CAPÍTULO 21: "Chantaje"

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Narra Thiago:

El día en el colegio transcurrió con tranquilidad. Al mediodía, salimos con Nacho hacia la mansión.

Pero de repente, ambos empezamos a escuchar como alguien corría atrás de nosotros. Me di la vuelta y hay estaba Dolores:

— ¡Hola Thi! — exclamó muy simpática dándome Dos besos en el cachete —. Hoy en clase ni me saludaste.

Yo no respondí.

— ¿Iban a la mansión? — preguntó Dolo.

— Sí. Thiago me invitó a comer — dijo Nacho.

— ¿Y no me invitas a mí Thiago? — me preguntó mirándome.

— Vení si querés, pero compórtate bien y no seas nenita.

Los tres llegamos a la mansión. Mientras Nacho y Dolores se quedaron en La Cocina, yo fui al cuarto a ver a Mar, y dio la casualidad de que estaba allí, mirándose al espejo, con una almohada bajo la remera, simulando la panza de embarazada. Yo me quedé sonriente, mirándola desde la puerta. Hasta que ella se dio cuenta de que yo estaba allí:

— Hola mi amor — dije entrando en el cuarto y dándola un pico.

— Hola — ella sonrió.

— Te queda bien la panza, vas a estar hermosísima.

— Gracias.

— Hoy, Nacho, Dolo y yo vamos a comer con vos y con los chicos. No te preocupes por Dolores, yo voy a estar presente y a la mínima que te haga te voy a defender, ¿de acuerdo?

Mar asintió y me agarró de la mano. Juntos cruzamos el pasillo y entramos en la cocina. El resto de los chicos, ya estaba allí. Extrañamente, mi amigo Nacho charlaba tranquilamente con Jazmín, la chica nueva de la fundación.

Me senté junto a Mar a la mesa, y enfrente nuestra se sentó Dolo. Aquella chica era demasiado pesada...

Tina nos sirvió la comida a todos: pasta con champiñones y crema. Mar no comió mucho, ya que me contó que los mareos por el embarazo la quitaban un poco las ganas de comer. Como mañana vendría el médico a revisarla, podríamos preguntarle si eso era normal en las embarazada de pocas semanas.

Por lo demás, fue una comida tranquila. Con los chicos acordamos pasar la tarde en la sala jugando a algún juego.

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Narra Mar:

Me quedé sola por desgracia con Dolores en la cocina. Thiago había subido a su cuarto a cambiarse de camisa, Nacho estaba con Jazmín conversando en la sala, y los chicos se habían ido al baño a lavarse los dientes. Tina me había avisado de que aquel día me tocaba lavar los platos a mí, ya que llevaba semanas sin hacerlo. Y a los pocos minutos de quedarme sola, entró Dolores en la cocina, como de costumbre a molestarme:

— Hola Mar.

— Déjame en paz — respondí secamente.

— Solo venía a felicitarte.

Suspiré y me di la vuelta con un plato en la mano. ¿Ella sabía también lo del bebé? Iba a ser un secreto y de pronto lo sabía todo el mundo. Y si Dolo lo sabia, era porque Thiago se lo había dicho.

— Vete.

— Felicidades por lo del bebé. Aunque, dudo que Thiago se quiera hacer cargo de él. Thiago siempre tuvo falta materna, y también paterna, y cuando nazca el bebé se va a venir abajo, te lo aseguro.

— ¡Te vas ya estúpida! — grité tirándola el plato. Desgraciadamente, le di a la puerta y no a ella. Debería haberla reventado la cabeza a esa turra.

— Solo te voy a decir una cosa, bueno, en realidad es una propuesta. Si no querés que le diga a don Bartolomé lo de tu bebito, será mejor que cortes con Thiago.

Entonces fue cuando Thiago entró en la cocina. Al ver el plato roto junto a la puerta, sé que se imaginó todo.

— Dolo, fuera de mi casa — dijo Thiago tomándola suavemente por los hombros.

— ¡No hice nada! — gritó Dolo.

— ¡DOLO AFUERA DE MI CASA YA! — gritó Thiago fuerte.

Dolores gruñó, frunció el ceño, agarró su mochila y se fue de la mansión. Por suerte, Barto no estaba aquel día en la mansión porque tenía cosas que hacer afuera y no escuchó las voces, sino, se hubiera enterado de todo.

Yo, preocupada, me senté en la silla de la cocina con la cabeza entre las manos.

— Mar... No sé qué es lo que ha dicho Dolores, pero seguro que no es verdad.

— Me ha dicho que nos vas a abandonar. Que nos vas a dejar al bebé y a mí. Porque la falta paterna y materna, va a hacer que lo de ser padre te venga grande.

Thiago negó con la cabeza y se arrodilló en el piso, delante de mí:

— Nunca los dejaría. No estoy preparado para ser papá, me viene grande, pero nunca los voy a abandonar Mar.

Suspiré:

— También me dijo que sino cortaba con vos, le iba a contar a tu papá lo del bebé.

Thiago se mordió el labio y me agarró de las manos:

— Tranquila mi vida, antes de cortar con vos, hago que ella desaparezca. Y te prometo, que mi papá no se va a enterar por otra persona que no sea yo. Y en el momento que yo vea apropiado. Y solo se va a enterar si cambia de opinión con respecto a vos en los próximos meses, ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza y lo abracé muy fuerte. Aunque todos mis amigos me mimaran, Thiago era mi mayor apoyo, la persona con la que de verdad iba a contar para criar a nuestro bebé.

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