capitulo 29 !detente y piensa!

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No podía creer que May lo hubiera dicho en voz alta, frente a Adam y Di y Sam, mi boca se abría y cerraba como si intentara decir algo pero no lograra salir de mi boca, parpadee varias veces y la mirada de todos estaban fijas en mi y en cada uno de mis movimientos, era uno de esos momentos en los que todos los movimientos que hiciera tendrían una consecuencia, todo contaba mi respiración, el parpadear todo, absolutamente todo lo que hiciera tendría una consecuencia.

Mierda May no podías mantener tu bocota cerrada un día.

Mi corazón latía tan fuerte en mi pecho que me dolían las costillas y un sudor pegajoso y frio salía por mi frente, Adam me miraba como si fuera otra persona y el rostro de Di se contorsionaba en una mueca que parecía dolorosa, May tenía las manos en la boca reconociendo que había metido la pata y Sam solo miraba de un lado a otro sin entender lo que pasaba, ¡dios May como quiera arrancarte la lengua en este momento! No era lógico que alguien que te quisiera tanto fuera tan bocazas cuando no tenía que serlo.

Adam comenzó a negar con la cabeza como si no quisiera creer lo que May había soltado —tu, tu, tu... ¡dios Jen! Porque no me lo dijiste— sonaba entre molesto y herido, una especie de vacio comenzó a fracturar mi pecho en un millón de pedacitos.

—Eso fue hace mucho tiempo Adam— fue todo lo que pude contestar, el nudo en mi garganta comenzó a crecer y mis manos sudaban como si hubiera un manantial brotando de ellas, las lagrimas se aglomeraron en mis ojos y parpadee varias veces para ahuyentarlas pero no se iban estaban fijas en mis ojos amenazando con salir en cualquier segundo. Yo odiaba llorar, se me hacia la cosa más detestable del mundo y en el último mes me había vuelto una llorona de primera, una cosa era llorar en mi casa, pero llorar en un parque estaba completamente fuera de los limites la idea desapareció en el ínstate que lo considere — fue una vez, solo una vez. Jesús May no podías cerrar la boca— me contuve de decir todos los insultos que me sabia frente a Sam, me deshice de la coleta y la volví a hacer para mantener las manos ocupadas.

—lo siento— dice May avergonzada pero que lo sienta no va a detener a Adam de hacer preguntas hasta que quede tranquilo de que estoy bien y solo paso una vez ni siquiera cuanta solo fueron unas jodidas líneas ni siquiera fue algo grave.

—Mierda no— dejo caer mi cabeza en mis manos— jodidamente prometiste que nunca en tu vida lo dirías.

—Jen dijiste una grosería— dijo Sam mientras se veía sorprendida, había más de donde salieron esas pero ella era muy pequeña como para entenderlas, saque de mi bolsillo un billete de veinte y se lo di— cómprate un helado y el resto al frasco de las groserías.

—papiiii— grito aturdiéndome un poco Di reacciono y Sam lo llevo arrastrando hasta el puesto de helados más cercano.

Me obligue a respirar controladamente mientras pensaba en como omitir toda la información que pudiera, Adam no tenia porque saber eso, ni siquiera tenía porque sospecharlo, eso era mi asusto y un asunto que había olvidado uno que tuvo que morir en el hospital o en tal caso en el psicólogo.

Me acaricio las sienes frustrada por no saber qué hacer.

— Jen, respira— me indica Adam y siento todos los músculos de mi cuerpo tensarse bajo su tacto.

Me pongo de pie lo más rápido que puedo y doy un par de pasos lejos de la mesa donde nos encontrábamos sentados— ne-necesito un momento— no miro ni a May ni a Adam, estaba molesta, conmigo pero sobretodo con May por abrir la boca en un tema que ni siquiera venia al caso.

Necesitaría un milagro para no intentar matarla con mis propias manos a May, eso que ella hizo se llama traición y de la peor. Tomo largas bocanadas de aire, sentía que me estaba asfixiando, podía recordar todo. Estaba de nuevo en casa mientras sentía que ya no podía mas era el día después del aniversario de muerte de mi madre y me sentía sola, rota y destrozada, mi cabeza palpitaba y me estaba negando a tomar una gota de alcohol, cada vez que veía una botella podía recordar a Gonzalo diciéndome todas las palabras que me dolían, tenia tanto tiempo viviendo en un cascaron que se me habían ido las fuerzas para seguir fingiendo, todo me dolía cada respiración me quitaba mas fuerzas y podía sentir la sangre fluyendo y me sentía cada vez mas cansada, no sabía si era por la cantidad de sangre que estaba perdiendo o por todas las píldoras para dormir que había tomado, pero me estaba sintiendo mejor, era como si todo estuviera sintiéndose bien de nuevo, podía escuchar la risa de mamá, ver sus ojos, sentir su olor y sentir su tacto. Me sentía muy bien, quería estar de nuevo con mamá y estaba muy cerca de ello.

ADAM el defecto mas perfecto... En Edición. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora