CAPÍTULO 40: "Bruno Bedoya Aguëro"

2.3K 106 0
                                    

Narra Thiago:

Era muy pequeño. Había pesado 2 kilos y 800 gramos, y había medido 49 centímetros. Tenía los ojos enormes, de color chocolate como su mamá. El poco pelo que tenía también lo tenía muy oscuro. La boquita era igual que la de Mar también. De mi tan solo había sacado el lunar y la naricita chiquita. Era hermoso y muy bueno, gracias a Dios. Si hubiera nacido llorón, nos hubiéramos matado.

Aunque, nuestro pequeño no tenía porque llorar, había nacido rodeado de amor. Era un bebé muy afortunado. Más que su mamá, la cual fue abandonada por culpa de su abuelo, y que yo, que ni mi papá me quiso, y tampoco mi mamá.

Por la tarde, los chicos de la BB lo habían visitado. Lleca, Rama, Monito... todos habían estado mimándolo durante toda la tarde. Como habían podido, le habían traído la cuna, con sus sabanas bordadas con su nombre en color azul. Lo tenían todo preparado. Decidimos que fueran los padrinos Rama y Jaz. Y también le prometimos a Tacho, que si en bastantes años teníamos otro bebé, él sería el padrino.

Aquella noche, fui yo el que me quedé con Mar en el hospital. Era la primera noche con nuestro bebé y necesitábamos espacio. Además, necesitaba tiempo para contarle algo a Mar, algo muy importante.

— Ya se ha quedado dormido — me dijo satisfecha con Bruno en sus brazos.

— Que suerte que las enfermeras le hayan dejado quedarse con nosotros a dormir la primera noche.

— Sí — Mar sonrió —. En verdad no quiero que se separe de nuestro lado, hemos pasado muchas cosas, no quiero que lo alejen de nosotros.

— Yo tampoco quiero — sonreí —. Por cierto, Mar, tengo que decirte algo... a vos y a Bruno.

— ¿Qué cosa?

— Algo que quiero pedirte desde hace tiempo.

Mar entonces me hizo hueco en la cama para que me acostara con ella y con mi pequeño. Eran tan perfecto como su mamá.

— Brunito, tenés que aprender a ser tan romántico como papá, ahora te voy a hacer una demostración, ¿de acuerdo?

— Eso sí, aprende a cuidarte... — le avisó Mar haciéndole un mimo en la nariz.

— Mar, acepta que de eso que tuvimos ha salido la cosa más perfecta del mundo. Mira que carita, es para que haga anuncios de bebés, va a ser modelo mi pequeño.

— Va a ser un nene normal. Va a ir al cole, va a tener muchos amigos y todo eso. Lo que hacen todos los nenes normales.

— Sí, pero, papá le va a enseñar a conquistar a chicas, ¿verdad Brunito?

— ¡Thiago! — me gritó Mar retándome.

— Es verdad.

— Aún lleva pañales, ¿cómo va a conquistar a chicas?

— Cuando sea más grande.

— Bue... — gruñó haciendo un puchero.

— Ahora, déjame que te diga lo que tengo que decirte. Y escuchá bien, que es muy importante.

— Decime.

Tomé aire bastante nervioso y la agarré de las manos.

— ¿Te querés casar conmigo? — sonreí.

Mar sonrió también, sabía perfectamente que si quería.

— Anillo para Reyes, no tengo suficiente presupuesto todavía. Tengo que pedirle a Sandra.

Mar rió fuerte:

— No me hace falta ningún anillo para decirte que sí.

— ¿Eso es un sí?

— Sí, es un sí.

Entonces la besé, con cuidado por Bruno, que estaba en el medio de ambos. Y en unos meses, seríamos marido y mujer.

Padres AdolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora