parte 5.4

740 27 2
                                    

Capítulo 58

En el tiempo que siguió a su enfermedad, Scarlett notó en Rhett un cambio, acerca del cual no estaba completamente segura de si le gustaba o no.

Era sobrio, y estaba tranquilo y pensativo. Se hallaba más a menudo en casa a las horas de las comidas y era más amable con los criados y más cariñoso con Wade y con Ella.

Nunca se refería a nada del pasado, y tácitamente parecía invitarla a
olvidar aquellos temas. Scarlett adoptó el mismo sistema, porque era más fácil convivir así y la vida se deslizaba tranquila en apariencia.

La cortesía de Rhett hacia ella, que había empezado durante la convalecencia, continuaba y ya no le lanzaba pullas ni la molestaba con sus sarcasmos.

Scarlett se daba cuenta de que cuando la incomodaba con maliciosos comentarios, y la indignaba para provocar indignadas réplicas, era porque le importaba lo que ella decía.

Pero ahora se preguntaba si a él le importaría lo que ella hiciese. Era cortés e indiferente, y Scarlett echaba de menos su interés; por muy perverso que hubiera sido, ella adoraba los días pasados de peleas y enfados.

Era muy amable con ella, tan fino como podía serlo un extraño; pero, así
como antes sus ojos la seguían siempre a ella, ahora seguían a Bonnie.

Era como si la rápida corriente del río de su vida hubiera sido desviada a un canal más estrecho.

Algunas veces Scarlett pensaba que si Rhett le concediese a ella la mitad de la atención y la ternura que concedía a Bonnie la vida sería muy distinta.

Era difícil sonreír cuando la gente decía: « ¡Cómo idolatra a esta niña el
capitán Butler!». Pero si no sonreía, la gente lo encontraría extraño, y a Scarlett la molestaba reconocer que tenía celos de una chiquilla, y mucho más cuando esa chiquilla era su hija predilecta.

A Scarlett le gustaba ser siempre la primera en los corazones de los que la rodeaban, y ahora resultaba evidente que Bonnie y Rhett serían siempre los primeros el uno para el otro.

Rhett salía hasta muy tarde algunas noches, pero cuando volvía no estaba
bebido. Muchas veces le oía silbar cuando cruzaba por el pasillo hacia su cuarto.

Algunas veces volvían con él, a aquellas horas tardías, otros hombres, y se sentaban en el comedor a charlar mientras bebían unas copitas de brandy.

No eran los mismos hombres con quienes había bebido durante el primer año de su matrimonio. No eran adinerados carpetbaggers, ni scallawags, ni republicanos, los que acudían ahora a su invitación. Scarlett, arrastrándose descalza hasta la barandilla de la escalera, escuchó un día, y con gran asombro pudo reconocer las voces de Rene Picard, Hugh Elsing, Andy Bonnel y los chicos de Simons. Y siempre estaban allí el abuelo Merriwether y tío Henry. Y hasta una vez pudo distinguir la voz del doctor Meade. ¡Y todos aquellos hombres habían pensado no hacía mucho que la horca era demasiado poco para Rhett!

Aquel grupo estaba siempre unido en la imaginación de Scarlett con la
muerte de Frank. Y las horas tan tardías a que Rhett volvía aquellas noches le recordaban los tiempos que precedieron a la desgraciada salida del Klan en que Frank había perdido la vida.

Recordaba con terror la observación de Rhett de que sería capaz hasta de incorporarse al Klan para parecer respetable, aunque esperaba que Dios no le impondría semejante penitencia. Y si Rhett, como Frank...

Una noche en que volvió aún más tarde de lo que acostumbraba, ella no pudo aguantar más tiempo la impaciencia. Cuando oyó el ruido de su llave en la cerradura, se echó una bata y, saliendo al vestíbulo alumbrado por una lámpara
de gas, lo encontró en lo alto de las escaleras.

Lo Que El Viento Se LlevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora