🌊Capitulo 14🌊

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Si realmente quieres a alguien, lo único que quieres para él es su felicidad, incluso si tú no se la puedes dar.

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  A diferencia de Niza, París estaba algo más tranquila, al menos los guardias le habían permitido el paso al centro de la ciudad. El pueblo hacía su vida con tranquilidad, cualquiera pensaría que todo podría ir bien, sin embargo la cruda realidad no era esa: El rey se estaba muriendo. 

 Marinette observaba cada habitante, cada casa, cada animal, todo era un mundo nuevo delante de sus ojos. Adrien le había comprado una rosa de color escarlata y se la había colocado en sus cabellos azabaches para recogerlos levemente, lo cual cuidada con suma delicadeza para que no se deshiciera. 

 Exactamente no estaba segura de lo que eran. Sin duda Adrien había cambiado mucho, había pasado de tratarla con desprecio y frialdad a tratarla con dulzura y suavidad. Era cierto que se habian besado varias veces, pero jamás se habían dicho un "Te amo"  y eso no les convertía en absolutamente nada. 

 Su cabeza volvió a recordar el sueño de la noche pasada, aquel sueño en el que Adrien estaba a punto de convertirse en el esposo de una auténtica desconocida. ¿Y si era cierto? ¿Y si la mujer que aparecía en sus sueños tenía razón? ¿Adrien estaría jugando con ella? 

 Soltó un pequeño suspiro y se mentalizó a ella misma. No era nadie para reprocharle nada a Adrien, él únicamente estaba siendo amable con ella, y no podía aprovechase de aquella situación para exigirle cosas infantiles. 

 La voz de Adrien la sacó de sus pensamientos, la azabache pestañeó varias veces con confusión y lo miró. 

  —¿C-Cómo?—Preguntó la joven saliendo de su ensoñación. 

  —Este es mi hogar Marinette, aquí es de donde vengo—Adrien señaló hacia delante y la joven lo siguió con la mirada. 

  Sus ojos se abrieron como platos, aquel palacio era enorme. No. Era colosal, elegante, precioso. Jamás había visto algo como tal, cualquiera diría que la joven aún seguía soñando, pero la voz de Adrien le recordaba que aquello era más real que la vida misma. 

 El rubio se dirigió hacia el gran portón principal del castillo, pero se detuvo y frunció el ceño. 

  —Será mejor que pasemos por la entrada trasera, es mejor no llamar mucho la atención—El chico le hizo una señal con la cabeza y la condujo por un pequeño callejón algo fúnebre. 

 Tardaron varios minutos en llegar a una pequeña puerta, ya que la superficie del castillo era algo impresionante. La insignificante entrada estaba protegida por una verja de hierro cuyos barrotes terminaban en punta para evitar que intruso se colasen en el palacio. 

 Dos guardias custodiaban el castillo armados con dos grandes fusiles, los miraron con recelo e hicieron como si los dos jóvenes fuesen invisibles. 

 Adrien se aclaró la garganta y miró a los guardias con seriedad. A uno de ellos lo reconoció por el gran mostacho que abundaba en la parte superior de sus labios, estaba acostumbrado a darle explicaciones las veces que se había escapado, y en numerosas ocasiones le pagaba con monedas de oro para que ocultase a su padre numerosas travesuras, como la vez que lo encontró con una prostituta en el cuarto de su padre, el rey.

™El Susurro De Las Olas 🌊Miraculous Ladybug🌊 #PremiosLadybugTLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora