II

3.9K 631 369
                                    

Mi madre siempre me decía que cuando algo excediera mis límites contara hasta 10 y que luego lograría calmar mi mente para solucionar el problema.

De niño me servía el 10, cuando entré a la universidad aumenté hasta el 20 y desde que comencé a trabajar de médico, de vez en cuando, sobrepasaba los 30.
Oh pero estaba seguro que mi madre, definitivamente, no había visto venir una situación donde ya superara los 10.000 y siga sin encontrar una solución que no sea otra a que me estaba volviendo loco.

Respiré profundo como por veinteava vez en la noche y asomé un poco mi cabeza de la trinchera improvisada que había construido con mis muebles para observar de forma segura a la criatura que permanecía aún inconsciente.

Primero había considerado llamar a la policía por allanamiento de morada pero estaba seguro que algo como "Disculpen, un chico hermoso con alas se metió en mi departamento ¿podrían venir a buscarlo?" definitivamente haría que me terminaran llevando a mí pero a un loquero.
La segunda opción era hacer como si no hubiera visto nada y poner al intruso fuera del departamento como si jamás hubiera llegado a mi habitación.
Esa era un poco más factible y no involucraba una camisa de fuerza, así que intenté llevarla a cabo. Sin embargo, al levantarlo en brazos y ver su angelical rostro al dormir, simplemente mi corazón no tuvo la fuerza para hacerlo.

Así que había terminado de esta forma, conmigo atrincherado tras unos muebles luchando para no dormirme mientras el extraño visitante dormía plácidamente en mi cama y, por si fuera poco, le había curado la herida que le había hecho en la cabeza (cortesía de mi lámpara) ya que simplemente no podía con el remordimiento de conciencia de haberlo lastimado.

Ya estaba por mi décimo cabeceo cuando sentí una voz detrás mío.

–Debería descansar– Cuando me volteé estaban esos particulares ojos viéndome con curiosidad.

Mi mirada se intercaló entre mi cama que ahora se encontraba vacía y el joven.
¡¿En qué momento se había levantado?!

Me levanté de un brinco, derrumbando todo a mi paso y cayendo de bruces al suelo, para después levantarme con la poca dignidad que me quedaba y apuntarlo desafiante con mi lámpara en la mano.

–A-a-atrás, t-tengo una lámpara y no temo usarla.

–Ya me di cuenta– Dijo mirándome con reproche, probablemente por el golpe que le di antes.

Nos quedamos así unos momentos, como analizando al contrario, hasta que la pregunta que tenía desde que lo vi por primera vez ya no aguantaba más seguir en mi garganta.

–¿Qué eres?

Él me miró con cautela por unos momentos, guardaba parte de sus alas tras su espalda como si de repente le avergonzara mostrarlas.
Su rostro no era muy expresivo pero podía decir por sus ojos que estaba meditando su respuesta palabra por palabra.

–Un demonio.

La verdad es que esa opción ya había surgido en mi mente, sin embargo, escucharla de sus labios hacía que el peso de la realidad cayera mucho más pesado sobre mis hombros.

–¿U-u-un demonio al estilo mayordomo multiuso?

–No que yo sepa.

–¿U-uno de esos que te absorben la vitalidad con s-sexo?

–Tampoco.

–E-entonces...

Él bajó la mirada unos momentos como decidiendo sus próximas palabras.
Fueron solo unos segundos pero para mí fueron como una eternidad.

Para cuando ya me estaba resignando a que no respondería, levantó su mirada a mis ojos.
Esa sensación que brotaba dentro de mí cada vez que me perdía en ellos no desaparecía y un extraño presentimiento de que él ya me conocía desde antes me empezó a invadir.

–Soy un demonio caza almas– Tragué saliva lentamente ante su penetrante mirada–. Y necesito que me dejes vivir junto a ti, Bokuto Kotarou.

Bendita condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora