Neblina.

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23

Algo en mi anatomía no estaba bien. Algo dentro de mí mandaba dolorosas señales físicas por todo mi cuerpo de que algo andaba mal. Intenté conectar mi débil cerebro a cada parte de mi cuerpo para razonar y darme cuenta que era lo que me dolía de una manera tan infernal, pero me era imposible. Me sentía sumida en una laguna de niebla gris la cual me impedía salir a la superficie para aclarar todos mis sentidos.

Oía a medias, no podía abrir los ojos, no sentía muchas partes de mi cuerpo y ni hablar del olfato. Me sentía en una atmósfera limitante y pronto esta neblina gris y paralizante, me sumió al fondo, envolviéndome de nuevo.

En un segundo despertar, sentí mis párpados menos pesados así que pude entreabrir mis ojos de una manera algo molesta por lo que preferí dejarlos cerrados. Pero ahora mi capacidad de razonar y mis oídos estaban más conectados.

Oía una voz masculina.

Balbuceé alguna estupidez que en mi mente sonó como "Niall".

― ¿Dian? ¿Me oyes? ―Quise responder. Quise decirle que sí lo oía pero por alguna manera no podía ya conectar mis cuerdas vocales a mi cerebro. Me limité a mover los dedos de mi mano derecha. ―Te vas a poner bien, ¿escuchaste? Vas a estar bien mi ángel.

Las últimas palabras que mencionó sonaron poco claras en mi subconsciente

El tercer despertar fue mejor. Ahora podía oír con claridad y aunque, me sentía como si hubiese sido apaleada hasta desmayarme, podía mover mis piernas un poco.

Abrí los ojos y comencé a familiarizar mi cuerpo con el piso en el que estaba acostada.

Pronto un par de ojos azules aparecieron en mi vista.

― ¿Niall? ―Ahora pude escuchar mi voz ronca, pero clara.

― Dian... ―Apenas musitó. ― ¿Cómo te sientes?

― Confundida. ¿Qué pasó? ―Pregunté al no recordar nada.

― ¿No recuerdas? ―Yo negué levemente con la cabeza. ―Peleamos con los monos...

Y en cuanto lo dijo, miles de recuerdos me saltaron a la mente como fotografías. Tuve que cerrar los ojos para recobrar la estabilidad.

― Los monos... ―repetí. ―El mono que iba a matarte... ―Abrí los ojos como platos al recordarlo.

― Dian. ―Tomó mi mano derecha entre las suyas y en el azul cielo de sus ojos se asomó un brillo. ―No me hizo nada por que tú... te interpusiste y quisiste matarlo.

Lo recordaba. Yo me lancé a mi flecha para enterrársela.

― ¿Lo hice? O ¿estás herido? ―Pregunté al no entender su rostro preocupado.

― Yo no. Tu sí Dian... ―Yo lo miré aun más confundida. ―Recuérdalo. El mono te atacó antes de que pudieras encajarle la flecha. Te atacó justo en el estómago.

Inmediatamente agaché la mirada hacia mi torso para ver que mi traje no me cubría de la cadera para arriba. Pero estaba completamente vendada con hojas cubriendo todo mi torso. Mis mejillas se enrojecieron al notar esto. Gracias al cielo usaba brassier.

― Oh Dios, qué vergüenza. ―Niall alzó una ceja en un gesto de confusión y desesperación.

― ¿Vergüenza? Dian, estás desangrándote.

― ¿Estoy mal? ¿Crees que muera? ―Pregunté suavemente.

La verdad es que me sentía muy débil y sólo tenía ganas de dormir.

Por primera vez vi preocupación y desesperación en los ojos de Niall, a medida que estos se enrojecían como si quisiera llorar.

― Nunca me importó ser sincero y crudo pero... contigo es diferente. ―Susurró. Yo no entendí. ―Quisiera mentirte así puedes estar tranquila porque no mereces esto pero no puedo hacerlo. Dian, si estás mal. Te he cuidado por tres días ya y la hemorragia no cesa. ―Cerró los ojos con fuerza y a mí me extrañó no sentir miedo a pesar de lo que dijo. Escondió su rostro entre sus manos con rabia. ―Esto es mi culpa.

―Hey, hey... ―El levantó la cara y yo le acuné su mejilla con la palma de mi mano. ―Esto no es tu culpa. Yo no supe reaccionar a tiempo. ―Dije elevando mis hombros.

― No puedo dejar que sólo mueras, ¿me entiendes? ―Yo asentí. Miraba en Niall cómo la culpa lo estaba matando. Y eso me hacía sentir mal. ― Tú no lo mereces. Eres una... Eres una de las pocas personas que he conocido en la vida que de verdad me agradan.

Yo miré al rubio sorprendida. En verdad no conocía nada de su pasado pero tenía el presentimiento de que lo que había dicho era importante.

Llena de ternura, le sonreí. ―Está bien. Si moriré, me alegra saber que lo hice por alguien más. Sobre todo por ti. ―Niall no dijo nada más y sólo se limitó a mirarme algo anonadado con lágrimas asomándose a sus ojos. Después de unos segundos, comenzó a sonreír. ― ¿Pasa algo?

― Acabo de recordar.

― De recordar, ¿qué? ―Contesté soportando el dolor en mi cabeza que crecía al hablar.

― Dian, estamos a metros de la Aldea. Allá te pueden curar.

― ¿Estás seguro? ―Pregunté.

― Claro. Tengo que llevarte ahí, es la única opción para que te salven. ―Niall se levantó y comenzó a juntar sus armas y las mías.

― Pero tú no querías que te vieran en la Aldea. ―Comenté. Él se paralizó y giró hacia mí.

― No me verán. Te dejaré afuera. ―El frío que era costumbre en él volvió a invadir sus ojos azules.

― O sea que nos... ¿separaremos? ―El me miró curioso.

― Iba a pasar, ¿no? Ese fue el trato principal, dejarte en la Aldea y yo regresaría. ―De alguna manera sentí algo dentro de mí lastimándome.

― Sí pero... Pero yo creí... Bueno es que tu y yo...

― ¿Qué? ―Preguntó ahora en el tono hostil que tanto odiaba en él. Yo cerré los ojos. Me dolía física e internamente. ―Esperabas que yo te dijera al final que siguiéramos en esto juntos ¿no es así? ¿Ese fue tu plan desde el inicio? ¿Convencerme?

― Yo... No es así. No quería convencerte, sólo esperaba que cambiaras de idea por ti mismo...

― ¡Te lo dije, Dian! ―Esta vez gritó y yo no entendía por qué se alteraba así en este tema. ― ¡Te dije que yo andaba sólo y eso se iba a quedar así! ¡Y aún así tú tuviste el descaro de meterte en mi camino y hacer este estúpido tratado y ahora ¿sólo quieres convencerme?!

― Niall, yo sólo... Es que tú y yo podemos hacer un buen equipo si estamos en esto juntos.

― ¡Que no! ―Gritó golpeando la pared de la cueva y yo me sobresalté lo cual hizo que el estómago me doliera como los mil demonios. La cabeza me dio mil vueltas y elevé mi mano la cual reposaba en mi estómago para verla llena de sangre. La herida estaba sangrando.

― Niall... ―Dije con voz apaciguada. Me sentía sumir en la oscuridad otra vez. ―Niall... ―Pero él no me hacía caso.

― Tú no te vas a meter más en mí. ¿Me escuchas, Dian? ¡Ya no!

Y eso fue lo último que escuché antes de irme a la neblina gris.

Marked. | fanfic. (libro ahora disponible en amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora