Capítulo XXVIII

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— Verás, quiero hablar contigo sobre lo que dijiste ayer...
— Mónica, no tendría que haberlo dicho.
— No, al contrario.
— ¿Eh?
— Dani, yo...
— Me estás asustando.
— Pues relájate. —dije acercándome a él.
— Anda déjate de movimientos y suelta lo que quieras decir.
— Vale sabiondo. Verás, ¿te gusta que sea directa?
— Ya lo sabes, me encanta.
— Perfecto, iré al grano entonces. Óscar y yo lo hemos dejado.
— ¡¿POR QUÉ?!
— Porque me gustas demasiado...
— Espera, ¿qué? ¿Que yo qué?
— Desde que íbamos al instituto, Dani. Nunca me has dejado de gustar. Solo que nos distanciamos, pero nunca dejaste de hacerlo. Y de repente, apareces...
— Mónica... Yo...
— ¿Tú que sientes?
Dani hizo un gesto, como si la respuesta fuera obvia.
— ¿Lo quieres saber?
— Sí...
Dani se acercó a mí, me besó. Era un beso distinto a todos. Tenía ese "algo" que necesitaba, ese "algo" que solo me daba él.
— ¿Qué piensas?
— ¿Que qué pienso? —dije, aún en las nubes— Creo que nunca me habías besado así.
— Puedo hacerlo más.
— Quiero que lo hagas más.
— Es como si no hubiera pasado el tiempo...
— Sí, como si estos quince años hubiesen sido quince minutos.
— No te lo he dicho antes pero... Ese vestido te queda fenomenal. Como todo.
— El Dani romántico... Me encanta.
— Llevo quince años arrepintiéndome de haberme ido, de haberme alejado de ti. Es lo menos que puedo hacer ahora.
— No digas eso, es tu carrera e hiciste bien.
— No sé. Pero lo que sí sé es que, algo hemos hecho bien los dos, que ahora estamos aquí juntos.
Esta vez fui yo quién le besé. Quería sentirle, abrazarle. Llevaba quince años sin poder hacerlo, lo había echado de menos.
A veces hace falta pasar por un falso romance para darse cuenta de qué es lo que verdad quieres. A veces la llama de aquellos amores del instituto que creías apagada, se vuelve a encender con el objetivo de nunca apagarse. A veces, un error te señala de lleno el camino a casa.

¿Estrellas, o tu mirada?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora