Impresionado.

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17

Enseñarme alguna tarea de supervivencia era como intentar enseñar a una larva a caminar. Lo habían intentado numerosos maestros en el fuerte pero nada funcionaba. Simplemente mi coordinación y mi puntería eran un asco. Y yo estaba convencida que Niall no podría hacerme dispararle ni a la más mínima criatura viva en este planeta.

― Muy bien, comencemos. ― Dijo el rubio mientras sacaba el arco de su estuche de armas. ― ¿Qué es lo que te enseñaron en el fuerte?

― Mmm, prácticamente lo básico. ―Dije alzando ambos hombros.

― Muéstrame tu posición. ―Yo lo miré con un semblante de confusión y él rodó los ojos. ― Párate ahí y haz como si fueras a dispararle al árbol. ―Yo me moví enseguida colocándome enfrente del árbol.

Tomé el arco en mis manos y le coloqué una flecha. Intenté estirarla hacia atrás pero estaba muy duro. Nunca tuve mucha fuerza en mis brazos y esto de verdad me lo dificultaba todo.

Respiré hondo y jalé con todas mis fuerzas y sólo así pude lograrlo.

― No. Primer error. ―Volteé hacia Niall y el caminó hacia mí y me dio una palmada en el costado de mi pierna derecha.

― ¡Auch! ―Exclamé.

― Tus piernas están juntas y así no tienen la suficiente fuerza. Ábrelas. ―Yo abrí los ojos de manera exagerada e intenté no ruborizarme por lo que dijo.

Abrí el compás de mis piernas a la altura de mis hombros y él volvió a palmear mi muslo.

― Así es. ¿Puedes sentirlo? Tu peso ya está proporcionado en ambas piernas. ―Yo asentí.

― Bien.

― Ahora, fija tu objetivo. ― Miré el árbol el cual tenía un círculo de color negro que parecía haber sido hecho por una piedra. No me di cuenta cuando Niall lo hizo. ― La punta tiene que caer dentro de las líneas, ¿sí?

― Sí. ―Contesté sumisa.

― Ahora, inténtalo. ―Resoplé y levanté el arma jalando la flecha hacia atrás. Con mi mirada visualicé el punto y solté la flecha.

No le dio ni siquiera al árbol. Volteé a ver a Niall exasperadamente.

― No sirvo.

― Deja de decir eso. ―Contestó de manera dura. ― Y mira tus errores: no estás enfocando bien tu punto, no alineas tu mirada con tu mano izquierda que es la que le da la dirección a la flecha y uno de tus dedos se mete en la cola de la flecha cuando la dejas ir.

― Esto es estresante. ―Contesté cerrando los ojos. ― No quiero hacerlo.

―Hey, ―dijo el rubio con el ceño fruncido mientras me quitaba el arco de la mano―, ¿así que eres de esas que se rinden antes de siquiera luchar? Pues con toda razón dicen que eres una inútil.

Sus palabras me golpearon como un saco de papas. Papas gordas y duras. Tenía razón. Yo siempre estaba tan convencida de que no servía para nada, que olvidaba intentarlo. Me sentía una estúpida.

― Dame eso. ―Dije decidida y le quité mi arco de sus manos. El sólo sonrió.

― Sólo sostén la flecha con dos dedos así cuando la lances no se meten en su camino, cierra tu ojo izquierdo así tu mano derecha y tu ojo derecho tienen la misma dirección, tu mano izquierda debe estar inclinada al mismo ángulo de tu derecha.

Yo respiré hondo, abrí el compás de mis piernas, elevé el arco jalando la flecha hacia atrás. Después, cerré el ojo izquierdo y visualicé la punta de mi flecha y la alineé al centro del círculo. Con ambos brazos firmes, conté hasta tres y en un rápido movimiento solté mis dos dedos de la flecha lanzándola con rapidez hacia su destino.

Cayó fuera del centro por milímetros.

― ¡Dios! ―Grité de frustración y arrojé el arco al suelo.

― Hey, hey... Eso es un gran avance, Dian. ―Niall me veía con una sonrisa. ― La otra flecha ni siquiera rozó el árbol. Lo hiciste bien.

― Pero yo... Yo... ¡No le di al centro!

― Dian, así serán las primeras veces. Yo tardé más de dos intentos para darle por primera vez al centro. ― Recogió el arco del piso y me lo tendió. ― Me has impresionado.

Su amplia sonrisa me decía que era verdad. Y yo me sentí orgullosa. Tantos meses pensando que no servía para nada y justo ahora puedo demostrarme a mí misma que soy tan capaz.

― Gracias. ―Dije mientras colocaba un mechón de cabello detrás de mi oreja. ―Espera yo... ¿te impresioné? ¿Eso dijiste?

― Que no se te suba a la cabeza. ―Su ceño fruncido habitual volvió y yo sonreí más.

― ¡Oh! Estás loco si piensas que yo olvidaré que esas palabras salieron de tu boca. ―Dije riendo y dando salititos de victoria.

― Okay. Ahora me arrepiento de haberlo dicho. ―Yo alcé las cejas.

― Lo dicho está dicho, Niall Horan.

Marked. | fanfic. (libro ahora disponible en amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora