CAPÍTULO 13: "La otra bruja"

1.5K 99 2
                                    

Narra Mar:

Mi día fue más bien aburrido, al igual que siempre, al igual que habían sido todos los días de mi vida. Nunca mis cumpleaños (desde que había cumplido 5 años, los años anteriores a ese siempre había tenido regalos, una muñeca, un reloj..., y al poco tiempo me sacaron de la Iglesia para llevarme un orfanato: "Está lleno de niños, te va a encantar" me decía la mentirosa de la trabajadora social), habían sido un día importante. Más bien habían sido aburridos. Saber que cumples hoy un año más, y que para nadie significas nada, no es grato.

Al entrar en la cocina me encontré con una enorme trata de cumpleaños: ¿Barto sabía que hoy cumplía 15 y me había comprado una tarta de esas dimensiones? ¡No! Eso era muy utópico. Y Thiago tampoco lo sabía. El único en el Hogar al que se lo había contado había sido a Rama. Poco tiempo después de haber llegado yo a la cocina, Thiago abrió la puerta:

— ¡Mar! Perdón por haberme despedido de una manera tan maleducada. Mi viejo me pone de los nervios, ya lo sabes.

Lo miré y me mordí el labio. Su viejo era una mierda y el todavía no se había dado cuenta.

— ¿Y la torta? ¡Ah! Es por el cumple de Dolo... perdón Mar, luego te invito a una porción de torta, ¿dale?

— No hace falta — dije agarrando una manzana.

Rama fue el siguiente en entrar en la cocina con un paquetito envuelto:

— ¡Feliz cumpleaños Mar!

Thiago me miró y sonrió:

— ¿Es tu cumple Mar? No me habías dicho nada...

Me quedé callada, mordí la manzana y salí de la cocina. Rama me siguió con el regalo y al dármelo me dijo:

— ¿Qué te hizo Thiago?

— Nada. No sé, es como que quiere ser mi amigo. Pero él y yo no podemos ser amigos. Barto me lo ha dicho...

— Y... es un buen chico, pero no te conviene mucho ser su amigo Mar. No lo digo porque él se vaya a burlar de vos, sino porque si te acercas a él, vas a tener serios problemas con Barto Mar...

— Lo sé Rama. Ya me amenazó antes.

— ¿Qué te hizo ese enfermo? — preguntó Rama en voz alta, enojado.

— Nos vio a Thiago y a mí durmiendo en la misma cama... ósea pasamos la noche de hoy juntos...

Rama abre mucho los ojos y se tapa la boca:

— ¿Han hecho algo más que dormir?

— ¡No! Solo dormir. Pero Barto cree que hemos hecho algo más.... cree que Thiago me dejó regalito.

— ¿Cómo regalito?

— Dios, ¡sos más lento que yo! Que me hizo un hijo, eso piensa.

— ¡Uh! Mejor que Barto no vuelva a acordarse del tema, podés acabar donde Pedrera...

— ¿Ese quién es?

— Un amigo de Barto, tiene un reformatorio donde tratan remal a los chicos. Ósea, los que se portan mal, Barto les vende a Pedrera.

— ¿Vender?

— Sí Mar, vender...

-...-

Narra Thiago:

Para mí mala suerte, tuve que volver del colegio acompañada de la pesada de Dolores. Cuando era chiquita me gustaba bastante, se había vuelto demasiado presumida... y mi opinión respecto a ella ha cambiado. En ese momento, la chica que me gustaba de verdad era Mar, y tenía que conseguirla sea como sea. También, nos acompañaba Nacho, mi viejo mejor amigo, hijo del Juez Pérez-Alzamendi. Él también ha cambiado. Ambos parecen repudiar a los chicos de la fundación de mi viejo... que si son sucios, que si tienen piojos... pero yo sabía que todo lo que decían ellos era mentira. Los chicos eran geniales, en especial Mar. Aunque la faltaba una última toma de confianza.

Llegamos al Hogar y les invité a pasar a la cocina. Los chicos estaban allí. Miré a Dolo que sonreía, se acercó a mí, y me abrazó mirando la torta:

— ¡Ay Thi! ¡Qué linda torta! ¿Es para mí verdad?

Mar giró la cabeza y me miró de arriba abajo, Rama hizo lo mismo, y después de unos segundos siguieron charlando entre ellos.

— Mucama, ¿me hacés un jugo? — le preguntó Nachito a Mar:

Mar miró a Nacho y educadamente le respondió:

— No soy la mucama. Prepáratelo vos.

— Yo los preparo — dije soltando a Dolo —. Por cierto Mar... ¿De qué te gusta la torta?

— La torta es mía, no de la huerfanita.

— Dolo, estoy hablando con Mar, no con vos. La estoy diciendo a Mar que de que la gusta la torta, porque hoy también es su cumpleaños y quiero que tenga su torta.

Mar me miró:

— No hace falta que me compres ninguna torta Thiago. No necesito nada más que el regalo de un gran amigo como Rama — dijo mostrándome un marquito que debía haberla hecho Rama con una foto de ellos dos juntos.

Me mordí el labio sin decir nada y fui a agarrar unas naranjas para hacer jugo.

— Thi, llama al servicio para hacerlas. Así vos descansas — dijo Dolo mirando a Mar.

Mar se levantó y la pegó un empujón a Dolo. Nacho agarró a Dolo y Rama agarró a Mar separándola de Dolo.

— Mar... no hagas caso a lo que te digan. Sos mejor que ellos — escuché susurrar a Rama.

— ¡No me toques chinita de porquería, estoy muy limpia y no quiero que una sucia como vos me contagie nada! — gritó Dolo.

— Dolo... no pelees con gente que no merece la pena — dijo Nacho llevándosela a un lado de la cocina.

Yo no pude resistir más. Se estaban metiendo con Mar, y a mí Mar me encantaba. Ella era re buena, y no se merecía las palabras de Nacho y Dolo.

— Dolo... te voy a avisar tan solo una vez. No se metan más con los chicos, ellos son mis amigos.

Rama me miró, y Mar me sonrió tímidamente. Era tan linda cuando sonreía.

— ¡Man! Yo no dije nada.

— No estoy hablando con vos Nacho. Ni siquiera quiero que celebres tu fiesta acá Dolo. Así que, te digo, en mi casa vas a tenerle un respeto a mis amigos, porque sino te voy a mandar afuera, ¿de acuerdo?

Pero de repente mi papá entró por la puerta. Y mi boca tuvo que callarse. Me iban a retar, y mucho.

Padres AdolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora