CAPÍTULO 35: "Un refugio"

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Narra Thiago:

Primer día en la calle. Mi primer día en la calle. Nunca me imaginé esto, pero ahora estaba en esta situación y no me quedaba otra que la cabeza levantar y seguir adelante como si no hubiera pasado nada. Mar había dormido tranquila al menos, Brunito se había comportado y no se había pasado la noche moviéndose o dando patadas como solía hacer de costumbre. Nuestro pequeño era un nene bastante inquieto.

Me incliné acercándome a Mar y le acaricié el cachete con la punta de la nariz para despertarla dulcemente. Ella arrugó el morro y gruñó dormida como si fuera un perro.

— Mar... — susurré.

— Sh — me respondió, callándome.

Suspiré y comencé a hacerla mimos mientras miraba nuestras pertenencias, las cuales estaban intactas. Menos mal, que no nos habían robado, porque sino hubiera sido la gota que hubiera calmado el vaso, el la calle y sin nada... ¡Que tremendo horror!

Poco a poco, Mar fue despertando. Me giré, mientras ella cerraba y abría los ojitos para acostumbrarse a la luz del Sol, la cuál era bastante potente.

— Buen día princesa — la deseé.

Ella simplemente sonrió y se incorporó de a poco sobre la fina manta de seda (una de las que tenía de cuando era chiquito, que además era de dibujos de Mickey, aunque, al menos teníamos algo para taparnos y dormir a gusto, no podíamos quejarnos).

— ¿Cómo han dormido?

— Bien — respondió ella sonriente —. Bruno se ha portado muy bien.

— Lo he notado, no hace falta que me lo digas — reí.

— Mientras que anoche me quedaba dormida, pensé una cosa...

— ¿Qué cosa Mar?

— Podría decirle a Terremoto de estar allá en el gimnasio, ayudándole con las cosas que él necesite. Sé que el no me va a forzar estando embarazada y siendo tan joven.

Suspiré, Mar era demasiado terca.

— ¿Cuántas veces te he dicho que no quiero...

Pero ella no me dejó continuar.

— Voy a ir a preguntarle, y me vas a acompañar, y también voy a preguntarle si te puede dar un trabajo a vos. Así que vamos, por el camino pasaremos a desayunar a algún lado.

— No hay plata — la avisé.

— ¿Y? Tenemos cara de ser pobres, seguro que nos ofrecen algo. Se nota que estoy embarazada — dijo Mar mientras ponía una mano en la panza.

Reí. Tenía a la mejor chica del mundo a mi lado,

-...-

Narra Mar:

Poco después de desayunar en una de las cafeterías donde alguna que otra vez cuando estaba en la calle había mendigado desayuno, llegamos al gym de Terremoto, mi ídolo desde que era una nena. Tenía el presentimiento que él nos iba a ayudar, que nos iba a pagar, o que igual nos buscaba un hogar decente.

Thiago y yo entramos. Como aún era temprano, Terremoto se encontraba solo en el gimnasio, apilando las colchonetas y repartiendo algunas otras por el piso para que después los clientes pudieran entrenar.

Al vernos entrar, sonrió, lo cual me parecio extraño y se dirigió rápidamente hacia nosotros:

— ¡Buenos días!

— Buen día — le respondimos Thiago y yo a la vez.

— Si que ha crecido el enano en estos meses, o enana... — dijo acariciándome la pancita,

— Está de 7 meses — dijo Thiago —. Y es un nene, Bruno Bedoya Agüero.

— Oh, queda muy lindo... ¿Qué les trae por acá entonces?

— Emm... — comencé —. No sé si usted podría darnos un trabajo, nos conformamos con un refugio y algo de alimento nada más... El papá de Thiago nos echó de la casa en cuanto se enteró de lo del embarazo y estamos viviendo en la calle desde entonces — señalé nuestras pertenencias, las cuáles estaban siendo arrastradas por Thiago —. Me quedan Dos meses para dar a luz y no sé que vida le voy a dar a mí bebé cuando nazca si seguimos así.

Terremoto no dijo nada.

— Le ayudamos en lo que quiera de verdad — dijo Thiago.

— Es que no necesito personal.

— Por favor — le supliqué —. Por el bebé hágalo aunque sea...

— Está bien, por el nene, pero en cuanto el nene nazca se buscan la vida eh, yo no quiero saber más nada. Pueden dormir en el gym, les traigo la comida de casa, y les pago las ecografias que les quedan, ¡pero no me pidan más!

En ese momento sentí un amor paternal y directamente lo abracé, sintiendo que le conocía de toda la vida y que lo quería de verdad. Nos estaba sacando de un gran lío, nos estaba dando un refugio. Le conocía de dos veces y lo quería de verdad por lo que estaba haciendo por nosotros.

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