CAPÍTULO 26: "Escaparé"

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Narra Mar:

Thiago estaba feliz, más feliz que nunca. Iba a ser padre de un nene, de mi nene, de nuestro nene. Como había dicho Jaz, Bruno Bedoya Agüero iba a ser un nene poderoso, heredero del doble apellido que tenía su papá, tan bien visto en la ciudad de Buenos Aires, iba a estudiar seguramente, en los mejores colegios... Pero, ¿qué iba a heredar de mí? Una madre abandonada al nacer, adolescente, sin familia, sin apellido, analfabeta, pobre, marimacho, sucia... Si algún día, cuando fuera grande, se enteraba de todo lo que había pasado yo, no querría volver a verme.

Miré a Thiago, el cuál seguía feliz por la noticia. Habíamos parado en la farmacia a comprar otro paquete de vitamínicos para que subiera un poco el peso, puesto que mi panza estaba mínimamente hinchada. Solo se notaba si la persona sabía que yo estaba embarazada.

— ¿Necesitas algo más mi amor? — me preguntó Thiago mientras el pagaba las vitaminas.

Simplemente negué con la cabeza. Después seguimos caminando hasta llegar a la mansión. Sin despedirme ni de nada ni de nadie bajé a mi cuarto y me acosté en la cama, pensando todo lo que iba a pasar Bruno por ser hijo de una simple huérfana abandonada y que no sabía ni leer ni escribir.

Comencé a acariciarme la panza, muy despacito. Sería una de las primeras veces que hablaba con mi bebé, el cuál acababa de enterarme de que iba a ser un varón.

— Perdóname pequeño, perdóname. Tendrías una buena vida sino fuera por lo estúpida que es tu mamá. Ni siquiera sé como poder cuidarte, ni cómo te voy a cambiar los pañales, es todo muy difícil.

Entonces comencé a pensar en uno de los peores errores que comentería en toda mi vida. Pero sí, podría ser una puerta de escape a otro lugar, una puerta de escape a que mi hijo no tuviera vergüenza de mí. Poder darle lo que yo pudiera, sin todas las cosas lindas que sí que podría darle su papá. Sí mi hijo viviera en la calle, o en una casa de madres solteras, dónde yo pudiera darle lo poquito que me permitirían las donaciones del estado y de las asociaciones para mujeres en peligro, seguramente, Bruno iba a crecer sintiendo que tenía la mejor mamá del mundo. En cambio, si crecía acá, rodeado de plata, de juguetes, con un papá listo, lindo, rico, iba a terminar avergonzándose de mí, de una madre que no había hecho nada en su vida.

Decidí comenzar con mi plan esa noche. Jaz tenía un sueño muy profundo, y Alelí también, así que no tendría ningún problema. Al llegar la hora de la cena, como todas las noches, Thiago entró en la cocina para comer con nosotros. Yo no tenía muy buena cara la verdad:

— ¿Pasa algo mi vida? — me preguntó en el oído Thiago, ya que Tina estaba cerca.

— No — respondí secamente.

— ¿Seguro? ¿Me juras que está todo bien?

Asentí con la cabeza.

Aquella noche apenas cené. Al acostarme le di un piquito a Thiago y después me fui a mí cuarto:

— Te noto rara Mar — me dijo Jaz.

— ¡¿Qué pasa?! ¡Estoy normal! — grité bastante irritada.

— Bueno, no me grites — dijo Jaz molesta, después se hizo un ovillo, se arropó bien y cerró los ojos.

Alelí, como no, me dio un beso en la panza dando así las buenas noches a su hermanito pequeño. Después se metió también en la cama.

Y yo fui la única que se quedó despierta hasta que la mansión estuvo completamente en silencio. "Hora de escaparme" dije para mí misma. Me levanté de la cama, agarré un par de cosas que ya había colocado para sobrevivir en la calle, y lentamente salí del cuarto. El pasillo estaba vacío, así que lo crucé rápidamente sin hacer ruido. Busqué las llaves en el colgador, abrí la puerta, volví a dejar las llaves en el colgador y la cerré con cuidado la puerta.

Al salir no vi a nadie, pero no dejaba de mirar para atrás por si venía alguien siguiéndome. Salí del área de la Fundación BB. Bruno y yo, solos. Recorrí la avenida, entera para abajo, hasta llegar a un pequeño riachuelo que estaba rodeado de pasto fresco. Aún era invierno, y desgraciadamente, aquella anoche hacia frío. Con unas mantas, que era la única pertenencia que había podido salvar de la mansión, me tapé.

Con las sábanas por encima, no se me notaba la panza apenas, pero Brunito estaba allí, esperando a que alguien le hiciera mimos, a tener de nuevo los besos de Thiago, su papá. Pero los mimos y los besos de papá, ya se habían terminado. Ahora solo estaba mamá, y mamá iba a intentar ser la mejor mamá del mundo.

Mi mano se posó en la panza:

— Perdóname por todo mi amor, pero creo que es lo mejor para los dos. Somos un problema para papá, él aún tiene que divertirse, tiene que salir a bailar, a tomar con sus amigos, y nosotros le vamos a arruinar la vida. Además, que en la casa de madres solteras vamos a estar bien, esperemos encontrar una mañana... — sonreí —. Ya verás que allí vas a hacer muchos amiguitos de tu edad, y vas a jugar mucho mucho... Y tal vez algún día, cuando todo cambie, podremos volver a ver a papá. Pero por ahora, es mejor que nosotros estemos acá y papá en la mansión, estudiando como tiene que hacer — y en ese momento, sentí una ligera patadita por dentro de mi panza. Brunito lo escuchaba todo, sentía como le hablaba. No pude controlarme y un par de lágrimas cayeron por mi mejilla —. Eso es mi amor, vos y yo siempre fuertes y siempre unidos. Ahora solo estamos vos y yo...

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