí nos enseñaron de todo. Desde como matar hasta cómo curar heridas.

Pero para mí desventaja, yo era una inútil en todo eso. No importa cuánto lo intentara siempre era la peor del grupo. Un año aquí encerrada y no podía aún hacer una fogata. O dispararle en el corazón a alguien.

Es por eso que cada noche soñaba lo mismo. Un Yakati estrangulándome con sus fuertes brazos amarillos.

―Dian, ―la voz de mi amigo me volvió a la realidad. ―Dinos.

Mis ojos se volvieron acuosos, miré mis manos apenada. ―Hoy fue mi último día en el fuerte.

― ¿¡Qué!? ―Las voces de mis amigos sonaron al mismo tiempo. Odié a Claire por hacerme decírselos.

―Pero... ¿Mañana es tu cumpleaños? ―Dijo con lágrimas en los ojos Vanye.

―Sí.

― ¿Y no pensabas decírnoslo? ―Exclamó enfurecido Ray. Miré sus ojos marrones. Los cuales reflejaban dolor.

― Yo... no quería hacerlos sufrir con mi despedida. ―Susurré apenada.

― Dian...

Un sollozo se escapó de mis labios. ―Escuchen, ¿sí? Sólo... olvídenlo. Olvídenme ya. Lo más probable es que no dure ahí ni una semana. ¡Soy una inútil! Acostúmbrense al hecho de que moriré. ―Corrí fuera de la sala.

Sólo quería morir ya. Sin tener que esperar.

*

―Feliz cumpleaños, Dian.

―Mamá...― dije emocional. ―Luces triste.

―No pasa nada. ―Su mano ahuecó mi barbilla en un gesto cariñoso. ―Baja.

Ambas bajamos las escaleras y en la cocina estaba mi padre. Y en la mesa estaba un pastel casero. Mi padre miraba a un lugar perdido. Desde que mi hermana partió hace dos años, mi padre perdió la razón. Enfermando de depresión mayor.

―Hola papi.

―Dian― Su voz sonó como terciopelo. ― Hoy te vas, ¿cierto?