Era una decisión muy chorra, pero yo no sabía si hablarle o no. Yo misma me asombraba de que él me hubiera dado su número, ¿por qué lo habría hecho? ¿Debería hablarle? Decidí mandar todos mis pensamientos a la porra y cogí el móvil decidida a mandarle un mensaje.
"¡Hola Óscar! Soy Mónica, ¿te acuerdas de mí? Estuvimos hablando el otro día..."
"Claro, como olvidarme de ti. ¿Podríamos quedar hoy para comer juntos? Quiero verte..."
"Sí claro, puedes venir a mi casa, ya sabes dónde está😜"
"Perfecto. Ahora voy a trabajar pero estaré sobre la una y media. ¡Hasta luego!"
¿Una y media? Faltaban dos horas y tenía que preparar todo aún. Después de hacer la comida, fui corriendo a la ducha. Al salir, un minuto después picó Óscar al timbre y yo aún estaba con la toalla y el pelo mojado. Fui a abrirle tal cual, a lo que él nada más verme, hizo una mueca burlona.
— Perdona, soy demasiado puntual.
— Perdóname tú, aún no estoy lista. Pasa, pasa, puedes sentarte en el sofá mismo, yo voy a cambiarme y ahora vengo.
Óscar asintió y me siguió hasta el comedor. Después de diez minutos decidí que ropa ponerme (me acabé decidiendo por una blusa y unos simples tejanos) y fui al baño para secarme el pelo. A continuación, bajé las escaleras y fui al sofá donde estaba Óscar.
— Si que te has arreglado para comer conmigo... Estas preciosa.
Me sonrojé, hice como si no lo hubiera escuchado.
Le guié hasta la cocina donde comimos, hablamos y reímos.
— ¿Tienes pareja? —me preguntó llegados a un punto en la conversación.
— No...
Fuimos acercándonos poco a poco, ¿sabes ese beso lento que parece una eternidad en empezar, pero también en acabar? Pasó eso.
Aunque yo me despegué de Óscar al instante.
