Debía arrancar los problemas desde la raíz, y poner en practica lo que alguna vez leí: Todo lo que deseo está al otro lado del miedo. La mejor forma de terminar con todos estos males era enfrentarlos cara a cara en una gran lucha mental y sentimental. Era momento de acabar con el Paule atormentado por su pasado arrancando todo el sentimiento podrido que existe en su interior. Seré lo que nunca quise ser y demostrarle a todos de lo que soy capaz de hacer y que soy más razonable que cualquier otro ser en este mundo...
—Paule, tienes ocho punto cinco en tu lección —Jefferson, el maestro de química se acercaba a mi con mi examen— Sigue así.
Ya ha pasado una semana desde que tuve que afrontar la discusión familiar que se dio en los aposentos de mi casa debido a la mal uso de ira de Mr. James Thómas. Vinieron alrededor de cinco o más familiares de Elizabeth a entablar un serio debate sobre el futuro de su matrimonio y el futuro de nosotros sus hijos. Mr. James Thómas salio ileso del debate, sin embargo, si se atreve a tan sólo a empujar a Elizabeth, o si tan sólo le llega a arrancar un cabello, Mr. James Thómas tendrá metido el pie en el infierno. Fue la última llamada de atención. Desde entonces he comenzado a ignorar mucho a Elizabeth y más a James Thómas, tan sólo me basta usar una excusa para despistarlos y mantenerme encerrado en mi habitación: Tengo tareas que hacer y debo estudiar para un examen. No crean que estoy mintiendo del todo, realmente estudio y hago mis tareas, aunque otras veces me pongo a leer algún libro o buscar información por Internet que sea útil para seguir ayudando a Rebecca, que por cierto, nuestra comunicación a mejorado demasiado.
—A ver, entonces... ¡Ah! Paule, realmente no comprendo nada.
—Baja un poco la voz, recuerda que en la biblioteca no podemos gritar —acaricié su cabeza.
—Ah, sí. Lo siento ¿me explicas de nuevo?
—Haber Rebecca, recuerda esto —agarré el lápiz y empecé a dibujar lineas poco visibles en la hoja del ejercicio— El cuadrado de la suma de dos números es igual al cuadrado del primer número, más el doble del producto del primer número multiplicado por el segundo, más el cuadrado del segundo.
—Dios mío, parece que estás diciendo un trabalenguas... ve un poco más despacio porque me parece que voy comprendiendo.
—Esta bien, vamos de nuevo. El cuadra...
Donald había entrado con su pandilla a la biblioteca del instituto, y aunque yo no lo conozca perfectamente sabía para qué había entrado en la biblioteca, y aún así quería tener la grata esperanza de que viniera por un libro.
—Ya vino a buscarte el imbécil ese.
—Relájate ya te demostré que no quiero nada con él, y si viene a buscarme así es porque somos mejores amigos —arrastró el asiento para atrás— Ahora dime ¿puedo ir a ver que quiere?
La miré con el ceño fruncido.
—Ve, pero no demores, caso contrario me iré.
Rebecca se levantó de su asiento y caminó moviendo su cadera sensualmente y salió de la biblioteca con Donald. Sabía que algo estaba mal y que tarde o temprano perdería el control.
Cerré el libro de matemáticas y cerré el cuaderno de Rebecca, daba por hecho que no volvería pronto así que aproveché el tiempo que me quedaba para estudiar fundamentos de programación dos, pero mi momento de estudio se vio afectado por dos seres que suelo llamar mis amigos.
—¿En serio te la dejas quitar fácilmente? —Randall de sentó bruscamente provocando un estruendo— ¡Lo siento! —gritó.
Todos los presentes miraron a Randall con el ceño fruncido y luego volvieron a su lectura.
—Vaya, todos son unos ñoños... Eso me recuerda... explícame qué clase de pacto satánico hiciste para tener ocho punto cinco en química.
—Nada de eso, sólo estudié y practiqué ejercicios.
—Es que su padre es Químico —Soltó Phil— Ya lleva la química en la sangre.
Los dos se rieron en voz baja y hasta hicieron un par de chistes de los cuales no le preste atención a ninguno.
—No sé que demonios te pasa Paule, te desconozco —Phil se cruzó de brazos y apoyó todo su peso en el espaldar del asiento— Hablas como filósofo, te vez menos sentimental o algo así... Hasta dejaste ir a tu mujer con ese malparido de Donald. Dime, ¿te encuentras bien?
Les sonreí.
—Sí supieran a que se se debe todo lo que hago. Si la estoy dejando hacer esa clase de cosas es para atraparla con las manos en la masa —agarré mis cosas y me preparaba a salir de la biblioteca.
Randall afirmaba con la cabeza y me sonreía como si estuviera diciéndome que lo estoy haciendo muy bien o como si estuviera orgulloso de mí, pero Phil me miraba con desconfianza, como si no estuviera a favor de mis actos.
—No le encuentro el sentido.
Phil y Randall se levantaron de sus asientos.
—Tranquilo Phil, sé lo que hago —me di la media vuelta— vamos, también sé que Rebecca no volverá
Me sentía fuerte, tal vez me sentía poderoso... Prácticamente mis especulaciones siempre terminaban siendo acertadas, y si me llegaba a equivocar, pues no importa, de todas formas sigo aprendiendo de mis errores.
Phil y Randall me siguieron hasta la cafetería, donde continué estudiando fundamentos de programación mientras ellos veían los traseros de las chicas que pasaban, fue por eso que después me enojé y los mandé a otra parte para que continúen hablando sus tonterías. Me quedé solo. Nadie de sentaba en mi mesa por más que alguien la necesite, y es que comienzo a creer que las personas —en especial mi curso— están hablando mal de mi a mis espaldas. Quiero decir, desde que perdoné a Rebecca, Maryse y sus amigas no me hablan, y los demás chicos del curso nunca me han hablando con fluidez, he vuelto al comienzo, tal vez la obra de teatro del año pasado me catapultó a una misera fama entre todos los alumnos del colegio, sin embargo esa fama no ha durado demasiado y ahora si alguien nos reconoce será por las bromas que hemos realizado a lo largo de estos años, mas no por nuestra simpatía, porque no la tenemos.
—Disculpa, puedo sentar...
—No. Lárgate de aquí mocoso.
—Ay, perdón —hizo una seña obscena.
Las personas antes querían manipularme, pero esta vez realmente eso llegó a su final. Esta vez yo controlaré a las personas a mi favor...
Las dos sillas que tenía a mi alrededor fueron arrastradas hacia atrás para permitir que dos personas se sienten. Alcé la mirada con la esperanza de enviar a la mierda a los dos intrusos que se habían colado en mi mesa.
—Disculpa, sé que esto es raro para ti, pero lo es más para nosotras.
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Singular Delirio 2: Las Mentiras Más Bellas.
Novela JuvenilLa vida de Paule no está mejorando del todo, pero intenta salir adelante haciendo caso omiso a sus problemas. Las mentiras y las decepciones serán el plato fuerte esta vez, y la enigmática Rebecca Carter intenta que Paule esté bien a toda costa junt...