CAPÍTULO 30: "Ella"

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Narra Mar:

Al final, Thiago y yo regresamos al hogar tras haber recogido mis pertenencias de la Residencia para Madres Solteras. Tras varios trayectos andando, y el otro en colectivo, por fin habíamos llegado a la Mansión Inchausti. Thiago y yo, nos habíamos perdonado, y yo había admitido, por fin, que lo mejor para Bruno sería que sus papás formarán una familia, y darle una buena crianza, que obviamente, eso era lo más importante. Y Thiago, también me prometió, que no lo iba a consentir demasiado a Bruno, aunque eso, no lo tenía muy claro.

Al entrar en la casa, al ser todavía mediodía, un poco antes de la hora de la comida, los chicos aún no habían llegado de trabajar. Thiago aún ignoraba que los chicos "trabajaban" en la calle. Ósea, no tenía ni idea de que los chicos se dedicaban a robar para sus papás, y que gracias a que yo era la novia de Thiago, a mí no me obligaban a hacerlo. Tan solo por respeto, aunque también por miedo de que yo le dijera a Thiago que Tina y su propio padre me obligaban a robar. Y yo de los chicos, obviamente, no le había dicho nada, por miedo de que Tina o Barto me hicieran algo, y me pudieran separar de Thiago. Me había dado cuenta, de que lo necesitaba más que nunca, tanto Bruno, como yo.

Fuimos a dejar las cosas a mi cuarto y nos quedamos un rato hablando acostados, uno al lado del otro encima de mi cama:

— ¿Me prometes que no te vas a volver a ir? — me preguntó Thiago poniendo una mano en mi panza.

Asentí con la cabeza:

— Lo prometo.

— Mirá que si te volvés a ir no te vuelvo a hacer mimos en la panza hasta que Brunito nazca — dijo riendo.

— Que no me voy más — dije —. Te lo digo en serio, muy en serio.

— Bueno, entonces te sigo haciendo mimos en la pancita. Mimitos que está sintiendo mi pequeño bebé — Thiago no podía estar más tierno en ese momento —. ¿Eh? Pequeño bebé, soy tu papá. Y te amo mucho mucho, desde que supe que estabas ahí, te amo muchísimo.

— Papá baboso.

— Sé que soy un papá baboso, me gusta serlo de hecho. Me muero de ganas por conocer a este pequeño, porque él aprenda de mí y yo aprenda de él, quiero verlo crecer, quiero darle consejos para las chicas...

— ¡Ey, Thiago! — lo interrumpí —. ¿Aún no salió de la panza y ya estás pensando en darle consejos para conquistar a las chicas?

— Es mi hijo, tiene que aprender de mí.

Lo miré mal, pero en ese momento no podía resistir reírme:

— A ver, ¿cuántas chicas te han dado bola Bedoya?

— Es Bedoya Agüero. Y he conquistado a varias, pero solo una ha sabido conquistarme a mí. A mí me gustan las mujeres maduras, que a la hora de enfrentarse a un problema, aunque al principio no puede reaccionar muy bien, termina razonando lo que es mejor para los dos.

Sonreí, sabía que esa chica era yo.

— ¿Quién ha sido la chica que te ha conquistado?

— Mar, lo sabés.

— No — dije haciéndome la tonta.

— Es Dolo.

— ¡Dolo mala! — exclamé.

— Bueno... Dolo no es — dijo riendo —. Te he mentido. Es una chica a la que rescaté de una fuente, y después de una residencia de madres solteras. Y, ¿sabés una cosa? También es la mujer con la que quiero formar mi familia, bueno, la familia ya viene en camino.

No pude resistirme y comencé a besarlo apasionadamente. Él me siguió el beso, también apasionadamente, sin dejar de acariciarme la panza. De un beso a otro nos fuimos desnudando, deseando volver a sentirnos cerca, como ese día, hace 5 meses, el día de mi 15º cumpleaños. Pero una llamada en la puerta, nos interrumpió. Thiago puso mala cara y tuvo que comenzar a vestirse para ir a abrir la puerta. Yo también me vestí y estiré un poco la cama. Thiago se levantó y abrió la puerta, atrás de ella estaba Tina, poniendo cara de amargada, como de costumbre:

— ¿Dónde han estado ustedes dos esta mañana? Llamaron del colegio, y dijeron que no habías ido.

— Tuve que ir a hacer cosas con Mar — dijo Thiago rascándose la nuca.

— Eso no me vale como explicación, suban a hablar los dos con Bartolomé, por favor — Tina se apartó de la puerta para dejarnos pasar.

Resoplé, y Thiago y yo salimos del cuarto para ir a hablar con Bartolomé a su despacho. Al final llegamos, y él nos invito a pasar:

— ¿Qué pasó esta mañana che?

— Salimos con Mar a hacer unos recados — dijo Thiago simplemente.

— Ajá, ¿qué recados hijo? — preguntó Barto.

— Cosas nuestras papá — respondió Thiago. Pude notar su mano por debajo de la mesa, buscando la mía. Nos agarramos de la mano rápidamente, estábamos muy nerviosos.

— ¿Cómo ir al ginecólogo?

Nos quedamos soprendidos. ¿Cómo sabía eso él?

— ¿Qué decís papá? No hemos ido al ginecólogo en ningún momento.

— Revisé las cuentas del banco, y había varias consultas durante los últimos tres meses. Llamé y me dijeron que era del ginécologo. Che, si a Mar la pasa algo, creo que deberían decirme a mí.

— Es que... — Thiago no sabía que decir.

— ¿Es qué no me quieren contar que voy a ser abuelo verdad? Pues sí, ya lo sé. Sé que voy a ser abuelo.

Sí. Ahora sí que Barto se había enterado de mi embarazo.

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