V

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–Achú. Ay, maldito sofá– Dije mientras me limpiaba la nariz con un pañuelo y la razón de mi resfriado no se daba por aludido, continuando con su labor de preparar el desayuno.

Se sentía una extraña tensión en el ambiente que había surgido desde la llamada de ayer y yo sabía perfectamente la razón.

–Akaashi, estuve pensando en lo sucedido anoche antes de dormir...– Él dejó de picar los vegetales para escucharme, sin embargo, no volteó– Y...

No alcancé a sacar el pegamento que tenía guardado como disculpa por haberle arrancado una de sus plumas cuando, de repente,  comenzó a sonar el celular y el ambiente se rompió.

Akaashi me miró de reojo y continuó con su labor.
Yo suspiré al ver la oportunidad de arreglar las cosas ser desaprovechada y contesté sin energía.

–¿Si? ¿Yukie?

Un cuchillo ser enterrado en la tabla de picar se escuchó pero Akaashi hizo como si nada y se puso a recoger los pedazos de tabla rotos.

[–¿Hola? ¿Bokuto, me escuchaste?]

–¿Ah? Si, si, claro. Adiós– Y corté la llamada para proceder a ayudar a mi huésped a limpiar.

Él rehuía mi mirada, lo que me parecía sumamente extraño, ya que siempre era exactamente lo contrario.

–Ella...– Su voz era suave y sonaba como indeciso de sus palabras.

–¿Te refieres a Yukie?– Pregunté con extrañeza.

–Si...ella...¿es tu p-pareja?

Abrí los ojos como platos ante su pregunta, a lo que él desviaba la mirada.

–¡¿AH?! ¡¿Yukie?! Dios, no. Es cierto que es buena chica pero no sobreviviría a su modo de expresar afecto, por no mencionar que Konoha me mataría.

–Y-ya veo– Dijo y se levantó para seguir cocinando.

Me pareció ver el atisbo de una pequeña sonrisa en su rostro que me pareció ¿adorable?
¿Puede ser un demonio adorable?

–Bokuto-san ¿por qué está sonriendo?– No había notado que yo también había comenzado a sonreír hasta que me preguntó.

–Oh, tienes razón– Dije riendo– Solo estaba pensando que, al parecer, no lo sabes todo sobre mí.

Él me miró sin entender.

–¿Eso es algo para sonreír?

–Lo es, porque eso significa que yo no soy el único que está comenzando a conocerte, sino que tú también a mí– Le expliqué aún sonriendo, a lo que él me vio con sorpresa.

–Extraño.

–¿Eh?

Sentí sus manos puestas en mis mejillas y sus ojos mirándome con curiosidad.
Los latidos de mi corazón empezaron a aumentar en intensidad.

–Los humanos son extraños. Siempre sonríen por los motivos más raros pero...eso no me desagrada para nada.

Si me dejaran elegir entre las cosas más hermosas que he visto en mi vida, sería una lista complicada, no sólo porque gracias a mi trabajo estoy en constante contacto con imágenes de lo más horribles, sino que también nunca he considerado algo que entrara completamente en esa categoría. Pero, desde que él llegó, es que la mayoría de las cosas de mi realidad se han ido modificando.
Y es que ahora lo único que podré asociar a lo más hermoso de mi mundo serán sus ojos y esa sonrisa que lo tambalea todo.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, él viéndome con un brillo divertido en los ojos y yo embelesado por su aura sobrenatural. Fue hasta que sonó el timbre del departamento que volvimos a la realidad y él separó sus delicadas manos de mi rostro.

–Bokuto-san, debería abrir.

–¿Ah? Ah, si. Tienes razón– Dije aún algo aturdido caminando hacía la puerta.

–Hola, Bokuto. ¿Tienes todo listo?

Ah, si. Yukie vino de visita.
Si, de visita.
¿Por qué vino de visita Yukie?
Espera, Yukie vino al departamento...al departamento que comparto con...

–¡Akaashi!– Grité y cerré la puerta desesperado– Ay no, ay no, ay no.

–Bokuto-san ¿pasa algo?– Akaashi había llegado hasta la sala, probablemente, llamado por el grito.

Sus alas.
Dioses, no podía dejar que le vieran sus alas.

–Aka-alas-descu-escon– Tenía un enredo en mi cabeza que no podía transmitir en palabras, en tanto intentaba cubrir a Akaashi con mantas y chaquetas.

–¿Bokuto-san?

–Bokuto ¿qué haces?

Claro, había olvidado completamente que le había dado una llave de repuesto a Yukie y Konoha como medida preventiva si se me perdían mis llaves (que pasaba bastante a menudo) pero que ahora me arrepentía enormemente.

–N-no es lo que parece– Fue lo único que salió de mis labios mientras rogaba que Yukie haya amanecido con grandes problemas de vista hoy.

Bendita condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora