CAPÍTULO 14: "El beso de mi vida"

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Narra Thiago:

— Papá yo...

— No digas nada más, al despacho. Dolo corazón, subí al cuarto de Malvina que allí tenés preparado el vestido que te trajo tu mamá a la mañana, ¿de acuerdo? Tina te ayudará a ponértelo. En media hora viene la peluquera y en una hora la maquilladora.

— ¡Ay Barti! Vos siempre tenés todo perfectamente organizado.

Tragué saliva y seguí a mi padre hasta su despacho. Mis piernas temblaban como la gelatina. Era la primera vez que tenía miedo de mi papá. Tuve miedo muchas veces... tuve miedo cuando me quedé solo con mi padre, cuando mi mamá se había marchado abandonándonos, cuando viaje a Londres solo, el primer día de colegio. Pero... aquel día le tenía miedo a mi propia sangre.

— Sentate — me ordenó seriamente.

Me senté.

— Así que ahora defendés a los huérfanos...

— Es que Mar no se merece lo que Dolo la dijo. Es una bruta ella.

— ¡Bruto sos vos! Dolo es una señorita, y a Mar le falta mucho para ser una señorita todavía. Siempre fuiste amiga de Dolo che, y ahora viene la otra, y querés andar con ella.

— Mar es mi amiga papá, y vos no me podés prohibir que sea amigo de ella.

— Van a ser "amigos" — dijo haciendo la señal de comillas con las manos —, hasta mañana. Así que, van a ser muy poco tiempo amigos.

— Voy a volver de Londres como lo he hecho hace unos días.

— No, porque ahora vas a tener bien restringidas las salidas, yo mismo se lo he ordenado al colegio.

— ¿Cómo? ¡Papá no me pueden tener preso en el colegio!

— ¡Te escapaste! ¡Eso está prohibido en el colegio!

— Quería volver a casa papá... pero claro, vos acá no me querés.

— ¿Pero cómo podés decir eso hijo?

— Porque es la verdad papá — me levanté de la silla y lo miré —. Y hoy en la fiesta voy a estar con los chicos del Hogar, y con Mar. Sino me querés en casa será por algo, así que voy a hacer lo que me de la gana.

— Bájate del ponny Thiago...

— Admití que no me querés más — entonces salí del despacho, muy enojado.

Mar y Rama aún estaban en la cocina cuando yo entré.

— Nacho y Dolo están arriba — me avisó Rama.

— No me apetece verlos Ramiro — dije mirando a Mar, quién me observaba muy callada —. Mar, por cierto. Está noche tu cumpleaños se celebra, me da igual que sea el de Dolores también. Es tu fiesta, y también tenés derecho a celebrarla.

— Bueno, de todas formas no tengo muchas ganas de celebrarla — me dijo Mar, desganada.

— Mar... — dijo Rama.

— No quiero y listo.

— Sí es por el vestido, yo te dejo alguno de Malvina. Seguro que vas mucho más linda que Dolo — dije.

— ¿En serio me lo prestarías? — me preguntó Mar sonriente.

— Claro, espera un poco a que baje Dolores y podés subir a elegirlo.

— Gracias Thiago — Mar me sonrió y salió del cuarto, llena de felicidad.

-...-

Narra Mar:

Yo ya estaba abajo en la fiesta, con el elegante y hermoso vestido que le había sacado a Malvina. Era de color lila, brillante, largo... nunca me hubiera imaginado con este vestido puesto. Acababa de comenzar el vals, y yo estaba escondida detrás de las cortinillas de decoración de color fucsia metalizado.

Thiago y Rama habían comenzado a mirarme nada más empezar el vals. Dolo estaba justo detrás de mí, y aunque lo intuía, dudaba que Thiago fuera a bailar conmigo. Él comenzó a caminar hacia dónde estábamos Dolo y yo, y Rama hizo lo mismo.

Cada vez ambos estaban más cerca, pero el primero en llegar a mí fue Thiago. Me agarró la mano delicadamente y me preguntó:

— ¿Querés bailar conmigo?

Y sin responderle, él me sacó a bailar al medio de la pista. Yo no me negué. La música seguía sonando, armoniosa. Él colocó mi mano en su hombro y y puso en alto la otra, preparándonos para bailar.

A los pocos segundos ya estábamos bailando. Él me guiaba, sin parar de sonreír. Yo solo lo miraba a él, no sabía que estaba ocurriendo a mi alrededor. Dolores y Rama ahora no me importaban.

Y así seguimos bailando como 3 minutos más:

— ¿No es un poco mucho ya? — pregunté, mirándolo a sus intensos ojos.

— No, no es poco — me dijo él, sincero —. Rodeado de tanta gente, y encerrados, digo... con la luna que hay afuera.

— ¿La luna?

— Cuando hay luna llena, se dice que las personas que se enamoran ese día, tendrán para siempre un amor verdadero.

— Son pavadas... — dije sin pensar.

— Para mí no son pavadas. Yo creo en eso.

— ¿En la luna?

— En el amor eterno... solo hay que animarse.

— No es tan fácil — comenté. Y entonces fue cuando me dí cuenta que apenas nos separaban 5 centímetros... ¿Qué iba hacerme?

— Por ahí con mi regalo te vas a animar al amor. A creer en mí — rozó mi nariz, yo me acerque un poco más, haciendo que nuestros labios se rozasen, y ambos nos fundimos en un beso completamente apasionado. Un baile de primeros deseos recorría todo mi cuerpo. Nunca había sentido algo así... sabía que él me amaba, y que con él siempre estaría segura. Porque el primer beso, es siempre tan verdadero, que nunca se puede olvidar. 

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