🌊Capítulo 11🌊

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El amor es una cosa que no se puede esconder, si no lo cuenta tus labios, te traiciona el respirar.

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  —Eso es, sacadlo todo—Ordenó Adrien de brazos cruzados—No quiero que quede nada de esa basura ahí dentro.

  —Pero, Señor ¿Qué se supone que tenemos que hacer con todo esto?—Preguntó un hombre mientras cargaba la urna con la mano de una sirena.

  —Deshaceos de él, tiradlo al mar—Adrien sonrió al ver la expresión atónica del hombre.

  —No podemos hacer eso—Aseguró el hombre—Todas estos restos de sirenas pertenecen a nuestro antiguo capitán, fueron conseguidas tras muchos años de esfuerzo de toda la tripulación, y si alguna vez regresa quien sabe lo que nos hará.

  —Ese tío no va a volver—Aseguró Adrien caminando hacia el pirata—Y si vuelve yo seré el que hable con él personalmente ¿Está claro? Ahora, mientras que yo esté al mando de este barco esa basura la quiero fuera, y si no cierras la boca te unirás a ella.

 El hombre, agachó levemente la cabeza y asintió varias veces, a pesar de la juventud de Adrien su comportamiento intimidaba a simple vista, puede que tuviera un carita angelical con esos ojos verdes que no hacen daño a nadie, pero sin duda al fondo de ellos se escondía un verdadero ladrón pirata.

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 Se había despertado hacía unos pocos minutos, el ruido de afuera sin duda era espantoso. Aún seguía sentada sobre la cama, procesando toda la información que había comenzado a inundar su cabeza. Anoche Adrien estuvo con ella en esa misma cama, y lo más insólito de todo: Su comportamiento había cambiado drásticamente.

 Tenía miedo, no quiera salir de ahí, temía encontrarse con el Adrien maleducado y borde con el que acostumbraba a estar. Sin embargo, el Adrien de ayer la dejó completamente confundida, en una ensoñación de la que no quería salir. Quería quedarse con ese recuerdo de Adrien.

 Se levantó lentamente de la cama y prácticamente arrastrando los pies caminó hacia la puerta. Asomó su cabeza por una pequeña rendija y se encontró con toda la tripulación corriendo y caminando por todos lados.

 Divisó a Adrien a lo lejos hablando con otro pirata, su expresión estaba totalmente seria, algo muy raro en él.

 El chico, alzó su mirada y sonrió al ver a Marinette y le hizo un gesto con la mano en señal de saludo, una sonrisa involuntaria se formó en los labios de la joven e hizo afán de caminar hacia el rubio cuando una segunda persona se interpuso en su camino.

  —Hola—Dijo una voz.

 Marinette dio una fuerte encogida y soltó un pequeño gritito.

   —¡Lo siento! Perdón... Te he asustado—Se disculpó el chico.

   —Oh... Nathanael, eres tú...—Dijo Marinette llevándose una mano al pecho.

   —Sí...—El pelirrojo soltó una pequeña risotada—Soy yo.

 Marinette sonrió levemente mientras su mirada se deslizaba a un punto exacto detrás de Nathanael.

 Y era Adrien. El chico aún continuaba hablando con aquel hombre tan rudo, pero al parecer, no le estaba haciendo mucho caso, ya que él estaba mirando con el ceño fruncido hacia la dirección en la que se encontraban ambos.

     —Ayer fui a verte—Dijo Nathanael—Ya sabes... Para ayudarte a terminar de fregar el suelo. Me sentía muy mal dejándote hacer mi trabajo.

™El Susurro De Las Olas 🌊Miraculous Ladybug🌊 #PremiosLadybugTLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora