CAPÍTULO 8: "¿Hermanos?"

1.5K 101 4
                                    

Narra Thiago:

— ¡Qué manía tenés de continuar una discusión cuando ya está terminada hijito! — me retaba mi papá —. ¡Tina! ¿Dónde estás? — gritó mi papá dejando en segundo lugar mis intereses.

— Papá, no te estoy preguntando si me dejás, solamente te estoy informando de que dejó de estudiar en Londres y me quedo acá.

Mi papá se me quedó mirando:

— ¿Pero por qué no me avisaste che?

— ¿De qué cosa? — pregunté yo sin entender.

— De que habías cumplido los 21.

Suspiré y negué con la cabeza.

— ¡Ah! ¿No los cumpliste? Ósea que todavía soy tu padre, tutor o encargado — me agarró de los cachetes, cómo si fuera un niño chiquito —. Entonces sos mío gurrumín, Thiaguito hijo... Tenés 15 años, y los próximos 6 vas a hacer lo que yo te diga, y si no, ándate con tu mamá, ¿está claro?

Por fin, estaba 100% seguro de que ya no le importaba nada a mi viejo. Estaba a punto de llorar, pero llorar era de nenes, y yo tenía que parecer un hombre ante mi papá, así que me guardé las lágrimas para otro momento.

— ¡Tina! — gritó de nuevo mi padre.

— ¿Me vas a meter a la fuerza en el avión? — le pregunté. Sin no me quería, ya era hasta capaz de hacer esa barbaridad.

De repente apareció Tina por detrás nuestra:

— Acá estoy señor.

— ¿Dónde estaban? ¿Vinieron los salva... digo los nenes? — preguntó mi papá, seguramente refiriéndose a los niños de la Fundación.

— Deben estar por volver señor. ¿Precisa de algo más?

— Sí, cómprale a Thiago un pasaje a Londres, el primero que encuentres.

— ¡Sí Señor! — exclamó Justina, obediente.

— ¡Papá! ¿No me escuchás cuando te hablo? ¡No voy a ir a Londres!

— Sí, sí... — volvió a ignorarme mi viejo —. Sino encontrás en 1º clase, comprá en turista, pero que sea el primero que encuentres a Londres.

— ¡Sí Señor! — repitió Justina.

En cuánto se fueron del pasillo, me puse a patear las paredes fuertemente. ¿Por qué no me quería? ¿Qué le había hecho yo a él? Yo no había pedido venir al mundo... ¿Tanto le molestaba que siempre quería estar deshaciéndose de mí?

Pero de repente, mientras golpeaba las paredes, escuché un ruidito. Detrás de la puerta con ventanas de cristal del cuarto de las chicas, estaba Marianella, quién me estaba indicando que fuera con ella. Ella me abrió la puerta y me invito a pasar:

— Si te querés descargar, hácelo bien — dijo señalándome a un saco de boxeo que había colgado en la pared.

Sonreí y empecé a golpear al saco, enojado. Parecía que Marianella era la única que entendía mi situación, a ella parecía que tampoco la querían en ningún lado.

-...-

Narra Mar:

Con Thiago estábamos hablando de nuestras vidas. Él había empezado a contarme su vida de nene bien, en la que nunca había tenido a un adulto para preocuparse por él. Y después, supongo que yo tendría que contarle la mía.

— Estudié en Londres hasta hace poco y después me vine para acá — dijo mientras se sentaba en mi cama —, y parece que no soy bienvenido. ¿Y vos? ¿Tu vida? Pregunto, para conocerte.

Yo estaba sentada apoyando la espalda en el respaldo de la cama de enfrente a la mía:

— Que sé yo... No hay mucho, no sé mucho. Mamá me — tragué saliva —, mi mamá me dejó en la puerta de una Iglesia. Me crió un cura, él me puso mi nombre... Después fui al orfanato, después me escapé de ahí... fui al refor... — él me miraba atento, hacia mucho tiempo que una persona me daba bola durante tanto tiempo — digo, al instituto. Y nada, después llegó tu papá con la vieja vinagreta y me adoptó.

Él se levantó de mi cama restregándose un poco los ojos, ¿estaba llorando? Dios... por fin a alguien le había conmovido mi historia, o eso me parecía a mí, pero no, seguro que no, solo eran ilusiones mías.

— Entonces seríamos cómo, ¿hermanos? — dijo acercándose a mí y poniéndose con las rodillas flexionadas a mi lado.

— ¡¿Qué decís?! — ¿Yo? ¿Hermana de un cheto sensible? ¿"Hermana" del hijo de mi "papá adoptivo"? Nada que ver... —. ¡No!

Él se acercó aún más y me rozó la cara, pero yo me separé rápidamente:

— ¡¿Qué?! ¿Qué hacés nene? ¡Salí!

— Tenías una pestaña.

— Mirá, mejor andate porque no tenés nada que hacer acá — dije, señalando a la puerta —. No podés estar acá vos.

— Bueno — me dijo acariciándome la cabeza, como si fuera un perrito —. Gracias por la descarga Mar. ¡Ah! Y péinate porque con ese look nunca vas a conseguir novio vos.

De repente por la puerta entró Justina... ¡Ups! Nos metimos en un lío. 

Padres AdolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora