Me desperté, fue un momento de incomprensión. ¿Dónde estaba?
Solo me hizo falta girarme y ver a Cristóbal en la cama para averiguar todo.
— No, no, no, dime que ayer no hicimos nada.
— Y tanto, te dejaste llevar...
— ¡¡TE ODIO!! No vuelvas a hablarme... ¡Y mucho menos ni te vuelvas a acercar a mí!
Me vestí y salí corriendo de su casa. ¿Siempre tenía que cagarla? Ahora que empezaba con Óscar... Estaba segurísima que a él no le iba a gustar un pelo, pero tenía que contárselo.
Llegué a mi casa y le envié un mensaje, diciéndole que viniera. Él llegó media hora después.
— ¿Qué te pasa amor? Te veo preocupada.
Cogí a Óscar por los hombros y le besé, temía su reacción y quería besarle antes de todo.
— Sí, tengo que contarte algo...
— Miedo me das. Pero va, ves al grano.
— He pasado la noche con C... Cri... —no podía ni decir su nombre.
— ¿Con Cristóbal?
— Sí...
Se quedó sin palabras. Pude observar como se le caía una lágrima e intentaba disimular.
— Yo... Lo siento. —dije como pude, entre sollozos.
— Mónica, eres libre de elegir con quien quieres estar. —dijo con un tono de frialdad máxima.
Cogió y se fue. Yo no se lo iba a impedir, había cometido un gran error y comprendía su reacción. Solo esperaba que aquello se pudiera olvidar lo antes posible.