Capítulo XXIV

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— ¿Te acuerdas de cuando le pegamos la silla al profesor Dwayne?dijo Dani, partiéndose de la risa.
— Calla, calla, ¡le vi hace poco! Sigue llevando las mismas gafas redondas y enormes...
— ¿Sigue viviendo aquí? Madre mía... ¿Y se ha acordado de ti?
— No creo, me miró disimuladamente.
— El pobre ya no tiene memoria.
— Bueno, mejor, si se acordara de todo lo que hicimos y él nos pilló...
— Me acabas de recordar la peor de todas.
— ¿Lo de los baños? —dije con añoranza, recordándolo.
Dani asintió y se rió como si lo estuviera volviendo a vivir.
Nunca he estado tan colgado de alguien como lo estuve de ti por entonces.
— Dijimos de no sacar el tema...
— Es verdad, perdón.
— Tranquilo.
— ¿Te acuerdas cuando nos conocimos?
— Quinto de primaria. Cambiaron de clase a algunas personas. Nosotros coincidimos.
— Tú eras la tímida...
— Y tú el que siempre hablaba. No éramos compatibles para nada.
— Pero llegamos a un balance entre los dos. Tú me enseñaste a callarme lo que debía y básicamente, a contártelo a ti.
— Y tú me enseñaste a abrirme un poco más a la gente, en especial a ti.
— Todo era perfecto...
— Hasta que te fuiste después de bachillerato.
— Te he echado de menos.
— Y yo a ti... Pero tú has preferido pasar tu vida trabajando de lo que te gusta y viajando... En cambio yo, me quedé estancada y jamás avancé, no sin ti.
— ¿Nos hemos vuelto muy sensibleros, no, Moni?
— Tú sí que sabes cómo romper la magia, Dani.
— Bueno, tengo que volver a trabajar y esa era una buena forma de romperla.
— ¿Nos veremos más?
— Claro, aunque para asegurarlo me podrías dar tu número de teléfono.
— Vale cabezahueca.
— Dicho por ti suena bien y todo. —dijo Dani dándome su teléfono para que apuntara mi número.
Dani y yo nos despedimos y yo me fui hacia mi casa, después de quedarme a observar como él se volvía hacia el médico.

¿Estrellas, o tu mirada?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora