Si doy la vuelta para mirar al pasado no sabría determinar con seguridad en qué momento fue que las cosas se empezaron a complicar, tampoco cuando fue que empecé a sentir una cálida sensación en mi pecho cada vez que lo escuchaba reír ni el incomprensible interés que había nacido tras verlo crecer día a día junto a la curiosidad por las cosas que le gustaban aunque fueran simples. Comida, colores, canciones, lo quería saber todo de él.
Nunca pensé que esos pensamientos serían los que terminarían por condenarme poco a poco.
Aquel día, al igual que todos los demás, me había quedado junto a Bokuto Kirika mientras Kotarou volvía de su trabajo en el hospital. Sabía que el tiempo para ellos estaba avanzando sin remedio y, junto con el, sentía cómo una sombra empezaba a oscurecer mi determinación en la misión que tenía por delante.
–¿Ángel-san, sigues ahí?
Di un respingo al ser llamado de la misma manera que en el pasado y dirigí mi mirada hasta la pequeña que había cuidado desde que dormía acurrucada en los brazos de su madre y que ahora dejaba asomar unas leves arrugas en la línea de sus ojos. Ella dejó a un lado el libro que desde hace unos días estaba hojeando y miró en mi dirección con un leve tinte de melancolía.
–El otro día leí uno de los libros que Kotarou siempre me compra, era un libro muy interesante, hablaba del hilo rojo del destino...¿crees en el?
Traje a mi mente fragmentos de momentos en que me pareció haber escuchado acerca de aquella leyenda, algo relacionado con personas destinadas a encontrarse sin importar el tiempo y el lugar en el que estén.
Mi respuesta quedó entre mis labios cuando se escuchó la puerta abrirse junto a los estruendosos "Estoy en casa" de todos los días.
Mi vista se posó por inercia en su alegre mirar que parecía iluminarlo todo y las sonrisas que nacían en mi rostro cada vez que comenzaba a narrar con gran exageración cada una de las cosas que había vivido cuando estaba fuera.Destino...
Por unos segundos sentí como una pequeña fuerza atraía mi meñique hacía quien de repente dejó de hablar para ver curioso en mi dirección quedando de frente a sus hermosas orbes ámbar que estaban empezando a hacer latir el inmortal corazón de quien supuestamente no poseía sentimientos.
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–¿Qué fue lo que dijiste, Tsukishima?– Pude articular con gran esfuerzo viendo como todo se empezaba a desteñir de nuevo.
–No sé porqué se sorprende tanto, Akaashi-san. Es solo un humano que-
–¡Tsukishima, por favor, repite el nombre que acabas de decir!– Dije ya sin poder seguir aparentando una calma que no sentía.
Él me quedó mirando estupefacto unos segundos y luego volvió a repetir el nombre de la persona a la que le habían encargado vigilar de forma excepcional tras su pedido de bajar al mundo terrenal.
–P-pero ¿por qué? Se supone que los ángeles empiezan a observar a los humanos desde que nacen.
–Yo se los pedí.
–¿T-Tsukishima?
–No puedo seguir viendo cómo se deja influenciar por los humanos Akaashi-san.
–A-aún así, se supone que su tiempo aún no se cumple q-que...
–El cielo así lo decidió y no hay nada que nosotros podamos hacer al respecto, Bokuto Kirika y Bokuto Kotarou perderán la vida en un accidente de tráfico dentro de un mes.
Sentí una fuerte opresión en el pecho que me impedía pensar con claridad mientras unas incomprensibles ganas de llorar se agolpaban en mis ojos.
–Akaashi-san, creo que se está involucrando demasiado con los humanos, eso no le traerá nada bueno, después de todo son seres crueles que no son capaces de separar lo bueno de lo malo.
–¿Y nosotros podemos?
–¿Akaashi-san?
Sentía cada segundo pesar sobre mis hombros mientras el hilo rojo del destino empezaba a enrollarse sobre mi garganta y a limitar el movimiento de mis alas.
Yo simplemente alcé el vuelo en respuesta, dirigiéndome hasta donde se encontraba el único lugar que me estaba enseñando el verdadero significado de la vida efímera o eterna, donde los colores pueden mezclarse y una simple sonrisa puede cambiar muchas cosas.
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Bendita condena
FanfictionBokuto Kotarou y Akaashi Keiji estaban destinados a encontrarse, destinados a vivir un amor tan puro como el cielo y una endemoniada condena que los arrastraría al infierno. Los personajes son de exclusiva pertenencia a Haruichi Furudate-sensei. La...