Me desperté porque sonaba mi móvil.
— ¿Si?
— Hola Mónica, soy Cristóbal.
— Me he dado cuenta. ¿Qué quieres? —le dije seriamente. No me gustaba tener mucho contacto con mi ex marido, gracias a su infidelidad.
— Necesito tu ayuda. ¿Puedes venir a mi casa?
— Especifica o te quedarás más solo que la una.
— Trabajo.
— Claro, dame una hora y estoy allí.
Sabía que Cristóbal era productor, y ya que a mí siempre se me había dado bien ese tema le ayudaba siempre que podía. Era un idiota, eso es innegable, pero en cuanto se trata de trabajo intentaba dejar aparte su carácter y su persona; me gustaba ayudar.
Le envié un mensaje a Óscar;
"¡Buenos días amore mío! Hoy tengo que trabajar, no sé si estaré pronto en mi casa así que, ¿mejor ya nos vemos mañana? Me encantará derretirme en tus brazos..."
Una vez en casa de Cristóbal, a pesar de lo pedante que era, me concentré y le ayudé con un problema que tenía en cuanto a uno de los discos musicales que estaba produciendo.
— Gracias por la ayuda Mónica. También me gustaría hablar contigo de lo personal...
— Que ni se te pase por la cabeza.
— Tranquila, pantera. Simplemente, ¿recuerdas cuando nos conocimos? Me tuviste loco desde el primer momento.
— No opino lo mismo. Creo que lo que te volvió loco fueron cada una de las mujeres con las que te acostabas mientras estábamos juntos. ¿Irónico no?
— Venga no seas así.
— ¿Y cómo quieres que sea? Estuviste diez años engañándome, y encima solo me tocabas para apartarme si estaba delante de la tele.
— Mónica... Creo que nos merecemos una segunda oportunidad, por nosotros. Tú piénsalo. Nos necesitamos el uno al otro.
Iba a explotar. Pero no me dio tiempo, él se acercó y me besó.