–¿No crees que Akaashi actúa extraño últimamente?
–¿A qué te refieres?
–Bueno, tú sabes, él tenía esa manía de que cada vez que venía al mundo terrenal para acompañarlo-
–Molestarlo
–Los verbos son irrelevantes, Tsukki. Bien, cómo te decía, él siempre me daba esas terroríficas miradas o simplemente me golpeaba, pero ahora me saluda con afabilidad y de vez en cuando incluso lo veo sonreír.
–¿Estás diciendo que te gustaba que Akaashi-san te golpeara?
–Ay angelito, tus celos son lindos pero estamos hablando de algo se-¡no, espera! ¡Era broma, era broma!
Yo rodé los ojos al escuchar a la distancia la conversación entre Tsukishima y Kuroo que desde hace algún tiempo habían tomado la costumbre de acompañarme en la vigilancia que debía ejercer sobre Bokuto Kirika.
Enfoqué mi concentración nuevamente en la escena que tenía en frente mío donde un pequeño niño de cabellos plateados con negro y deslumbrantes ojos ámbar se encontraba llorando en el jardín de su casa mientras su joven madre intentaba consolarlo haciendo múltiples gestos con el rostro.
–¡Mira, Tsukki! ¡Ahí está de nuevo!
–¿De qué hablas?
–¡Su sonrisa! ¿Ves que actúa extraño? y creo que sé la razón.
–Tetsurou, no.
–Ya verás, angelito, el instinto de los demonios es increíble para casos como estos.
Mi vista fue bloqueada por las alas negras de Kuroo que me miraba con una sonrisa que denotaba diversión y perversidad a la vez.
–Akaashi, Tsukki y yo hemos estado pensando que-
–No me incluyas a mí– Agregó el rubio con un suspiro cansino pero ubicándose junto a mí en un claro signo de curiosidad a lo planeado por su pareja.
–Ejem– El demonio se aclaró la garganta y volvió a su sonrisa de antes–. La cosa es que ya me di cuenta porque andas tan risueño y amable últimamente ¡es él! ¿Verdad?
Tanto Tsukishima como yo dirigimos la vista a lo que apuntaba su dedo, encontrándonos con un gato obeso que se encontraba desparramado sobre el pasto del jardín de la casa.
–Definitivamente te veo seguirlo con la mirada y sonreír cada vez que lo vez– Dijo el pelinegro asintiendo con la cabeza, reafirmando sus palabras.
–Tsukishima ¿por qué él?– Le pregunté entrecerrando los ojos.
–Yo también me lo pregunto a diario– Dijo el de lentes con la palma de la mano en su cara mientras Kuroo no se daba por aludido y continuaba con sus "contundentes" argumentos del porqué me atraía un gato.
Los dejé hablando entre ellos en tanto yo bajaba para ver más de cerca al pequeño Kotarou que, tras haber sido calmado por su madre, se dispuso a volver a intentar armar algo con sus figuras de colores. Bokuto Kirika lo dejó con una leve sonrisa, enfocándose en regresar al salón para terminar los tantos papeles que sus trabajos de medio tiempo le exigían.
No me di cuenta desde cuando era que había empezado a observar a ese impredecible niño detenidamente en todos los leves movimientos que hacía, en cómo se frustraba rápidamente cuando algo no salía como quería y terminaba echando abajo todo el trabajo que llevaba, para arrepentirse segundos después y volver a intentarlo con mayor ímpetu.
Desde hace algún tiempo me había percatado que, aunque él no poseía las mismas cualidades de su madre para percibir mi presencia, si tenía un grado de percepción que lo hacía mirar hacía mi dirección de vez en cuando cómo sospechando de que había alguien cerca suyo.
–Akaashi-san, no ha olvidado la verdadera razón por la que está en el mundo terrenal ¿verdad?
Levanté la mirada hasta los ojos de duda que me mostraba Tsukishima siendo acompañado por Kuroo que probablemente sospechaba lo mismo que él. Dejé que sus palabras hicieran eco dentro de mi cabeza en una repetición de los pensamientos que había estado teniendo en el último tiempo.
Bokuto Kotarou fue llamado por su madre desde dentro de la casa, siendo seguido por mi mirada, la cual empezaba a desear inconscientemente que la vida de los humanos no sea tan efímera como realmente era.
De repente la idea de una vida eterna en la monótona y fría burbuja que me había conferido el cielo ya no sonaba tan tentadora como antes.
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Bendita condena
FanfictionBokuto Kotarou y Akaashi Keiji estaban destinados a encontrarse, destinados a vivir un amor tan puro como el cielo y una endemoniada condena que los arrastraría al infierno. Los personajes son de exclusiva pertenencia a Haruichi Furudate-sensei. La...