CAPÍTULO 41: "El final"

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Narra Mar:

6 de enero de 2008. 7:30 de la mañana. El primer día de Reyes de mi pequeño ratoncito. Mi primer día de Reyes junto a mi futuro esposo y mis papás. ¿Puede ir algo mejor? Por fin soy feliz, tengo una familia, un apellido, un hogar, sé leer, escribir, en marzo empezaré en las clases en el Rockland. Y Thiago, volverá a su vida de antes. Mi mamá, Julia, le ha prometido que le pagará el colegio, y también una carrera universitaria si es que quiere hacerla.

Yo ayudaría a mi papá en su gimnasio. Aunque Terremoto al principio se hubiera tomado mal lo de tener un nieto tan pronto, y lo de que además el papá del nieto tuviera que vivir con nosotros, finalmente terminó llevándose muy bien con Thiago. Por no decir lo feliz que estaba con Bruno. Hasta le había regalado unos guantes de boxeo chiquititos para cuando creciera un poco. "Bruno Bedoya Agüero será el futuro Terremoto Aguirre" decía orgulloso.

El lloriqueo de Bruno fue el que nos despertó. Al estar todavía Thiago dormido (ya que la última toma de leche le había tocado a él con la mamadera), tuve que levantarme yo y calmarlo en mis brazos. Había crecido mucho en aquellas dos semanas. Le dí el pecho para alimentarlo mientras intentaba despertar a Thiago, él cuál estaba profundamente dormido. Con Bruno en nuestras vidas apenas descansábamos. A la noche, Brunito se despertaba 3 veces: a la 1 de la madrugada, a las 3 y a las 5. Su llanto era tan débil que tenía que dormir entre nosotros para escucharlo cuando lloraba.

Otro de los problema de Brunito, era cambiarle el pañal. Yo aún estaba aprendiendo, y Thiago no sabía ponérselo todavía, por no hablar de cuando Bruno hacía caca. La cara de Thiago era terriblemente graciosa. Aunque él decía, una y mil veces, que la caca de Brunito no le daba ningún asco.

— Thi — lo llamé lentamente, para tranquilizar aún más a mi pequeñín.

— Mmm — gruñó dormido mi futuro esposo.

— Nosotros ya estamos despiertos, ¿verdad Bruno?

Bruno alzó su manita en dirección a mí cara, la cual tuve que mover rápidamente para que no me diera un pequeño golpe. Después me levanté de a poco con el en mis brazos y me dirigí hacia la puerta del
cuarto mientras le daba todavía la leche del pecho.

Mientras, Thiago despertó. Me miró, miró a Bruno, y nos sonrío:

— Buen día familia.

De repente, sonó el timbre. Separé lentamente a Bruno de mi teta y lo puse a un lado de mi pecho con la cabeza bien sujeta como me había enseñado mi mamá.

— Voy yo, aliméntalo a Bruno tranquila.

-...-

Narra Thiago:

Fui hasta la puerta y abrí. Detrás de ella, no me podía creer lo que encontré:

— Mi amor.

Abrí los ojos mucho, pensé que estaba soñando.

Por detrás de ella, apareció Barto, con un montón de bolsas llenas de regalos, y cara de perdón. ¿Debía perdonarlo?

— En primer lugar felicidades — dijo —. Le trajimos regalos al nene.

— ¿Nos dejaste en la calle y ahora le traes regalos a nuestro hijo? De verdad que no te entiendo Bartolomé.

— He cambiado, además, parte de estos regalos son de tu mamá — dijo mirando a Ornella.

— Yo no quiero nada de ustedes, mi hijo no va a llevar nada de lo que le regalen ustedes. Ambos me abandonaron, vos con 7 años mamá — miré a Ornella —, y vos nos dejaste en la calle cuando Mar estaba de 7 meses.

— Y pido perdón por ello, quiero ver a mi nieto — dijo Ornella.

— Yo también quiero ver a mi nieto hijo, y pido perdón — dijo Barto.

De repente, por detrás de mí, aparecieron Mar y Bruno. Me di la vuelta y lo tomé en brazos con el mayor amor del mundo. Era mi hijo, mi sangre, lo más importante de mi vida ahora mismo junto con mi futura esposa.

Ornella tenía cara de felicidad, y Barto por primera vez sonreía sin falsedad.

— ¿Lo puedo agarrar? — me preguntó mi mamá.

— Sí, con la condición de que nunca más me dejes solo, ni a él tampoco.

Ornella agarró a Bruno y Barto me abrazó. Estaban orgullosos de mi, y también de mi pequeño. Por muchas cosas malas que Barto hubiera hecho, siempre las pequeñas vidas unen a las familias. Bruno había ablandado el corazón hasta al más duro. Y también a la más pasiva, una mujer que tuvo que huir de casa por no sentirse lo suficientemente preparada para aceptar la verdad y contársela a su hijo. Pero ahora, gracias a mi pequeño ángel, mi familia estaba unida de vuelta.

-2011-

— Mami, ¿podés contarme la historia de cuando nací?

— Te trajo la cigüeña mi amor — contestó Mar arropándole.

— ¿Y a los primos también? — preguntó Bruno inocentemente.

— Sí, a todos los nenes.

— ¿Pero me podés contar la historia entera, por favor?

— Es larga — le avisó Mar mientras le agarraba la manita para acariciársela.

— Tenemos toda la noche...

Thiago entró en la habitación con Mora en brazos, él también quería escuchar la historia. Y esa pequeña de ojos verdes, del mismo color que su hermoso padre, también quería oír a su hermosa madre.

— Todo empezó en un lugar muy feo...

FIN

Padres AdolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora