CAPÍTULO 19: "Una mamá mimada"

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Narra Thiago:

Era ya de noche cuando llegamos a la mansión. Mi mano fue en la panza de Mar, la cuál iba completamente dormida, durante todo el trayecto. Al llegar, la ayudé a Mar a salir del auto y juntos entramos en la mansión. Allá, en la puerta de entrada, estaba mi papá, quién me recibió, cómo de costumbre, con un frío abrazo:

— Hijo.

— Hola. Mar y yo estamos cansados, así que será mejor que no molesten. Voy a acompañar a Mar a su cuarto para que duerma, después voy a ir al despacho a que anules la matrícula del London College.

— Ahora mismo estará cerrado, ya sabes que allá son 5 horas más.

— Está bien, mañana lo haré. Y que sepas que hoy duermo con Mar.

Mi papá negó y me tomó del brazo:

— ¡Más despacio Thiago Adolfo! Mar sabe hacer las cosas sola. Así que acompáñala al cuarto solamente. Va a estar acompañada de sus amiguitas, no la va a suceder nada malo.

Lo miré mal a mi papá y acompañé a Mar a su cuarto. Al entrar vi a Alelí, quién se colgó del cuello de Mar nada más verla, y a otra chica, de ojos verdes, quién me saludó con la mano.

— Alelí, dejá a Mar. Está cansada, ¿de acuerdo?

— ¿Está cansada por lo del bebito?

Me quedé atónito, y Mar también.

— ¿Quién te dijo del bebé Alelí? — le preguntó Mar, en tono de enojo.

— Rama. Los saben todos los chicos.

— Pero es un secreto, no le pueden decir ni a Barto ni a Justina, ¿de acuerdo?

Alelí asintió.

— Descansá mi amor — la di un pico a Mar, la di un beso en la panza y después fui al cuarto de los chicos, para avisar a Rama de que habíamos llegado, y de que si, había algún problema, debía proteger a Mar.

Entré en el cuarto de los chicos, y vi a otro nuevo inquilino. En un mes, dos nuevos miembros se habían unido a la Fundación BB.

— Hola pancho — me dijo el chico, de unos ocho años.

— Felicidades papá — me deseó Tacho.

Lleca me abrazó y también me felicitó, al igual que Rama:

— ¿Cómo está Mar? — me preguntó Ramiro.

— Está bien, está tranquila. Lo importante es que mi viejo no se entere de lo que está ocurriendo. Y Tina tampoco.

— Tranquilo, no vamos a decir nada. La cuna está escondida en el cobertizo y tapada con una manta. Ahí Justina nunca mira — dijo Lleca. 

— Bueno, cuiden a Mar sí. Mi papá no me deja estar con ella. Mañana por la mañana en cuanto me levante vendré a verla. Se la dejo a su cuidado — dije sonriendo y marchándome del cuarto.

Narra Mar:

Me acosté en la cama y Alelí se acostó junto a mí, solo para estar cerca del bebé y mimarme en la pancita. La otra chica no paraba de mirarme, sobre todo me miraba la panza:

—¿Algún problema con mi embarazo? — la pregunté secamente.

— No. Solo que no se te nota mucho.

— Apenas llevo 2 o 3 semanas embarazada, es imposible que se me note.

— Jazmín — se presentó la chica —. ¿Vos?

— Mar, bueno, Marianella, pero me dicen Mar. ¿Desde hace cuánto estás acá?

— Un par de días. Pero es por segunda vez. La primera vez tenía 7 años, pero mi tío me adoptó.

— Ajá — dije —. Espero que nos llevemos bien.

— Lo mismo digo — ella me dedicó una breve sonrisa y se acostó en su cama.

Alelí me miró feliz:

— Yo creo que va a ser una nena, así podré jugar con ella a las muñecas.

— A mí me da igual un nene que una nena enana, lo importante es que nazca sano. Y también que crezca feliz acompañado por sus papás.

— Sí, yo sé que Thiago y vos nunca lo van a abandonar al bebito.

De pronto, Tacho, Rama y Lleca entraron en mi cuarto:

— ¡Felicidades mamá! — gritó Lleca.

Ay no... Ahora todo el mundo me felicitaba.

— Baja la voz Llequita — dijo Rama acercándose a mi cama y dándome dos besos —. Enhorabuena Mar, estamos todos muy felices por la notica.

— Felicidades Mar — dijo tacho mientras se recostaba en la pared y miraba a Jazmín de lejos.

— Gracias Rama, gracias Lleca, y gracias Tacho.

— De nada — respondieron Tacho y Lleca a la vez.

— ¿La vas a cuidar a Mar enana? — le preguntó Rama a su pequeña hermana, quién en ese momento tenía una mano puesta en mi pancita.

— Sí, yo voy a cuidar a la nena de Mar y Thiago.

— Ey, nena no va a ser — dijo Lleca acercándose a mi panza y poniéndome también una mano en ella —. Va a salir de ahí un súper futbolista.

— ¡No! — exclamó Alelí, medio enojada —. Va a salir una princesita.

— Yo mientras que no sea cheto como el padre, que salga lo que quiera — dijo Tacho.

Todos comenzamos a reír.

— Sí yo también puedo elegir, prefiero una nena — dijo Jazmín. Me estaba empezando a caer bien aquella chica, aunque recién la conocía.

— Bueno... Lo que sea, pero que sea un bebé bueno y sano, y no sea llorón para que los papás le críen fácilmente — añadió finalmente Rama, poniéndome también una mano en la panza. Y sí, con tantos amigos, mi panza y yo íbamos a estar muy mimadas a todas horas. 

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