🌊Capítulo 32🌊

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  —¡Exijo inmediatamente ver a ese aprovechado que dice ser el futuro rey!—aquellas palabras retumbaron dentro de su cabeza, y desgraciadamente podía sospechar quien era la persona que estaba detrás de la puerta de su despacho.

  Escuchó a los dos guardas que custodiaban la entrada detener a aquel hombre que tanto le recordaba a su odiosa hija.

  —Le repito Señor que no puede entrar a este cuarto sin una autorización —afirmó un soldado.

  —¿Y acaso no sabe quien soy yo?—inquirió el Señor Bourgeois—¡soy un rey! no acepto órdenes de nadie, mucho menos de sirvientes.

   Escuchar aquellas palabras marcó la única gota que faltaba para llenar el vaso de su paciencia. Con desgana se levantó de su lujoso sillón y abrió las puertas de la sala. Los dos guardas e incluido el Señor Bourgeois se sobresaltaron ante tan repentina acción.

  —¿Qué viene a exigirme a mí, "señor" o eso si puedo llamarlo así—Adrien lo miró de arriba abajo con prepotencia y sonrió ladeado sacando las pocas fuerzas que le quedaban para hacerlo.

  El hombre soltó una pequeña exclamación y lo miró con reproche.

  —¿Cómo se atreve ha hablarme así? Usted siendo quien es, debería saber el significado de los modales.

  Adrien se llevó una mano a la nuca y tomó una bocanada de aire.

  —Mire usted ha venido aquí ha hablar conmigo, y no ha darme clases de comportamiento, así que hablemos ¿no?—Adrien le hizo un gesto con la cabeza indicándole que entrara, justo cuando André caminó dejó al descubierto a una persona que se escondía tras él—no... no puede ser—refunfuñó el rubio soltando pequeñas maldiciones mientras entraba al interior del despacho.

 Adrien les indicó dos lujosos asientos en los cuales el rey de Niza y su hija pudiesen sentarse, después caminó  justo al otro lado del gran escritorio de madera.

  —Haber...—comenzó a decir el joven príncipe, se dejó caer sobre su sillón y se cruzó de brazos—que es lo que quiere decirme, o más bien que es lo que quiere repetirme su hija.

 Ninguno de los dos intrusos dijo nada, pues una lo miraba a él desafiante y el más mayor inspeccionaba la sala con descaro.

  —Haber tengo problemas más serios que verles la cara, así que lo que tengan que decirme me lo dicen ahora—espetó Adrien apoyando sus codos en sus rodillas.

  —Su majestad el rey Gabriel Agreste era un hombre de bien, y sobre todo muy respetable—aseguró André.

  —Sí, eso ya lo se. Por favor... dígame algo que no sepa ya—reprochó Adrien sin paciencia.

  —Sí su padre era un hombre de bien usted también sabrá como responder ante mi hija, después de abuso que cometió con ella.

  —Antes de que venga a decirme nada me gustaría aclararle que su hija tampoco es una santa—dijo él.

 El Señor Bourgeois dio un fuerte golpe en la mesa.

  —¡Mi hija merece respeto!—exclamó.

  —Papa...—llamó la chica—papa... ya te dije que no fue culpa de él, fui...fuimos los dos. Y a los dos fue a quienes se nos fue de las manos la situación—Chloe pestañeó varias veces para retener sus lágrimas de cocodrilo.

  —No reinita, no...—apoyó una mano en el hombro de su hija—él te engañó, aprovechándose de tu inocencia.

 Adrien apoyó su mejilla en la palma de su mano y miró a los dos elementos que tenía enfrente, se mordió la lengua para evitar soltar una barbaridad.

™El Susurro De Las Olas 🌊Miraculous Ladybug🌊 #PremiosLadybugTLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora