XIV

2.3K 488 104
                                    

–No.

–¿Eh? Pero Akaashi, será divertido– Dije con un puchero.

–Sii, por favor Akaashi-san– Me respaldó el pelirrojo que llevaba cargado en la espalda.

–Es la primera vez que Hinata y Kageyama están en el mundo terrenal, es peligroso. Además ¿no que les asustaban los humanos?– Preguntó refiriéndose a nuestros dos jóvenes invitados.

–Pues yo creo que Bokuto-san es muy divertido– Dijo Hinata con una radiante sonrisa mientras dábamos vueltas por el departamento.

–Si a Hinata le parece bien, entonces yo no tengo problema– Añadió el azabache del ceño fruncido mientras nos observaba de reojo atento de que el pelirrojo no se cayera.

Akaashi mantuvo su porte severo por unos momentos hasta que al final suspiró y accedió a realizar nuestro paseo por el parque.

–Pero solo serán unos instantes, volveremos antes de que anochezca.

–¡Si!– Dijimos Hinata y yo a la vez, abriendo la puerta para salir seguidos de los otros dos.

****************************************

Me senté ya agotado en una de las bancas del parque mientras Kageyama y Hinata aún tenían energías para intentar jugar en los columpios del lugar.
Habíamos recorrido prácticamente toda la ciudad deteniéndonos a comprar una tonelada de dulces y objetos que le habían llamado la atención a los dos pequeños ángeles.

–Lo siento– Dijo Akaashi sentándose junto a mí– Como nunca habían bajado hasta aquí, todo lo que ven les resulta interesante.

–No te preocupes– Le dije con una gran sonrisa– Hace mucho que no estoy con tanta gente, es divertido.

El azabache me miró con curiosidad y luego levantó un poco la comisura de sus labios.
Nos quedamos así unos momentos, sintiendo el viento otoñal llevar las hojas consigo y la tranquilidad que transmitían las risas de Kageyama y Hinata al intentar columpiarse.

Por el rabillo del ojo vi la delicada mano de Akaashi apoyarse encima de la banca. Ya había tomado su mano antes pero, por algún motivo, ahora me superaba el nerviosismo al ir acercando mi mano centímetro a centímetro.

De seguro debe tener frío, si, debo tomar su mano para evitar que pase frío...espera ¿no que los demonios no tenían frío? ¿Lo dijo alguna vez? No, estaba seguro que era hambre y sueño, sin embargo, también lo había visto dormir en varias ocasiones, pero esas eran para ignorarme ¿de verdad me ignoraba tan seguido?

–Supongo que le debo la verdad– Dijo de repente haciéndome sobresaltar y volver mi mano a su lugar.

–¿La verdad?...Ah, claro– Dije recordando la conversación interrumpida de la mañana.

Lo vi apretar los puños como tratando de reunir valor para decir las palabras, parecía como si el recordar le causara un gran dolor que me hizo dudar de querer realmente enterarme de todo.

–No le dije que había sido un ángel porque pensé que no era necesario, después de todo, ya no lo soy. Ni siquiera sé si en estos momentos puedo llamarme un ser sobrenatural...

Parecía tan inseguro.
Desde que lo conocí siempre había irradiado un aura de grandeza y perfección, en cambio, ahora parecía como si estuviera mostrándome su vulnerabilidad y miedo...como un humano.

–¿De qué hablas?– Dije tomando valor de repente y tomando su mano entre las mías– Tú lo dijiste desde el principio, eres Akaashi Keiji, un joven con una habilidad culinaria extraordinaria, que le gusta perder su mirada en el cielo cuando piensa que nadie lo ve y que también tiene una extraña manía de romper cosas cuando contesto el celular– Agregué lo último con una sonrisa divertida recordando los momentos que llevábamos conociéndonos.

Él se quedó sorprendido con mis palabras y nos quedamos mirando a los ojos por unos momentos hasta que él rompió el contacto visual.

–H-hay algo que todavía no le he contado...– Dijo con vacilación–. Es...es sobre su madre.

Sentí mi corazón tambalearse por sus palabras y mi respiración volverse pesada al traer los recuerdos del accidente de vuelta a mi mente.

–¿Q-qué quieres decir?– Pregunté tartamudeando sin poder controlar la inseguridad que me provocaban sus palabras.

Él apretó sus dedos contra los míos y abría su boca en un vano intento de encontrar el lenguaje adecuado.

–¡OH DIOS!– Se escuchó un grito de repente que nos hizo sobresaltar– ¡Bokuto-san! ¡¿Qué es eso?!– Dijo el pequeño pelirrojo apuntando a otro grupo de niños que se encontraban jugando.

–Em...¿niños?– Pregunté confundido.

–¡No! ¡Eso que están jugando!– Dijo apoyándolo Kageyama.

–¡Ah! ¿Se refieren al volleyball?– Dije entendiendo a lo que iban.

–¡Volleyball!- Exclamaron los dos a la vez con los ojos brillantes y corriendo hasta mi lugar en la banca– ¡Enséñenos!

–¿Eh?– Dije siendo arrastrado por sus brazos tratando de darle una mirada suplicante a Akaashi para que evite que me lleven.

–Hinata, Kageyama, ya está anocheciendo, además– Fue interrumpido por una fuerte tos que lo hizo tambalearse teniendo que ser sujetado por mis brazos.

–¡Akaashi! ¿Estás bien?– Por supuesto que no lo estaba, pero el pánico me impedía atar mis ideas con claridad aún cuando era mi trabajo ayudar a las personas heridas o enfermas.

Él intentó responderme, sin embargo, sus palabras se frenaron con un nuevo ataque de tos llenando sus manos de sangre que no hizo más que aumentar mi pánico.

–Es la condena...– Dijo Hinata con ojos de temor y los labios temblorosos– El tiempo se está acabando.

Bendita condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora